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Este estudio subraya las diferencias internas entre machos y hembras para revolucionar la farmacología

Un nuevo estudio ha comparado las diferencias sexuales entre distintos órganos de 6 especies en distintos momentos de la vida
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PastillasAnna ShvetsPexels
  • Desde enero de 2020, colabora con La Razón y presenta su podcast de ciencia, Noosfera, que ya cuenta con más de 200 episodios. Mientras tanto, divulga en redes sociales, donde ya tiene más de 58 mil seguidores en Twitter y más de 34 mil en Instagram. En 2021, diseñó el programa de ciencia de la Cadena SER, Serendipias, donde continua como director y presentador, liderando un equipo de colaboradores. Ese mismo año, comenzó a dirigir y presentar MenteScopia, un podcast sobre salud mental en colaboración con la FECYT. En 2022, asumió el cargo de director de contenidos de la plataforma de cursos científicos Amautas. Además, en televisión es colaborador semanal y director de contenidos científicos del programa de divulgación Curiosity en La 2, cuya segunda temporada se estrenará en enero. También ha participado en otros formatos televisivos, como El Condensador de Fluzo, Todo es Mentira y Mapi. Como autor, ha publicado el libro Una Selva de Sinapsis (Paidós), que ya va por su sexta edición, y ha coescrito otros títulos, como Genes y Marie Curie, ciencia y vida.

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El Instituto Francis Crick acaba de publicar una investigación novedosa sobre el origen de nuestras diferencias sexuales. Estaremos de acuerdo con que las personas de sexo biológico masculino y femenino tienen sus diferencias. Si nos centramos en las estadísticas, las mujeres, en general, tienen un mayor porcentaje de grasa, los hombres tienen una pelvis más estrecha y un cráneo mayor. Y podríamos seguir enumerando diferencias, como la altura, la masa muscular, la distribución de la grasa corporal, la estructura facial y, por supuesto, los caracteres sexuales primarios y secundarios (como los genitales y las mamas). Pero… ¿y en el interior? Todos los ejemplos que hemos puesto se intuyen desde fuera, a ras de piel, pero… ¿qué sucede con nuestros órganos?

Puede parecer irrelevante que el hígado de las mujeres tienda a ser diferente del de los hombres, pero si hablamos de medicina y farmacología, la historia cambia. A veces, estas diferencias pueden explicar por qué unos tratamientos funcionan muy bien con parte de la población y relativamente mal con el resto. Si entendemos mejor en qué se diferencian nuestros órganos y los órganos de los machos y hembras de otras especies, podremos diseñar estudios más inclusivos y desarrollar fármacos más eficaces para cada persona. El problema es que, aunque parezca mentira, todavía no sabemos demasiado sobre cuáles son estas diferencias, qué genes son los responsables y cómo se desarrollan. O, al menos, hasta este estudio.

De ratones y hombres

Los investigadores han querido tener visión de conjunto, así que, además de estudiar el caso de los humanos, han analizado el de otras cinco especies: ratones, ratas, conejos, zarigüeyas y pollos. Es más, los expertos estudiaron ejemplares de cada animal en los distintos momentos de su desarrollo, desde el nacimiento hasta la madurez. Y, como los órganos del cuerpo son muchos y muy complejos, restringieron el estudio a cinco de ellos: cerebro, cerebelo, corazón, riñón e hígado.

Curiosamente, cada especie mostró sus propias diferencias sexuales. Por ejemplo, el hígado y los riñones eran los órganos que más cambiaban entre las ratas y ratones macho y las hembras. En el caso de los conejos (que no son roedores sino lepóridos), los riñones y el hígado no cambiaban en absoluto, pero el corazón sí mostraba marcadas diferencias sexuales. Y, para sorpresa de los investigadores, este dimorfismo entre los órganos de machos y hembras no se desarrolló progresivamente, a medida que el animal iba madurando, sino que surgía de forma relativamente abrupta al llegar a la madurez sexual.

Rápido y abrupto

El estudio también revelaba que las diferencias sexuales que sí compartían las distintas especies estudiadas estaban codificadas en los cromosomas sexuales (el famoso X e Y de los mamíferos). Sin embargo, las que eran específicas de cada especie estaban en otras zonas del ADN y su expresión dependía de los cromosomas sexuales, pero de una manera indirecta. De ello pudieron deducir que estos cambios eran relativamente recientes y que, por lo tanto, surgían rápidamente durante la evolución de las especies.

En palabras de Margarida Cardoso Moreira, líder del grupo del Laboratorio de Biología del Desarrollo Evolutivo en el Crick, y coautora del estudio junto con Henrik Kaessmann de la Universidad de Heidelberg: “Esta investigación es otra pieza en el rompecabezas para entender por qué somos sexualmente dimórficos y cómo esto nos afecta”. Así que, aunque es pronto para poder aplicar este conocimiento a la práctica, nos aporta una información valiosísima. Y es que no solo necesitamos conocer las diferencias biológicas entre hombres y mujeres (en general), sino también entre los machos y hembras de otras especies.

Porque, aunque la meta final es aplicar este conocimiento en el ser humano, para ello tenemos que llevar a cabo investigaciones en animales. ¿Qué sentido tendría investigar cómo procesa el hígado de machos y hembras un medicamento en los conejos, donde no hay diferencias sexuales en este órgano? Con suerte, este y otros estudios lograrán rellenar esos incómodos huecos que ha dejado la historia de la ciencia. Cada vez un poco más completa, menos sesgada y, por lo tanto, más de todos.

  • Por supuesto, no es el primer estudio que se realiza en este tema, pero aporta una visión más completa y rigurosa que otros, permitiendo comparar los casos de distintas especies y, sobre todo, en diferentes momentos del desarrollo.
  • Sex-biased gene expression across mammalian organ development and evolution. Science. 10.1126/science.adf1046