Arte, Cultura y Espectáculos

Eusebio Sempere, una isla en movimiento

Exponente del arte cinético en España y de la abstracción geométrica, el artista, que decidió ir por su camino, el que él mismo se trazó, es objeto de una retrospectiva en el Museo Reina Sofía que repasa toda su trayectoria

La obra de Eusebio Sempere, en el Museo Reina Sofía / Museo Reina Sofía
La obra de Eusebio Sempere, en el Museo Reina Sofía / Museo Reina Sofíalarazon

Exponente del arte cinético en España y de la abstracción geométrica, el artista, que decidió ir por su camino, el que él mismo se trazó, es objeto de una retrospectiva en el Museo Reina Sofía que repasa toda su trayectoria

“El ambiente artístico español me era extraño. Seguía siendo un solitario. Comprendía que mi trabajo era una pequeña isla en el mar embravecido de las manchas de color”, escribe Sempere. Y así se sentía. Pero por voluntad propia. Manuel Borja-Villel, director del Museo Reina Sofía, que le dedica una imponente exposición, le visualiza en un momento en que el arte español está dominado por el informalismo. La suya es una obra quieta, cargada de silencio, móvil, al tiempo. En la tercera planta del edificio de Sabatini se extiende una buena parte de su producción, tan refinada, tan elaboradísima, tan avanzada. Sus gouaches, sus obras sobre papel, esculturas pequeñas y grandes y móviles inmensos que cruzan una sala que también lo es y que cuidadosamente una de sus comisarias, Belén Díaz de Rábago (que comparte labores con Carmen Fernández), nos pone en marcha con un leve toque.

Sempere, que cuida hasta el detalle de su firma, fue pintor desde niño. Él no quería serlo de casas, sino “de cuadros”. Y el tiempo y su trabajo le dieron la razón. Las piezas, una gran parte de ellas provenientes de colecciones privadas, han sido reenmarcadas para que nada desentone en este ambiente que tiene algo, una pizca, quizá, de monástico. En las vitrinas se alternan las fotografías, como la del artista niño con su madre y con su padre. O ese retrato precioso de los años ochenta en que se ve a Lucio Muñoz en su estudio con una de las obras que le regaló el artista de Alicante, una “Caja Luminosa”, de 1958 que se puede ver expuesta en la pared de enfrente. Otra imagen le devuelve risueño junto a un Fernando Zóbel en plenitud y la viuda de Manuel Millares, la siempre bella Elvireta Escobio. Y así otros documentos interesantes, como alguna de sus libretas o un cuestionario contestado de puño y letra a Simón Marchán.

Las tres dimensiones y el juego óptico toman las paredes y pasa por París primero para aterrizar después en España, haciendo escala en Estado sUnidos, en los años sesenta, cuando conoció a Josef Albers. Y es que Sempere no deja de ser “un clásico” que mira sin complejos a Mondrian, que le deja en estado de shock, a Klee o a Kandinsky. Borja-Villel señala que él estaba en el panorama artístico español, pero su obra no. Y ese ese punto, “el de artista isla que nunca quiso romper ni con el marco ni con el cuadro”, en el que se analiza y profundiza en el esta retrospectiva.

Una vez que se clausure la muestra en Madrid el próximo 17 de septiembre, viajará a la nueva sede del Instituto Valenciano de Arte Moderno (IVAM) en Alcoy.