¿Ha pasado Banksy por El Ferrol?
La situación resulta cuanto menos curiosa: un artista como Banksy, que emerge a principios de los 90 en Bristol como una original declinación del activismo artístico, se convierte con el paso de los años en un icono de la cultura visual cuya obra es susceptible de ser imitada o falsificada. El «caso Ferrol» constituye, en este sentido, un ejemplo insuperable de cómo el sistema artístico y social engulle y desarma a sus «enfants terribles»: ayer, un muro del barrio de Canido reservado desde hace casi un año para una eventual intervención de Banksy, aparece con un graffiti de dos guardias civiles besándose que muestra un parecido razonable con «Kissing Coopers», realizado por el artista británico años atrás, y en el que dos policías se besan desinhibidamente. Por si las semejanzas visuales fuesen insuficientes, la obra de Ferrol aparece firmada con una de los distintivos habituales de Banksy. A partir de aquí surge la noticia y la gran pregunta: ¿es un Banksy auténtico? ¿Se trata de una imitación? La primera consideración que hay que realizar enlaza con la paradoja expuesta al inicio: cuando se trata de cuestionar y de sabotear el sistema a través del arte callejero, de lanzar mensajes que sean políticamente efectivos y calen en las mentes de millones de personas de todo el planeta, ¿por qué preocuparse tanto de diferenciar entre un original o una copia? ¿Lo importante no es el mensaje, la transformación de la realidad? ¿O es que en realidad Banksy ya posee ese aura propia de los grandes dioses del mercado, y lo prioritario no es tanto su actitud crítica cuanto su firma? ¿Es Banksy una actitud o el gran negocio del siglo?
Sea como fuere –y he aquí una segunda cuestión de envergadura–, nunca se ha llegado a saber si Banksy es una única persona o un colectivo, si, tras el seudónimo más enigmático y rentable de la historia del arte, se esconde un solo autor o una franquicia que viaja por todo el mundo o vive repartida por todo él. ¿Puede ser el graffitero de Ferrol uno de los muchos «banksys» que integran este imperio estético? Y, en caso de no tener relación con él, ¿qué más da? Ferrol ha sido noticia internacional y, además, la «marca Banksy» continúa su imparable proceso de revalorización. Verdadero o falso, poco importa. El juego está lo suficientemente viciado como para que este «matiz» sea irrelevante. Banksy siempre gana.