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Este es el sangriento origen del Día Internacional de los Trabajadores

La revuelta de Haymarket de 1886 fue uno de los movimiento obreros más importantes que han tenido lugar en Estados Unidos y en el mundo
La Razón

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El Día Internacional de los Trabajadores siempre se celebra el 1 de mayo. Sin embargo, el primero de mayo de este año ha caído en domingo. Así que, como suele suceder con muchas otras fiestas en nuestro país, lo que se hará es pasar el día de libranza al lunes, es decir, al 2 de mayo. Aunque con un matiz: no todas las Comunidades Autónomas han marcado el festivo en el calendario. Y es que, al ser un festivo sustituible, ha quedado al capricho de las autoridades de cada región.
Por eso, mañana será fiesta únicamente en Andalucía, Aragón, Asturias, Castilla y León, Extremadura y en la Región de Murcia. Cabe anotar también, que en Madrid sí será festivo, pero no se celebrará únicamente el Día del Trabajo porque coincide con el Día de la Comunidad de Madrid (conmemoración del levantamiento del 2 de mayo de 1808 contra la invasión napoleónica).
El 1 de mayo es el mejor día del año para los sindicatos de todo el mundo, porque es el momento perfecto para manifestarse en contra de las condiciones laborales de los trabajadores. En España se celebra oficialmente el Día de los Trabajadores desde que, en el año 1931, el entonces ministro de Trabajo, Largo Caballero, lo declarase feriado nacional. Sin embargo, el origen de esta efeméride es mucho más antiguo:
¿Cuál es el origen del Día Internacional de los Trabajadores?
Con esta efeméride se conmemora la lucha por los derechos laborales. Y se celebra -precisamente- el 1 de mayo, porque fue el 1 de mayo del año 1886 cuando se inició una huelga en todas las fábricas de Chicago para exigir que los trabajadores industriales fueran incluidos en la Ley Ingersoll que el presidente Andrew Johnson había firmado en el año 1868, y que contemplaba la jornada laboral de 8 horas para los empleados públicos (salvo casos de absoluta necesidad).
En aquel momento, en Illinois (estado al que pertenece la ciudad de Chicago) la única legislación laboral para los trabajadores industriales era la que limitaba la jornada por encima de las 18 horas. En esta norma quedaba estipulado que si no existía una causa justificada para ampliar la jornada y aún así se le exigía al obrero trabajar más tiempo, al empleador le correspondería una sanción de 25 dólares.
Aquella huelga estuvo manchada desde el principio por la violencia entre los manifestantes y la Policía. Aunque -en no pocas ocasiones- las víctimas también fueron los esquiroles que habían decidido mantenerse al margen de las manifestaciones. El 3 de mayo, tuvieron lugar una serie de enfrentamientos entre los obreros industriales que se habían adherido a la huelga y aquellos que no habían querido sumarse a sus compañeros de gremio. En total, aquella batalla campal dejó seis muertos y varias decenas de heridos entre esquiroles, manifestantes y policías.
Después de aquel fatídico día, un panfleto anarquista escrito en alemán llamado Chicagoer Arbeiter-Zeitung, repartió 25.000 ejemplares de un libelo que convocaba a todos los obreros industriales en la Plaza de Haymarket el siguiente 4 de mayo. El panfleto decía: Al terror blanco respondamos con terror rojo. Ayer, las mujeres y los hijos de los pobres lloraban a sus maridos y a sus padres fusilados, en tanto que en los palacios de los ricos se llenaban vasos de vino costoso y se bebía a la salud de los bandidos del orden... ¡Secad vuestras lágrimas, los que sufrís! ¡Tened coraje, esclavos! ¡Levantaos!”.
Durante esta jornada, que luego fue bautizada como “la masacre de Haymarket”, una persona resguardada por la multitud lanzó un artefacto explosivo contra un grupo de policías, matando a seis de ellos e hiriendo a otros sesenta. Aquel suceso desató una ola de violencia desenfrenada que acabó con los uniformados abriendo fuego indiscriminadamente contra los manifestantes y con la detención de multitud de ellos. En total, la refriega acabó con la muerte de 38 obreros y con 115 heridos.
Los mártires de Haymarket
En respuesta ante el infame espectáculo que se había presenciado en Chicago, la prensa y la sociedad estadounidense se volcó en contra del “movimiento obrero”. Lo que permitió que tuviera lugar un juicio sin ninguna garantía contra los líderes de la manifestación (a pesar de que no fueron ellos quiénes lanzaron la bomba). El proceso comenzó el 21 de junio de 1886 con 31 personas sentadas en el banquillo de los acusados. Finalmente, 8 de ellos fueron condenados... aunque con diferentes penas: para uno de ellos fue de 15 años de trabajos forzados, para otros dos de cadena perpetua y para otros cinco la pena fue la horca.
Al final, el 11 de noviembre del año 1887 sólo se pudo ejecutar a cuatro de los condenados, porque Louis Lingg se suicidó el día anterior. Sus nombres eran George Engel, Adolf Ficher (el mismo que había redactado el panfleto de Arbeiter-Zeitung), Albert Parsons y August Spies. Las últimas palabras del último de ellos resultaron premonitorias: “La voz que vais a sofocar será más poderosa en el futuro que cuantas palabras pudiera yo decir ahora”. De hecho, el mismo día de la ejecución, las calles de Chicago se colapsaron por un desfile fúnebre que les rendía homenaje, que consiguió reunir a -aproximadamente- 25.000 personas indignadas ante lo sucedido.
Con el tiempo, un nuevo juicio reexaminó el caso y constató que aquello no había sido -ni de cerca- un proceso justo y que -en consecuencia- las condenas tampoco lo fueron. En realidad, ninguna de las pruebas había conseguido relacionar a ninguno de los condenados con la explosión del 4 de mayo (Albert Parsons ni siquiera había estado presente durante la revuelta de Haymarket). Es decir, que el proceso que acabó con la vida de los cinco de Haymarket había sido un mero teatro... la consumación de la furia colectiva que se había desatado en contra de las ideas comunistas y anarquistas.
Años después, en 1889, en París se celebró el Congreso Obrero Socialista de la Segunda Internacional (asociación de partidos socialistas, laboristas y anarquistas de todo el mundo); donde se estableció que -a partir de entonces- el primer día de cada mes de mayo se celebraría el Día Internacional de los Trabajadores, en recuerdo de “los mártires de Haymarket”.