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«He derrotado a Hitler»: la historia real que inspiró «La vida es bella»

Fotografía de Salmoni, en el que se basó Benigni para hacer «La vida es bella»
Fotografía de Salmoni, en el que se basó Benigni para hacer «La vida es bella»larazon

Rubino Romeo Salmoni fue uno de los pocos judíos que pudo escapar de Auschwitz con vida. De hecho, había burlado la redada del gueto de Roma de 1943, aunque, un año después, apenas unas semanas antes de la entrada de los aliados, fue encarcelado para, posteriormente, ser internado en el campo de concentración más letal de la II Guerra Mundial. Fue en una de las denominadas marchas de la muerte entre campos cuando logró escapar y regresar a Italia. Pero, como él mismo dijo, «si has estado en Auschwitz nunca sales de allí», la experiencia traumática necesitaba una vía de escape que él encontró en sus memorias. Tituladas «He derrotado a Hitler», sirvieron de inspiración para uno de los filmes sobre el Holocausto más famosos, «La vida es bella», de Roberto Benigni. «Aunque tiene partes crueles, el libro lanza un mensaje de esperanza: el hombre siempre luchará, pase lo que pase, por la vida y por la libertad», aseguró a Efe Carlos Pranger, uno de los editores de Confluencias, el sello que publica ahora en España las memorias.

Es, según Pranger, «un relato escrito por una persona normal, pero funciona y atrapa porque Salmoni describe a sus compañeros, a los carceleros, camina entre los cadáveres, y en ese orden eugenésico, frío, implacable, se aferra a lo que queda de humanidad y sobrevive; es un ejemplo de dignidad».

El testimonio de Salmoni también supuso tal impacto para el cineasta, que el propio Benigni asegura «haber cambiado profundamente», y cuando lo conoció, afirmó que «tenía un aspecto feliz. En su modo de ser, de presentarse, había un lado cómico especial», perspectiva que Benigni desarrolló en su célebre película. El humor del que habla el realizador se hace patente en el hecho de que Salmoni se denominara a sí mismo o hiciera llamarse por sus familiares con el número que lleva tatuado en el brazo. No es la única película de la que Salmoni ha sido protagonista involuntario: en 1995 regresó a Auschwitz para participar en el documental «Memoria», de Ruggero Gabbai.