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La teología política de Donoso Cortés

Las ideas de este filósofo, prácticamente ignorado en nuestro país, fueron claves para el desarrollo político de buena parte del mundo, tanto a izquierda como a derecha
Juan Donoso Cortés, retratado en 1849 por Federico Madrazo
Juan Donoso Cortés, retratado en 1849 por Federico MadrazoLa Razón
La Razón
  • Yoel Meilán

    Colaborador

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Se suele decir que la filosofía actual no son más que notas al pie de Platón. Si esto es cierto, se puede afirmar, casi sin lugar a duda, que la teoría política moderna son notas al pie del pensador conservador y político español, Juan Donoso Cortés. Nació en 1809 en Badajoz, proveniente de una familia de terratenientes de corte liberal con mucha influencia en su provincia. De joven, como muchos otros de su generación, se entregó a la poesía. Más arrojado que exitoso en este campo, pronto comenzó a preocuparse por los asuntos políticos y sociales de la España de su época. Fue un feroz defensor del liberalismo político durante su juventud, escribiendo en numerosos periódicos como «La Verdad», «El Porvenir» o «El Piloto», y formando parte del ala moderada del Partido Liberal. Desde sus tribunas, el filósofo ejerció una defensa férrea de la monarquía constitucional, del orden liberal y la defensa de la propiedad. De la misma manera, llegó a ser muy cercano a la reina Isabel II, ostentando cargos en palacio y siendo nombrado Marqués de Valdegamas, con grandeza de España.
Si su figura se hubiese quedado ahí, sería un personaje relevante en nuestra historia. Un buen orador y gran periodista. No obstante, sería en sus últimos años, cuando dio un viraje ideológico, en el momento en que trascendió las fronteras y no sólo se volvió relevante para España, sino una figura indispensable para el mundo entero.
Cortés se horrorizó ante el caos que veía en la Europa de su época. La Revolución Francesa y las Guerras Carlistas habían dejado en él una marca que no hizo sino aumentar ante las revoluciones de 1848. En ese momento, el pensador vio cómo gobiernos a los que él había defendido caían presa de la anarquía o la tiranía.
Es en esta época cuando el pacense realiza sus mayores aportaciones, recogidas en su «Discurso sobre la dictadura» en 1849, y el «Ensayo sobre el catolicismo, el liberalismo y el socialismo», publicado en 1851. Para Cortés, la sociedad estaba condenada al enfrentamiento, a la lucha entre sus partes. Los ricos contra los pobres, los de un lado contra los de otro. De tal manera, y como afirma en su discurso, sólo cabía escoger entre la «dictadura del puñal y la dictadura del sable (y yo) escojo la dictadura del sable».
Pese a esta frase, Cortés no defendía una dictadura al uso, sino la recuperación de unos valores absolutos. Según su punto de vista, el liberalismo más radical y el socialismo habían llevado todo al relativismo, a un espacio en el que cualquier cosa podía ser discutida. Si esto era así, sería sólo cuestión de tiempo que los enfrentamientos surgiesen entre los diferentes grupos, al no poder afirmarse nada de forma clara y rotunda.
A través de la figura de Dios, y de sus normas indiscutibles, Cortés buscaba crear una teología política. Unas normas comunes a toda la nación, que permitiesen a los ciudadanos colaborar y evitar los conflictos. Unas creencias mayores que la propia voluntad humana que, con su existencia, limasen los choques entre los diferentes intereses políticos. En este sentido, su pensamiento fue increíblemente novedoso, pues se alejaba de los conservadores más tradicionales al defender a Dios y sus leyes no necesariamente por su existencia, sino por su necesidad política.
Pese a que este adalid del pensamiento conservador se encuentra casi olvidado en España, su influencia en el resto del mundo ha sido indiscutible, tanto en la izquierda como en la derecha. Carl Schmitt, reconocido como uno de los más brillantes juristas y pensadores políticos del pasado siglo, e influencia de personajes tan dispares como los nazis, Manuel Fraga o los comunistas italianos, reconoció en la idea de la teología política de Cortés una de sus principales inspiraciones. Pero no sólo él, figuras actuales como la teórica republicana Chantal Mouffe –base teórica de movimientos como el Peronismo en argentina o Podemos en España– identifica en Cortés, con su idea del enfrentamiento político inevitable, la inspiración de buena parte de sus tesis.
La vida y pensamiento de Cortés, descuidada por sus compatriotas, como muchos de nuestros grandes personajes, ha resultado inestimable para la teoría política del mundo entero. Su figura, inolvidable y eterna, debe ser recuperada para entender el mundo y, sobre todo, nuestro propio país.

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