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Cultura

Hervé Guibert: fotografiar cuando la muerte acecha

La Fundación Loewe cierra un ciclo dedicado a la lucha por la normalización del sida con una muestra dedicada al escritor y fotógrafo francés que retrató a Foucault, Balthus y Cartier-Bresson

Hervé Guibert: fotografiar cuando la muerte acecha
Hervé Guibert: fotografiar cuando la muerte acechalarazon

La Fundación Loewe cierra un ciclo dedicado a la lucha por la normalización del sida con una muestra dedicada al escritor y fotógrafo francés que retrató a Foucault, Balthus y Cartier-Bresson

En la madrugada del 28 de junio de 1969 la policía llegó, por segunda, tercera o cuarta vez, al Stonewall Inn en el Greenwich Village de Manhattan. Las redadas en ese bar, un conocido refugio de la comunidad gay más desfavorecida, que además era controlado por la mafia, eran casi rutinarias para las fuerzas de seguridad. Sin embargo, esta vez la rutina se convirtió en un enfrentamiento. Y poco después en una serie de protestas que desembocaron en la creación del Gay Liberation Front, una de las más importantes organizaciones en la lucha por los derechos de la comunidad LGBTI. A cincuenta años de aquellos violentos pero históricos acontecimientos, la Fundación Loewe los conmemora con una exposición de Hervé Guibert, escritor y fotógrafo cuyo trabajo ayudó a visibilizar la tragedia de vivir con sida en una época en que la enfermedad era un estigma y una condena de muerte.

Guibert falleció a los 35 años, pero le sobró tiempo para dejar una obra fotográfica y literaria que ayudó a desterrar los prejuicios respecto al sida. Mientras en Estados Unidos artistas y activistas se unían a los disturbios de Stonewall -entre ellos David Wojnarowicz y Peter Hujar, a quienes Loewe dedicó su muestra del año pasado-, en la Francia natal de Guibert la identidad sexual y el sida en específico seguían siendo motivo de controversia. Por eso sus fotografías manipulan la luz y la sombra para construir una sensación de añoranzas frustradas.

Una mano sobre el pecho desnudo de un hombre parece decir “te deseo” y “aléjate” al mismo tiempo. Un joven sentado de espaldas, también desnudo y visto desde arriba, como por un voyeur. La cama, a su lado, tiene las sábanas revueltas. “Su obra es sensual y muy poética”, afirma María Millán, comisaria de la muestra. “Guibert utiliza la luz y las sombras para enmarcar un estado anímico. Su intención es volver físico, a través de la foto, lo que es invisible a la cámara. Es decir, las emociones y los sentimientos”, añade.

Guibert nació en 1955 a las afueras de París y aunque trabajó primero como modelo y actor –era insólitamente guapo–, realmente se dio a conocer a través de una columna sobre fotografía que firmó para “Le Monde” entre 1977 y 1985. Gracias al reconocimiento que ese trabajo le otorgó, el joven fotógrafo conoció y retrató a muchos de los artistas e intelectuales más relevantes de la época, desde Balthus, Henri Cartier-Bresson y Michel Foucault, del que fue amante, hasta Gina Lollobrigida e Isabelle Adjani. “Guibert es de la generación que sirve de plataforma para el auge de la auto representación: su trabajo se desarrolla en primera persona. Le interesaba igualmente retratar su entorno y hablar desde el arte de situaciones que se deben celebrar o denunciar en la vida diaria”, explica Millán.

Por eso escribió “Al amigo que no me salvó la vida”, un testimonio de su día a día sobreviviendo a la enfermedad. Se publicó en 1990, poco más de un año antes de su muerte, y causó controversia por lo mal parado que queda en ella un personaje que, evidentemente, era una versión de Foucault. “Se trataba de una enfermedad que daba tiempo para morir, y que le daba a la muerte tiempo para vivir, tiempo para descubrir el tiempo, y para descubrir por fin la vida, era en cierto modo una genial invención moderna que nos habían transmitido los monos verdes de África”, escribió Guibert.

Frente a los retratos de sus amigos, amantes y familiares –los de sus dos tías, con las que tuvo gran relación, son probablemente los más especiales de la muestra– se encuentran aquellas imágenes en las que se adivina ya la muerte inminente. En eso recuerda a David Wojnarowicz, quien, como el francés, también documentó los estragos de la enfermedad en su propio cuerpo y en el de sus amigos, que desaparecían cada vez con más frecuencia.

Si Guibert representó ese dolor con una foto de un pajarito muerto sobre la palma de una mano, Wojnarowicz lo hizo con una imagen muy similar, aunque en la suya una rana se aferra a su dedo pulgar mientras el artista se pregunta: “¿Cuál es la función de este animalito en el mundo?”. (La foto, junto con otras 200 obras de Wojnarowicz, pueden verse en una muestra retrospectiva en el Museo Reina Sofía).

Con esta exposición la Fundación Loewe, que participa por novena vez en PhotoEspaña, cierra un ciclo que comenzó en 2017 con Minor White y continuó con Wojnarowicz y que busca visibilizar la ardua lucha que muchos artistas de la comunidad LGBTI protagonizaron para defender su identidad y sus derechos. Millán advierte que es importante recordar cómo se dieron esos pasos tan significativos para no permitirnos retroceder: “Hay que estar muy alerta. Llevamos tiempo atravesando un momento en que se están perdiendo batallas ganadas, así como el respeto y la tolerancia a quienes no entran en el canon”.

“Hervé Guibert” puede visitarse en la tienda Loewe de Gran Vía. Entrada gratuita.