¿Está Franco? Que se ponga
Por la gracia del PSOE, 2025 será el año Franco, aunque el horno popular no está para muchos bollos


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Hace un par de semanas, el presidente del gobierno Pedro Sánchez anunció a bombo y platillo que el año que viene el gobierno subvencionará un centenar de actos para celebrar los «Cincuenta años de libertad» de España. Se trata de una conmemoración parecida cuando el franquismo celebró los «Cuarenta años de paz» para rendirse homenaje a sí mismo, aunque esta vez con más presupuesto para establecer o cimentar complicidades con unas cuantos superventas de la cultura. Coincidiendo con el anuncio sanchista, se estrena la película biográfica del fallecido Miguel Gila, uno de los humoristas más queridos de España. Se titula «¿Es el enemigo?», en recuerdo a sus célebres llamadas telefónicas surreales sobre la guerra.
Lo más gracioso de la coyuntura es que el proyecto sanchista coincidió con un anuncio de Campofrío donde aparecen Gila y otras grandes figuras de la cultura nacional, bajando del cielo a España para darse cuenta de que nos han robado el país entre las franquicias de comida rápida, turistas occidentales en tuk tuks y otras delicias plásticas de la globalización. «Identidad», se llaman el espot, más político que todas las campañas de la oposición.
No podemos descartar que, ante el reto sanchista, la sociedad española se ponga a comparar índices de bienestar con los años sesenta y setenta. Que echen un ojo a los porcentajes de paro juvenil, de familias propietarias de sus viviendas y de deuda pública. Entonces el PSOE puede meterse en problemas, ya que en tiempos turbulentos todo el mundo prefiere certezas a exhibicionismo de bondad feminista, anticolonialista y de diversidad sexual. Por no hablar de que también es posible que los españoles echen de menos los métodos expeditivos de Franco contra la corrupción, similares a los de la China actual.
Gila siempre fue un humorista militante, no en sus actuaciones para toda la familia, pero sí en sus entrevistas, donde solía amenazar con que si ganaba las elecciones la malvada derecha se exiliara de nuestro país. Lo que pasa es que, a estas alturas de 2024, el truco del PSOE victimista, el grito de «que viene la derecha», ha dejado de funcionar, como los teléfonos negros enchufados a la pared, aunque algunos piensan que todavía pueden sacarles un último rendimiento. A los jóvenes de hoy les queda tan lejos la Guerra Civil como a los cincuentones nos queda la guerra de Cuba, así que igual todo el tinglado se queda en tirar el dinero público por el retrete.
La trama de la plelícula explica que Gila era un joven de extracción humilde, que vivía en una buhardilla con sus abuelos y que aprendió a lidiar con los rigores de la guerra gracias al humor. En otro niveldde drama, muchos españoles hemos aprendido que es mejor reírnos de la degradación de la vida nacional y de las estrategias cutres de muchos líderes políticos para perpetuarse en el poder. Con los años se asume que enfadarse sirve para poco, pero eso tampoco significa que la población esté dispuesta a tragar con cualquier cosa. Los jóvenes españoles, especialmente ellos pero también ellas, son cada vez más escépticos con el progresismo, lo cual es una pésima nticia para el PSOE. ¿Servirá otra vez el fantasma de Franco para hacer que todos queramos más al presidente? Sin duda, será un número cómico digno de verse.