La Historia rescatada

El Papa Francisco y el misterio de la "Barca de Jesús" que está en el Vaticano

Una réplica fiel de la embarcación hallada en Tierra Santa se ha instalado en los Museos Vaticanos

El Papa Francisco delante de la llamada “Barca de Pedro”, una réplica exacta de una barca del siglo I recuperada en el Mar de Galilea en 1986, que han incorporado Las colecciones papales.
El Papa Francisco delante de la llamada “Barca de Pedro”, una réplica exacta de una barca del siglo I recuperada en el Mar de Galilea en 1986, que han incorporado Las colecciones papales.Museos Vaticanos

Una réplica fiel de la barca de la época de Jesús hallada en Tierra Santa se instaló hace unos días a la entrada de los Museos Vaticanos. «Francisco ha querido que todo el mundo pueda verla», manifestó Bárbara Jatta, directora de los Museos Vaticanos. Se trata, en efecto, de una copia exacta de la barca de Pedro que zozobró sobre las aguas del lago de Genesaret, construida en el siglo primero y utilizada para la navegación hasta el año 70 aproximadamente. La embarcación se halló en enero de 1986 en las riberas del lago como consecuencia de la fuerte sequía que asoló la región aquel año.

La falta de lluvias hizo retroceder el nivel de las aguas del lago dejando al descubierto a ojos de dos hermanos residentes en el kibutz de Ginnosar, en la ribera noroeste, el contorno del casco de una barca enterrado en el lodo cerca de Magdala. La nave debió perder su vela y el ancla, siendo arrostrada mar adentro donde no tardó en hundirse. Con la crecida de las aguas, tras la horrible sequía, se complicó el rescate del casco y los arqueólogos de la Dirección de Antigüedades de Israel debieron improvisar un dique con ayuda de unas bombas para contener la subida de la marea. Finalmente, mediante un armazón de yeso lograron reflotar la embarcación y sacarla de la orilla. Muy pronto, al sensacional descubrimiento se le conoció como la «Barca de Jesús», aunque, en opinión del experto James H. Charlesworth, ésta no guarde conexión directa con Jesús ni con ninguno de sus primeros seguidores. Pero sin que eso signifique que su estudio no resulte de gran valor para la investigación.

Redes repletas de peces

La barca, de unos doce metros de eslora (longitud), por casi dos metros y medio de manga (ancho), conserva la borda muy cerca del agua para que los pescadores pudiesen tirar con mayor facilidad de las redes repletas de peces hacia el interior de la nave. Esta característica que la diferencia de otras embarcaciones, la convierte al mismo tiempo en una lancha muy vulnerable a las olas provocadas por una tormenta, como las que sufrieron Jesús y sus discípulos según el Nuevo Testamento.

Datada por el Carbono 14 como del año 40, tras el análisis de sus planchas de madera, la barca está fabricada en parte con cedro y debió construirse en la cercana Magdala, habiendo naufragado como consecuencia de una fuerte tormenta. El hecho de que apareciese cubierta de sedimentos y de barro, la protegió sin duda de las bacterias y de la descomposición, haciendo posible su datación en el tiempo.

No se sabe a ciencia cierta si la embarcación descubierta era de pesca o también de carga, pero sin duda sería similar a las de Pedro y los hermanos Zebedeo, con sus mismas características polivalentes. Su quilla se fabricó con un tronco de cedro del Líbano, pero la mayor parte de las planchas utilizadas eran de maderas inferiores e impensables para uso náutico, como el pino, el azufaifo y el sauce. Señal inequívoca de que el constructor no tuvo a mano los materiales idóneos, aunque acreditase gran preparación y destreza a la hora de fabricar una embarcación capaz de surcar las aguas durante años enteros. En la nave sin cubierta cabían hasta trece personas, si bien algo apretadas. El número exacto que sumaban Jesús y sus doce discípulos.

Recordemos que en el mar transcurrió buena parte de la predicación de Jesús y que obró algunos de sus más grandes milagros. Habitó y recorrió así los poblados en las orillas del lago de Genesaret durante sus tres años de vida pública, y subió a la barca para desplazarse de una ribera a otra del mar y predicar a las multitudes incluso desde ella misma. Padeció tempestades, contempló las faenas de pesca y hasta los evangelios nos dicen que anduvo sobre las aguas. Y por si fuera poco, recurrió a la vida marítima a la hora de comparar alguno de sus aspectos con el Reino de los Cielos, sin olvidar tampoco que muchos de sus discípulos eran pescadores.

Con razón, los estudiosos Crossan y Reed incluyen a la barca de pesca encontrada en las riberas del lago de Genesaret, en el valle israelí Nahal Tzalmon, como uno de «los diez principales descubrimientos arqueológicos para exhumar a Jesús», en sus propias palabras. Si el gran historiador Flavio Josefo cifraba en doscientas treinta las embarcaciones existentes en el lago en su época, ¿era entonces aquella barca la misma a la que se subió Jesús?

El Lago de Genesaret

Jesús desarrolló su actividad marítima en el lago de Genesaret y no en el Mar Muerto, que eran los dos lagos existentes entonces. Ambos eran de considerable extensión, razón por la cual se les sigue denominando mares incluso hoy en día. A diferencia del lago de Genesaret, el Mar Muerto es de agua salada y servía de uso exclusivo para la navegación comercial por su evidente falta de pesca. Prueba de ello es que en el mapa-mosaico de Mádaba, de la época bizantina, se representa al Mar Muerto surcado por dos naves de carga. El lago de Genesaret es, por el contrario, de agua dulce y sigue siendo hoy navegable y apto para la pesca como lo demuestra el hecho de que en sus riberas vivan todavía marineros y trabajadores del mar. Genesaret es la versión griega del término hebreo «Kinneret», derivado de la palabra «kinnor»: «Cítara».