Herodes, el rey arquitecto
La imagen que nos ha llegado del monarca a través del evangelio oculta una faceta primordial, la de quien realizó importantes obras de construcción tanto dentro como fuera de su reino.
La imagen que nos ha llegado del monarca a través del evangelio oculta una faceta primordial, la de quien realizó importantes obras de construcción tanto dentro como fuera de su reino.
Si la figura de Herodes ha pasado a la posteridad, ello se debe en buena medida a un episodio del Evangelio según san Mateo. El rey, al temer por su trono y por la llegada de un Mesías que había de suplantarlo, envió a sus guardias a Belén con la misión de asesinar a todos los niños menores de dos años. Pero José, prevenido por un ángel, huyó junto con María y Jesús a Egipto, país del que solo regresaron cuando un ángel les informó de la muerte del monarca. Con toda probabilidad, el relato fue inventado; incluso si aceptáramos que pudo elaborarse a partir de un antiguo núcleo histórico inspirado en la lista de fechorías del rey de Judea, es evidente que la historia sugiere un paralelo entre Jesús y Moisés de forma explícita, con Herodes desempeñando el papel del faraón egipcio. La anécdota, en todo caso, garantizó la celebridad de Herodes a través del arte y la iconografía cristianos, en una tradición que arranca en el Medievo y llega hasta hoy.
La luz de Flavio josefo
El historiador, no obstante, no puede contentarse con esta imagen transmitida por el Evangelio: debe examinar los textos antiguos y profundizar, para la interpretación de los mismos, en los vestigios arqueológicos descubiertos hasta la actualidad, pues solo así comprenderá mejor la problemática figura de un personaje que dejó una huella indeleble en su época y en la Historia. Se ha hablado del rey dúplice que supo lidiar entre Roma y los judíos, del tirano que eliminó a sus rivales, entre estos últimos miembros de su familia y a sus propios hijos incluidos. Pero otros testimonios insistieron en su grandeza, en su coraje y en su fidelidad. Así pues, ¿qué personaje se esconde detrás de este auténtico Jano bifronte? Gracias a la arqueología y al testimonio del historiador judío Flavio Josefo, podemos dar respuesta a una de las facetas más interesantes de Herodes, la de rey constructor que, durante tres décadas, impulsó un colosal programa de edificación que concernió a medio centenar de construcciones, situadas en su mayor parte fuera del reino herodiano. Durante la primera década de su reinado sus edificaciones fueron esencialmente militares. A menudo rehabilitó también las construcciones erigidas por los macabeos, con quienes compartía idénticas preocupaciones en lo concerniente a los pueblos del desierto. Su meta era, sobre todo, prevenir los ataques de los salteadores, pero también, en el caso de Herodes, frenar una eventual ofensiva de los partos. Todas esas fortalezas, enclavadas en su mayoría en torno al mar Muerto, le servirían asimismo como refugio en momentos de dificultad. En Jerusalén bautizó a su fortaleza con el nombre de Antonia, lo que inauguraba la tradición de denominar a sus construcciones con el nombre de sus protectores romanos, práctica que mantendría durante todo su reinado. Hasta cerca del año 30 a. C., Herodes no emprendió la edificación de ciudades; el seísmo que sacudió Judea poco antes de la batalla de Accio y que causó, según nuestras fuentes, más de 30.000 muertos y daños materiales considerables, le permitió no obstante promover una ingente labor de reconstrucción. La primera ciudad concernida en este sentido, en torno al año 25 a. C., fue la antigua Samaria, que tomó el nombre de Sebasté en honor de Augusto. Pero, sin duda, el proyecto de construcción más ambicioso fue, a partir de 22 a. C., la erección de la ciudad y el puerto de Cesarea Marítima sobre el emplazamiento de un antiguo puerto fenicio en el que la ley judía no estaba en vigor, la Torre de Estratón. Entretanto, por todo el reino, y sobre todo en Judea y Samaria, no dejaban de alzarse nuevas torres, fortalezas y palacios. El caso de Jerusalén tuvo una significación especial, pues fue allí donde, desde finales de los años 20 a. C., se emprendieron las obras de ampliación y embellecimiento del templo. La amplitud de toda esta actividad constructora obliga a reconsiderar la tradicional imagen de Herodes como un déspota que, según se solía afirmar, no pensaba más que en protegerse de las amenazas internas y externas.
J. C. Golvin y J. M. Roddaz
DESPERTA FERRO EDICIONES
160 pp.
26,95€