París

En busca de la Gioconda

El misterio sobre esta mujer universal podría estar a punto de resolverse. La ciencia tiene en Florencia la última palabra

Silvano Vicenti, tras realizar las pruebas de ADN en la Iglesia de la Anunciación
Silvano Vicenti, tras realizar las pruebas de ADN en la Iglesia de la Anunciaciónlarazon

Nunca una sonrisa generó tantos interrogantes a la humanidad. Italia ha decidido resolver el enigma del cuadro de quién fue la verdadera modelo del cuadro favorito de los japoneses en el Museo del Louvre. Se cree que el rostro que capturó Leonardo Da Vinci para la posteridad fue el de Lisa Gherardini del Giocondo, que pudo posar para él entre 1503 y 1506, aunque otros historiadores consideran que el pintor pudo continuar su trabajo en 1517 para lo que pudo utilizar otros rostros posteriormente. Su pose inusual y su enimática expresión lo convirtieron en un cuadro notorio inmediatamente, pero fue a principios del XIX cuando se convirtió en un icono popular, ya que el Romanticismo vio en su expresión el ideal de la «femme fatale». Si todo va como está previsto, al final de estos nuevos trabajos conseguiremos un retrato robot generado por medios informáticos de La Gioconda real. Desde 2011 Silvano Vicenti, director del Comité Nacional para la preservación del Patrimonio Histórico y Medioambiental, está luchando por avivar un caso sin resolver propio de una novela de Dan Brown. Para eso habrá que constatar que los restos son de la famosa Gioconda. A las 11 de la mañana comenzaron anteayer los trabajos para extraer de la capilla de los Mártires de la Basílica de Anunciación de Florencia los restos óseos de la familia de Lisa Gherardini, conocida como la Mona Lisa. Capitanea el equipo de investigadores Giorgio Gruppioni, jefe del laboratorio de Antropología Ósea de la Universidad de Bolonia y Antonio Moretti, de la Universidad de L' Aquila junto al personal científico del Comité Nacional para la Preservación del Patrimonio Histórico y Medioambiental. Sobre la base de documentos históricos se cree que el enterramiento debe contener, además, los restos de su marido, Francesco del Giocondo, del hijo que éste tuvo con su primera mujer, Bartolomeo, y los del vástago de ambos. Una vez extraídos serán analizados en la Universidad de Bolonia y comparados con los que se hallaron en otros trabajos arqueológicos en la provincia de Florencia, concretamente en el convento de Santa Úrsula, donde se sabe que fueron enterrados familiares de la supuesta modelo o incluso ella misma en primera instancia.

Será fundamental el análisis del ADN de los restos óseos, especialmente aquellos que correspondan a la edad de muerte de Lisa Gherardini (63 años), a los que no es posible realizar las pruebas del carbono 14. «Con la retirada de los restos mortales de los descendientes de la Mona Lisa entramos en la fase intermedia de nuestra larga y compleja investigación», declaró Silvano Vicenti, apasionado de la trastienda de uno de los óleos más famosos del planeta. Varias son las incógnitas a las que se enfrentan: «No sabemos el estado real de los restos, lo que puede suponer dificultades para la extracción del ADN, pero éste es el encanto y el riesgo de todas las investigaciones».

Más interrogantes: «Con el resultado del examen de la Universidad de Bolonia –continúa Vicenti– se podrá verificar si los restos que hay en esta tumba son los de Lisa Gherardini. Sabemos que hacia la mitad del siglo XVII se produjo una reestructuración radical del templo, por tanto no podemos excluir que fueran trasladados a otro lugar. Por eso vamos a comparar todos los restos de la familia y compararlos entre ellos». En principio, la mujer que pudo posar para Da Vinci fue enterrada en el convento de Santa Úrsula, donde ingresó su hija Marietta, que se convirtió en Sor Ludovica, pero de acuerdo a una teoría reciente basada en un documento del siglo XVII que se encuentra en el convento, se cree que es posible que después el cuerpo de Lisa Gherardini fuese enterrado con los de su esposo e hijo. De los ocho esqueletos encontrados en las excavaciones del mencionado convento, sólo se encontró uno que fuera compatible con la edad a la que murió Lisa Gherardini. El mal estado de conservación de estos ha impedido el examen de carbono 14.

En el Thyssen, en 2017

Esta línea de investigación surgió con la aparición en 2007 en una biblioteca de una universidad alemana de un libro autógrafo de Agostino Vespucci, experto en Leonardo. En él se habla de «La Batalla de Anghiari», el famoso cuadro «desaparecido» del pintor y también hay un testimonio claro de que Lisa del Giocondo posó. Después de esta primicia, Vinceti viajó a París, donde tomó una reproducción en alta definición de la «Mona Lisa» y la sometió a diversas radiografías. En 2010, el experto descubre tres capas de pintura que ocultan tres sonrisas diferentes y, sobre todo, elementos del simbolismo cabalístico: «En la pintura aparece el número 72 –explica Vinceti –, el 7 simboliza el principio primordial y espiritual y el 2 es lo masculino y lo femenino. Creo que como en «El ángel encarnado», Da Vinci transformó en imágenes uno de sus pensamientos: la creación del ser perfecto, andrógino, con una parte femenina y otra masculina como expresión de la regeneración del espíritu», asegura el experto.

Tal es la expectación que genera y sigue generando este lienzo universal que el Museo Thyssen-Bornemisza tiene en sus planes futuros montar una exposición que tenga a las otras Giocondas como epicentro. Aunque la del Louvre, la de verdad, no podrá colgar de las salas del museo madrileño en 2017, sí lo hará la gemela del Prado, que piensan pedir a la pinacoteca y que a buen seguro se comportará como un reclamo artístico en toda regla. Reunión, pues de arte antiguo, moderno y contemporáneo, de Malevich a Duchamp, que atraerá, qué duda cabe, el interés del público. El comisario será José Jiménez, que ya estuvo en el mismo centro al frente de «El surrealismo y el sueño».