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India Martínez: "El postureo no me gusta nada, intento evitarlo"

El lado más sincero y auténtico de la cantante se transmite en las 13 canciones de «Palmeras», su nuevo disco que ya adelantó a principios de octubre con el single «La gitana».
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El lado más sincero y auténtico de la cantante se transmite en las 13 canciones de «Palmeras», su nuevo disco que ya adelantó a principios de octubre con el single «La gitana».
India Martínez continúa siendo aquella niña del bloque 11 del barrio cordobés de Las Palmeras. La que se encerraba en su habitación para escuchar música, la que bailaba en las escaleras y la que se refugiaba en su familia para reunir fuerzas antes de dar el gran salto que le llevaría a cumplir su sueño. Acaba de lanzar «Palmeras», su octavo disco y para cuya composición ha retomado el brillo de los ojos y la inocencia de su infancia. Todo ello sin dejar de renovarse, pues para la cantante no hay límite en la música y menos cuando nace de lo más profundo del alma a través de algo que le apetecía hacer: «Una regresión en el tiempo».
–¿Lo necesitaba?
–Claro, volver al punto de partida. Teniendo unas raíces y una historia tan bonitas me apetecía volver a emocionarme como el primer día, incluso recordar esa época de niña. Me crié en un barrio que se llama Las Palmeras, en Córdoba, y de ahí partí.
–¿Cambió su inocencia por perseguir un sueño?
–Lo tenía clarísimo desde muy niña: quería cantarle al mundo entero. Estamos tan pendientes de lo que viene que no nos damos cuenta de las cosas que se han cumplido. Tienes que sentirte satisfecha, afortunada, y más viniendo de un barrio tan humilde y con tan pocas posibilidades. Porque la gente que nace con carencias, incluso con riesgos de exclusión social, no lo tiene fácil. Está hasta mal visto.
–¿A qué jugaba aquella niña del barrio?
–Estaba todo el día cantando, bailando y tocando. Recuerdo bajar las escaleras de mi bloque, juntarme con amigas en el banco, ponerme a cantar y terminar haciendo un corro increíble. De montarme en la papelera y tocar la percusión como si fuera un cajón o de hacerme una guitarra con una caja de zapatos y unas gomas. La música para mí era un juego y lo que más me llenaba del mundo.
–¿Ha ido renovándose en los géneros musicales?
–Desde niña ya decía que no quería quedarme encerrada en un estilo. Empecé haciendo festivales y concursos con el flamenco clásico, pero ya desde mi primer disco me he ido moviendo por lo que me apetecía musicalmente.
–¿No sigue las modas?
–Las modas influyen. Para componer este álbum partí de mis orígenes, de mi barrio, pero me fui a Miami para componer. Fue un modo de conectar las palmeras de allí y las de Córdoba de una manera musical muy bonita. En cada disco me muevo con sonidos diferentes para no quedarme estancada, si no me aburriría. Este disco no iba a ser menos, lo que pasa es que tiene mucho del otro lado, de aires latinos.
–¿Qué opina del postureo?
–No me gusta nada, intento evitarlo. Si tengo que adoptar alguna pose, que sea la más natural y me sienta identificada. No soy partidaria de las poses forzadas que te hacen estar incómoda.
–¿A través de las fotos se oculta la realidad?
–Soy muy transparente y se me nota. Además, disfruto siendo yo misma. Si no me apetece ponerme tacones, ¿por qué me los tengo que poner? Si un día enseñas más, da igual, y si enseñas menos, también. El otro día iba con un abrigo arreglado y con un chándal debajo. Y me dio lo mismo.
–«Vamos a hacerlo por las buenas», reza «La gitana», ¿cómo es India por las malas?
–Tengo pocos momentos, suelo tener paciencia. Mi entorno más cercano puede ver mis ratos de mal carácter, pero siempre muestro lo mejor de mí. Hay veces que se confunden y me dicen que, de buena, soy tonta. Pero no, yo puedo aguantar porque tengo paciencia, aunque, si me buscas, cuidado, porque me encuentras. Esa canción también habla del empoderamiento de una mujer directa, alegre, fiestera. Si escuchas bien la letra, al final ella le quita la importancia a los problemas y le sale lo que es en el fondo: «Te sale la gitana» (canta). Y no digo gitana de forma despectiva. Al contrario: destaco la autenticidad de las personas. En mi barrio hay gente de todas las razas y, al final, todos somos uno.
–Hay quienes dicen que el flamenco solo es para los gitanos, ¿qué opina?
–El flamenco no es de nadie, es del mundo. Yo llevo cantándolo toda la vida, pero también he hecho rancheras o sambas y nadie me ha dicho «no hagas eso porque no es tuyo». El «boom» de Rosalía ha sido enorme y muchos pueden aplaudirlo, pero hay gente para todo. También hay quienes desconocen el género y la confusión hace que se sientan ofendidos.
–¿Estamos acostumbrados a categorizarlo todo?
–Nunca he sabido cómo llamarle a mi música, yo misma no le pongo etiquetas.