Castilla y León

Historia

¿Morado? No, gracias. El color de Castilla es el carmesí y llevamos siglos confundidos

Una serie de malentendidos, errores y hechos históricos nos han hecho creer que ese era el color representativo del antiguo reino castellano, cuando nunca lo fue

La batalla de Castilla y León
La batalla de Castilla y LeónR. GarcíaEFE

Siempre se ha asociado el morado como el color de Castilla y, de hecho, se ha venido usando a lo largo de los siglos más recientes como emblema del viejo reino. De hecho, la inclusión de este color en la bandera de la II República tenía como objeto honrar a este territorio histórico que junto con los reinos de Aragón o Navarra conforman la actual España.

Pero, ¿y si el morado no fuera realmente el color de Castilla y viniésemos arrastrando un error histórico durante siglos? Actualmente, en Castilla y León se da una peculiaridad: dispone de una dualidad emblemática. Así, junto a la bandera también existe el pendón de Castilla y León, por lo que la región cuenta una doble representación vexiolológica o de banderas. Se pueden utilizar ambas, pero no de forma simultánea, ya que estamos ante el mismo símbolo. Además, el Estatuto de Autonomía se encarga de diferenciar entre una y otra en su artículo 6.

Según cuenta la propia página web de la comunidad de Castilla y León, la bandera oficial “es cuartelada y agrupa los símbolos de Castilla y León (...). La bandera ondeará en todos los centros y actos oficiales de la Comunidad, a la derecha de la Bandera española. El pendón vendrá constituido por el escudo cuartelado sobre un fondo carmesí tradicional...”.

“¿Por qué dos banderas? Un largo y complejo proceso histórico provocó que se produjese la confusión entre el color morado y el púrpura, y que por ello se reivindicase el “pendón morado de Castilla” como enseña regional. La confusión arrancó cuando el ejército real de Carlos I consiguió derrotar a los comuneros en la batalla de Villar en 1521, momento en que el antiguo escudo y pendón castellano y leonés será paulatinamente sustituido por las armas de la Casa de Austria.

Con el paso del tiempo, el escudo real de la dinastía reinante de los Austrias hizo desaparecer por completo el antiguo, y se extendió la errónea asociación entre el color púrpura y el morado. Tras la creación de varias unidades militares de “Guardias reales” en el reinado de Felipe IV, y durante el siglo XVIII y XIX, la creencia será continuada por los republicanos españoles de la I y II Repúblicas: también ellos utilizaron este color morado como un símbolo. Hoy sabemos que históricamente lo correcto es afirmar que el pendón viejo de Castilla es carmesí, y no morado.

Por su parte, la Fundación para la Defensa de la Nación Española (Denaes), refiriéndose a la bandera tricolor de la II República, recuerda que el 28 de abril de 1931 Niceto Alcalá Zamora firmaba el decreto mediante el cual la bandera de España pasaba a sustituir la franja roja inferior pasaba a ser sustituida por una morada, en honor a Castilla.

«…Hoy se pliega la bandera adoptada como nacional a mediados del siglo XIX. De ella se conservan los dos colores y se le añade un tercero, que la tradición admite por insignia de una región ilustre [en referencia a Castilla], nervio de la nacionalidad, con lo que el emblema de la República, así formado, resume más acertadamente la armonía de una gran España».

La bandera republicana fue la más portada por los asistentes a la marcha que ayer acabó en la Puerta del Sol
La bandera republicana fue la más portada por los asistentes a la marcha que ayer acabó en la Puerta del Sollarazon

Y, ¿por qué el morado? Pues, según relatan, el color morado es adoptado por la Sociedad de los Caballeros Comuneros, asociándolo a la Castilla comunera, creada en Madrid en 1821 y cuenta entre sus miembros más famosos a Rafael del Riego y Juan Martín, El Empecinado, “que es quien resucita (y mitifica) la memoria de los Comuneros [...], la ejemplificación de la lucha por las libertades frente a cualquier absolutismo, y se les rinde homenaje reiteradas veces durante el Trienio Liberal, incluso en los discursos en el parlamento. La lucha de los Comuneros es presentada como una lucha liberal avant la lettre, personificando anacrónicamente en aquellos señores de Castilla la lucha de los propios liberales del siglo XIX”.

Así, continúa, el morado es adoptado por esta sociedad como emblema que representa la lucha de los castellanos frente al emperador extranjero Carlos I. Ahora bien, “¿de dónde procede el morado adoptado por estos liberales como color republicano y liberal? Se sabe que el color de la insignia de Castilla no era morado, sino carmesí. Y, sin embargo, en la entrada del DRAE, el “pendón morado” de Castilla viene definido como insignia personal del monarca. Morado, no carmesí. Y personal del monarca.

El origen de esta “confusión” habrá que buscarlo en la historia militar. Fernando III toma Sevilla en 1248 con el concurso de la Banda de Castilla, convertida en regimiento permanente por su heroicidad, que pasa a denominarse Tercio de los Morados provincial de Sevilla, a principios del siglo XVI por el color de su uniforme. En 1640 es elevada a Guardia del Rey y en 1664 es denominada Tercio de Castilla. En 1710 toma el nombre de Regimiento de Infantería Inmemorial de Castilla [...] El pueblo comienza a llamar al Regimiento Inmemorial de Castilla “el Tercio de los Morados” o “Morados de Castilla” en 1693 (según afirma el conde de Clonard) y asocia este color con el del reino castellano”.

Bandera coronela del Regimiento Inmemorial del Rey
Bandera coronela del Regimiento Inmemorial del ReyLa Razón

Pese a estas banderas moradas de los regimientos y Guardias Reales, el estandarte Real de los Borbones conservaba el verdadero color rojo carmesí de Castilla en el campo. Felipe V, Fernando VI, Carlos III, Carlos IV y Fernando VII lo usaron así durante sus reinados (1700-1833). Sin embargo el estandarte Real usado durante la coronación de Isabel II en 1833 fue modificado por los liberales del Gobierno (la mayoría de ellos masones), que le cambiaron el campo de rojo a morado, color erróneamente atribuido al Pendón de Castilla, y de esta forma se conservó para sus dos siguientes sucesiones: Alfonso XII y Alfonso XIII.

En 1843, la reina Isabel II firma el Real Decreto mediante el cual se establece que la bandera de España es la rojigualda, unificando las insignias de todos los cuerpos militares. Pero en su artículo segundo hace una excepción: los cuerpos que por privilegio lleven el Pendón morado de Castilla pueden seguir usándolo, llevando en la bandera una corbata de color morado.

La propia Isabel II usa el morado como estandarte real en su coronación en 1833. en lugar del carmesí, utilizado por los reyes como estandarte de Castilla. Este color morado fue heredado tanto por Alfonso XII como por Alfonso XIII y, de ahí, a la II República. De hecho, aún hoy el color sigue vinculado a Castilla y son muchos los grupos políticos vinculados al castellanismo que la utilizan, como el Partido Castellano Tierra Comunera, Izquierda Castellana...

Sea como sea, no hay que perder de vista que, aunque nunca hubo un «pendón de Castilla» ni una «bandera de Castilla» con un diseño único, la traslación del gules heráldico en tejido solía representarse en tonos rojizos más o menos oscuros, aunque en Castilla se empleó a menudo un color más específico, el carmesí.

Así, el castillo sobre fondo rojo o carmesí ha figurado en algunas enseñas de la Corona de Castilla, que reprodujeron el cuartelado de Fernando III sobre paño y que han servido de base en la actualidad para la bandera de la comunidad autónoma de Castilla y León, así como para las banderas de las comunidades autónomas de Castilla-La Mancha y de la Comunidad de Madrid.

En cualquier caso, más allá de la propia historia, queda clara la presencia del color carmesí en los distintos emblemas, pendones y banderas relacionados con la historia de Castilla que aún se conservan. Así, ahí está el pendón, en campo de seda carmesí, que se conserva en la iglesia de San Martín, capilla de Nuestra Señora del Racimo o de los Arias Dávila, en Segovia; el de la villa de Sepúlveda, en el salón de Sesiones del Ayuntamiento; el guion enarbolado por Isabel I de Castilla en la toma de Granada y que se custodia en la Real Capilla de la catedral granadina; el pendón depositado hoy en la Sala del Solio del Alcázar de Segovia; las enseñas de Carlos I, en seda carmesí; otra de Don Juan de Austria, de su última campaña, en damascado del mismo color que se conserva en la Armería del Palacio Real de Madrid...

Fresco que muestra el pendón rojo de Castilla en la antigua abadía benedictina de San Pedro de Arlanza (Burgos), conservado en el MNAC
Fresco que muestra el pendón rojo de Castilla en la antigua abadía benedictina de San Pedro de Arlanza (Burgos), conservado en el MNACLa Razón

Mención aparte merecen los dos viejos pendones de Castilla que en julio de 1977 fueron bajados de la parte alta de la iglesia colegiata de Medina del Campo para su estudio por una comisión investigadora designada por el Ayuntamiento de Valladolid. Tras su estudio por, entre otros, Amando Represa, director del Archivo Histórico Nacional de Simancas, y Juan José Martín González, catedrático de Historia del Arte, se hizo constar que “es indiscutible que la bandera de Castilla es de color rojo carmesí”.

Recuerda también Lucas Hernández, en un estudio titulado “El pendón de Castilla. Del verdadero pendón de Castilla y el origen de la confusión”, “el pendón, rojo naturalmente, de las Navas de Tolosa, que se guarda en el Monasterio de las Huelgas (Burgos), y bajo el que lucharon las milicias concejiles de Ávila y Segovia en el ala derecha de la vanguardia de vizcaínos, alaveses y guipuzcoanos, en uno de los hechos más decisivos -contestación a la avalancha almohade- de la historia de España y aun de Europa. [Y podríamos añadir a la lista el pendón de la conquista que se conserva en la Catedral de Cuenca…]”.

Hasta los propios comuneros, tan loados en muchas etapas como estandartes del castellanismo histórico, usaron en todo momento pendones de color carmesí y cruces del mismo color en el pecho.

Por último en el Libro de Actas del Ayuntamiento de Valladolid se encuentra reiteradamente una descripción de que el pendón de Castilla “era grande y algo pesado, de tres varas y media de ancho y largo, de damasco carmesí, con las armas de Castilla por ambas partes pintadas en el dicho pendón”.

El ejemplar que se custodia en la Colegiata de San Antolín de la villa de Medina del Campo, un pendón que al parecer está confeccionado a principios del siglo XVI, sirvió de base para la elaboración de un pendón de Castilla y León, si bien a ese original se introdujeron modificaciones en los ornamentos y en las figuras. Ese diseño se llevó a cabo durante el proceso preautonómico, por mano del Ayuntamiento de Valladolid. Su ejemplo fue seguido por otras Corporaciones en los meses siguientes, y se adoptó esta doble representación de banderas en la Comisión que estaba redactando el proyecto del Estatuto de Autonomía. Así quedó también incorporado y aprobado definitivamente en el texto.