Histeria, depresión, ansiedad: lo que Huston filmó y EE UU ocultó del trauma de la guerra
Documenta Madrid proyecta el jueves un documental de 1946 sobre las consecuencias de la IIGM en los soldados americanos vetado hasta 1980
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Documenta Madrid proyecta el jueves un documental de 1946 sobre las consecuencias de la IIGM en los soldados americanos vetado hasta 1980
La II Guerra Mundial tuvo en el cine, por entonces el canal más masivo, un frente de batalla propagandístico de vital importancia. Muchos son los cineasta de todos los bandos que trabajaron a las órdenes de los distintos ejércitos, narrando la guerra, documentándola y, a menudo, interpretándola al albur de los intereses de la patria.
La participación de grandes directores norteamericanos es bien conocida por lo general: John Ford rodó en Midway en 1942 el enfrentamiento con los japoneses; Frank Capra se puso al servicio de la causa con hasta cuatro documentales cuyos títulos son ilustrativos de su aspiración propagandística: "Conoce a tu enemigo", "Conoce a tu aliado"...; William Wyler retrató el desembarco aliado en Italia; y George Stevens entró con sus cámaras en el campo de concentración de Dachau y aquel material sirivió para hacer justicia en Nuremberg.
Menos conocida es la participación del gran John Huston, que ya para entonces había rodado "El halcón maltés". Durante la II Guerra Mundial llegó a filmar tres largometrajes documentales que, al tiempo en que ofrecían la crónica más o menos patriótica de la guerra a los americanos, ofrecían una visión particular, personal, de la misma. Huston conoció con su cámara todo el espectro de la guerra, desde las maniobras bélicas en distintos frentes al regreso, en este caso complicado, de los soldados a la vida civil.
En "Report from the Aleutians"(1943) alumbró la guerra en un lugar tan apartado como las islas de Alaska y en "The Battle of San Pieto"(1944) puso el foco en los combates en Italia, en concreto en esta batalla en las cercanías de Nápoles. Pero el filme más interesante (por insólito y por haber sido ocultado durante años) de esta trilogía de la guerra de Huston es "Let There Be Light", que puede traducirse por el bíbilico "Hágase la luz".
Rodado en 1946 en el Hospital Militar Mason de Long Island, retrata la evolución en ocho semanas de los soldados recién regresados de la contienda mundial para reinsertarse sin taras en la vida civil. La cinta muestra las entrevistas de los combatientes con distintos psiquiatras militares y lo que ahí se ve son secuelas psicológicas severas de todo tipo: histeria, convulsiones, parálisis psicosomáticas, depresiones, ansiedad, terrores y fobias de todo tipo, asociada por lo general a temas bélicos como el ruido de los aviones, fruto de experiencias fuertemente chocantes en el frente.
La cinta fue encargada por la propia US Army y pretendía mostrar que la participación en la guerra no suponía mermas permanentes para el soldado en su regreso a la patria. De hecho, la película concluye con un esperanzador y hasta épico tramo final en el que se muestra la perfecta recuperación de aquellos soldados que entraron semanas antes totalmente deshechos en el Hospital Militar.
No obstante, el Ejército tomó la decisión de no distribuir el filme, pues consideraba que su visionado podía ser contraproducente para los intereses que se buscaban. Aquel material podía desalentar a las tropas y a la sociedad de cara a los nuevos conflictos que se avecinaran, con la Guerra Fría, de hecho, ya asomando en lontananza. La exhibición de heridas psicológicas resultaba más sensible que las secuelas físicas, a la que estaban más acostumbrados los americanos.
"Let There Be Light", que se proyectará el jueves en el Círculo de Bellas Artes, dentro del festival Documenta Madrid, resulta interesante también en el aspecto de la medicina psiquiátrica. Los doctores utilizan la hipnosis y los fármacos para lograr una mejora en sus pacientes en una época en la que la sociedad no estaba tan familiarizada con los tratamientos psicológicos y psico-farmacológicos.
La cinta de Huston no pudo verse en Estados Unidos hasta 1980, cuando las presiones de la Asociación Cinematográfica de Estados Unidos lo hizo posible. No obstante sigue siendo una pieza rara, desconocida, y apenas vista en España, un pedazo de la historia de la guerra propagandística que alumbra un proceso (el de la vuelta del guerrero) poco tratado.