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Gris y Blanchard, juntos pero no revueltos

El Museo Carmen Thyssen Málaga muestra la complejidad del cubismo enfrentando a dos grandes que militaron en este movimiento.
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El Museo Carmen Thyssen Málaga muestra la complejidad del cubismo enfrentando a dos grandes que militaron en este movimiento.
El Museo Carmen Thyssen Málaga acoge hasta el 25 de febrero la exposición temporal «Juan Gris. María Blachard y los cubismos (1916-1927)», en la que se analiza la segunda etapa que vivió el cubismo, creado por Picasso y Braque entre los años 1906 y 1914, a través de la obra de artistas como Juan Gris, referente indiscutible del giro experimentado por este movimiento artístico a partir de 1914 hasta finales de los años veinte; y María Blanchard, la gran desconocida del grupo de artistas que dieron lugar al nacimiento de esta vanguardia, cuyo papel principal quiere destacar esta muestra. Con la colaboración de la Fundación Bancaria La Caixa y la Fundación Cajasol, la exposición ofrece la oportunidad de acercarse y conocer de primera mano esta «segunda vida» del cubismo a través de un relato compuesto por más de 60 obras, entre pinturas, esculturas, dibujos y documentos. Se trata de un planteamiento inédito, dado el enfrentamiento visual entre Gris y Blanchard, en el que la pintora sale claramente reforzada. Sus obras no solo sostienen el pulso de las de Gris, sino que demuestran que la de Santander fue más audaz en los planteamientos plásticos y en el uso de una rica y exaltada gama cromática. Las circunstancias vitales de Blanchard fueron adversas y a ello se unió que algunos de los contemporáneos que forjaron la historia de la segunda vida del cubismo, como el marchante Daniel H. Kanhweiler, ignorasen su trabajo. La historiografía se basó en aspectos psicológicos y biográficos para interpretar su obra, y en otros casos su figura fue silenciada.
Abstracto absoluto
La exposición muestra «la complejidad de la obra de Juan Gris y, por ello, la complejidad del cubismo y de la propia modernidad artística», señala el comisario de la muestra, Eugenio Carmona, a la vez que añade que «en los medios artísticos cubistas se asumía que Gris tenía capacidad para reformular la experiencia cubista. Antes de que estallase la Primera Guerra Mundial el ‘‘milieu’’ cubista originario se estaba disolviendo». «Este ‘‘segundo cubismo’’ es comprendido en el presente como uno de los grandes capítulos de la modernidad artística, aunque hasta fechas relativamente recientes no había sido bien conocido, ni bien comprendido, pues no se llegaba a captar su propuesta por la imposición dominante del paradigma del arte abstracto absoluto», explica Carmona, que también subraya que «hoy se considera que Juan Gris, Jacques Lipchitz y María Blanchard desarrollaron sus aportaciones fundamentales al arte moderno». «Siempre se ha incidido en las relaciones entre este ‘‘segundo cubismo’’ y los años de la Primera Guerra Mundial, pero nosotros desbordamos este marco y reunimos un cubismo ‘‘expandido’’, que se adentra en los años veinte y que aparece implicado de lleno en la renovación cultural española anterior a la Guerra Civil», afirma.
El recorrido de la exposición comienza con un diálogo entre Gris y Blanchard entre los años 1916 y 1918. Etapa en la que el artista madrileño alcanza la cumbre en su pintura sintética, geométrica, plana y pura, convirtiéndose en un indiscutible referente del giro experimentado por el cubismo; y en la que Blanchard, en plena madurez creativa, aporta un estilo personal, dinámico y colorista.
Como hubo tantos cubismos como artistas lo interpretaron, la muestra comprende también el trabajo de otros autores que ofrecen al espectador una visión global de este movimiento artístico de la mano del escultor Jacques Lipchitz, los pintores Albert Gleizes y Jean Metzinger y el poeta Vicente Huidobro, escogidos por su relevancia, amistad y sintonía creativa con Gris y Blanchard, así como por el papel fundamental que ejercieron todos sobre la primera generación vanguardista de los años veinte integrada por Dalí, Moreno Villa, Palencia, Peinado y Ángeles Ortiz, a la que la exposición dedica la última sección.
En este sentido, la directora artística del museo, Lourdes Moreno, señala que «Juan Gris y María Blanchard, junto al escultor Lipchitz, fueron el motor de una nueva forma de entender el cubismo». A partir de 1916, estos autores insuflaron al movimiento una vitalidad vigorosa y un nuevo sentido del color y de la composición del espacio sin el collage. Junto a ello, Juan Gris aportó una reflexión científica e intelectual, buscando una pintura pura; Blanchard una audacia en la composición y el color y Lipchitz llevó el concepto arquitectónico a la escultura.
Se trata de la primera vez que se propone al público una exposición que plantea conjuntamente las aportaciones de Gris y Blanchard a la historia del cubismo. «Y, del mismo modo, es la primera vez que se establece un parangón entre las obras de Gris, Blanchard y Lipchitz, al tiempo que se establece por primera vez una síntesis expositiva sobre las relaciones entre cubismo y arte nuevo».
A partir de la exposición, «es perceptible la interpretación de un Juan Gris más plural en su posicionamiento ante el lenguaje ortodoxo cubista. Esto es visible en un cierto dinamismo de los planos en obras emblemáticas como ‘‘Mujer sentada’’ (1917) de la Colección Carmen Thyssen o ‘‘Frutero, pipa y periódico’’ (1917) de Kunstmuseum Basel», señala Moreno.
Las obras reunidas en esta nueva exposición provienen del Kunstmuseum Basel, Centre Pompidou de París, Musée Picasso de París, Kunstsammlun Norddhrein-Westfalen, Düsseldorf, Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, Museo de Bellas Artes de Asturias, Museo de Bellas Artes de Bilbao, Museo Thyssen-Bornemisza o el Museo Patio Herreriano de Valladolid, entre otros.