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Fidel Fernández: «El humor es la mejor arma para hacer reflexionar»

Actor y miembro fundador de Yllana, la compañía a la que vio nacer cumple un cuarto de siglo con la misma filosofía de siempre: hacer reír.
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Actor y miembro fundador de Yllana, la compañía a la que vio nacer cumple un cuarto de siglo con la misma filosofía de siempre: hacer reír.
Incluso sus integrantes están sorprendidos, pero así es: Yllana cumple ya 25 años de existencia. Quizá el humor hace que el tiempo pase más rápido; y, en definitiva, a eso es a lo que se han dedicado básicamente ellos en este cuarto de siglo, a hacer reír. A hacer reír sin palabras, para ser más exactos. No hay muchas compañías que atesoren el bagaje que ellos tienen a sus espaldas en el mundo del teatro gestual; su carrera está jalonada de premios y éxitos. Pero, además, en este tiempo, han ido ensanchando su labor artística hacia otras actividades menos especializadas, como la producción, dirección o creación de espectáculos de todo tipo para otras compañías, o la gestión del madrileño Teatro Alfil, donde precisamente se está representando estos días el último trabajo que lleva su firma: «The gagfather», una disparatada historia de policías y gánsteres en la que Fidel Fernández, uno de los miembros fundadores de Yllana, participa también como actor.
–«The gagfather» homenajea abiertamente al cine negro y a la literatura negra. ¿No debería el teatro justificarse en sí mismo, sin tener que echar mano de otras artes o disciplinas?
–Yo creo que es un arte que abarca muchos más. En una obra puedes pintar, poner proyecciones, hacer música, bailar... Si sirve a un fin teatral, está bien utilizarlo todo.
–En este espectáculo los buenos no salen muy bien parados...
–Sí, hay, en cierto modo, una moraleja de que el mal parece que siempre vence. Lo vemos en este país (risas): cuesta mucho que alguien dimita o que alguien vaya a la cárcel. Creo que nos han robado a todos. Y lo más curioso es que los dos partidos que lo han hecho son los dos más votados. Hay algo que se me escapa. Al margen de ideologías, y de ser de izquierdas o de derechas, lo más lógico es que la gente hubiera votado en blanco. No hablo de los partidos nuevos porque no sé muy bien aún qué es lo que quieren o pueden hacer.
–¿El humor es también un buen medio para pensar y reflexionar sobre algunos asuntos serios?
–Sin duda. Es la mejor arma para hacer reflexionar al público. Creo que hay dos buenísimos ejemplos en el mundo del cine: uno es Chaplin con «El gran dictador» y el otro es Buster Keaton en «El maquinista de la general», una película que habla de cómo actuar cuando uno está en el sitio correcto en el momento oportuno.
–¿Es más complicado el teatro gestual que el de texto, aunque no goce de la misma repercusión?
–Es un trabajo bastante arduo, sin duda. Pero lo importante, independientemente de que tenga o no texto, es sacar una obra con calidad, que cuente una buena historia, que posea unos personajes reconocibles, que sea original y que sorprenda al público.
–Algunos consideran que Yllana ha adquirido un marchamo propio de calidad y estilo. ¿En qué cree que consiste ese sello?
–Hacemos humor negro sin utilizar palabras y buscamos siempre los límites de ese humor. También nos caracterizan la energía, la imaginación y el riesgo.
–A pesar de que los cinco miembros fundadores siguen ligados a la marca Yllana, desde hace tiempo hay otras caras más visibles en la compañía. ¿Sigue siendo artísticamente lo que era?
–Sí, aunque cuente con otros actores. Los miembros antiguos también tenemos nuestras inquietudes particulares. A algunos, por ejemplo, les interesa dirigir; y está bien que le dediquemos un hueco a ello. Además, es lógico que la compañía crezca y se enriquezca de la colaboración con otros artistas.
–Cada día se abren más salas alternativas en Madrid; ustedes, de alguna manera, fueron pioneros con el Teatro Alfil. ¿En qué se diferencia su sala dentro de la maraña que es hoy la cartelera?
–El Alfil se caracteriza por tener el humor como bandera, aunque también haya cabida para otros espectáculos, por tener un público fiel y por ser innovador. Fuimos los primeros en programar en verano, en transformar el patio de butacas con mesas y sillas y en apostar por espectáculos variados y amenos. Pero es complicado mantener el Alfil hoy, porque hay mucha competencia.
–¿Cómo definiría a su público?
–Diría que es joven; pero no tanto por su edad, sino porque quiere ver otro teatro; algo diferente, novedoso. Me parece que no hay mucha educación teatral en nuestro país; a los jóvenes se les lleva mucho a ver teatro clásico, y está muy bien que lo conozcan, creo que debe ser así, pero resulta que el teatro que más les puede interesar por su edad, y porque les hable de ellos mismos..., no lo conocen. Yllana y también otras compañías hacen un teatro que quizá está más relacionado con ellos.
–En el Alfil se habla y se bebe más que en ningún teatro. ¿Están intentando cambiar las costumbres?
–(Risas) Bueno, vienen grupos con ganas de pasarlo bien, porque saben que van a encontrar espectáculos con más desparpajo que en otros lugares. Lo que pasa es que a veces se emocionan... y participan (risas).
–¿Y ese clima tan desenfadado no le complica las cosas al actor?
–Bueno, es un ambiente familiar y agradable en realidad. Además, también tenemos capacidad para improvisar.
–Después de estos 25 años, ¿hacia dónde irá Yllana en el futuro?
–Seguimos con muchas ganas de contar cosas; 25 años... no son muchos (risas). Habrá celebración de cumpleaños con un espectáculo que estrenaremos hacia septiembre aproximadamente, así que toca esperar.
–¿Y habrá posibilidad de ver juntos a los miembros más antiguos?
–En la gira será complicado, pero cuando entremos en Madrid habrá que hacer algo especial. Invitaremos a mucha gente que empezó con nosotros.