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Escafismo, el método de ejecución más lento y degradante de la Antigüedad

Este método de ejecución también era un método de tortura, cuya agonía se extendía durante días
"Una mujer condenada a morir por Escafismo", Nathional Geographic (1922)
"Una mujer condenada a morir por Escafismo", Nathional Geographic (1922)Dominio Público
La Razón

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A finales del siglo V aC, el Imperio Persa vivió un momento muy complicado cuando los príncipes Artajerjes II y Ciro el Joven se disputaron la sucesión al trono. La contienda fue -como cualquier otra guerra civil- un episodio especialmente doloroso y cruento, donde decenas de miles tuvieron que morir para que pudiese resolverse la disputa.

La última batalla de la guerra tuvo lugar en Cunaxa, que se cree que estaba situado en la actual localidad de Tell Kuneise, al oeste de Bagdad. En mitad de aquel caos, un joven guerrero llamado Mitrídates vio la oportunidad de acabar la guerra. Frente a él se encontraba Ciro el Joven, aspirante al trono del bando enemigo. Mitrídates no lo dudó y arremetió contra él, acabando con la batalla y permitiendo el ascenso definitivo e indiscutido de Artajerjes II al trono del Imperio Persa.

Ilustración de la batalla de Cunaxa
Ilustración de la batalla de CunaxaDominio Público
Pero el rey Artajerjes II no sólo no agradeció el enorme favor que le había hecho Mitrídates, sino que además le castigó por ello. Y no con un castigo cualquiera, sino que le condenó a morir mediante uno de los métodos de ejecución más crueles que ha conocido la humanidad: el escafismo.

Este método de ejecución también era un método de tortura, cuya agonía se extendía durante días. Básicamente, consistía en meter la mayor parte del cuerpo del condenado en el interior de un cajón de madera. En algunos casos se dejaban las extremidades y la cabeza fuera del cajón y en otras se dejaba únicamente uno de los brazos y la cabeza. La víctima era untada con una mezcla de leche y miel, que servía de reclamo para los insectos, que acudían insaciables a alimentarse.

Simultáneamente, el condenado era obligado a ingerir alimentos podridos y en mal estado, de forma que se desencadenase una diarrea. Los excrementos permanecían en el interior de la caja, haciendo que más y más insectos acudieran al festín. Poco a poco, estos insectos también empezaban a alimentarse de la carne del individuo, lo que provocaba un dolor indecible. Otra de las variantes consistía en utilizar el cadáver de un caballo… en lugar de un cajón de madera, lo que hacía que la putrefacción se extendiese mucho más rápido.

Lo peor de todo es que -paradójicamente- sus verdugos no intentaban matarlo. En realidad, trataban de conseguir que permaneciese con vida lo máximo posible. Cada cierto tiempo, la víctima era obligada a ingerir agua y alimentos en buen estado, logrando posponer el colapso, prolongando así su agonía durante unos 15 o 20 días, más o menos.
"Una mujer condenada a morir por Escafismo", Nathional Geographic (1922)
"Una mujer condenada a morir por Escafismo", Nathional Geographic (1922)Dominio Público
La fotografía anterior y que sirve de portada a este artículo fue tomada por el fotógrafo Stephanne Passet nada más y nada menos que en el año 1922. Concretamente, fue tomada en Mongolia y fue publicada por Nathional Geographic acompañado por la leyenda: “Una mujer condenada a morir por Escafismo".

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