Premio Planeta

Cercas gana el Planeta con un mosso hecho héroe

El autor de «Soldados de Salamina» o «La velocidad de la luz» se acerca al género policiaco con «Terra Alta», una obra protagonizada por un mosso d’esquadra y protagonista en los atentados yihadistas de Cambrils, en 2017.

Javier Cercas recoge el galardón. Foto: Alberto R. Roldán
Javier Cercas recoge el galardón. Foto: Alberto R. Roldánlarazon

El autor de «Soldados de Salamina» o «La velocidad de la luz» se acerca al género policiaco con «Terra Alta», una obra protagonizada por un mosso d’esquadra y protagonista en los atentados yihadistas de Cambrils, en 2017.

Javier Cercas explicó al recibir el Premio Planeta cuáles han sido las motivaciones de presentarse a este galardón y escribir este libro: “Tengo 57 años y a mi edad uno de los peligros que tiene un escritor es repetirse. Convertir en fórmula lo que antes era hallazgo y necesidad es un intento de reinventarme a través de una obra radicalmente distinta, pero al mismo tiempo siendo fiel a mis libros anteriores”. Cercas explicó que todas sus obras en el fondo son policiacas, la diferencia con la que acabo de escribir es que en las anteriores se conocía quién era el culpable "en la primera pagina, en la primera linea, o incluso antes”.

A los dos años de la publicación de «Soldados de Salamina» en las tradicionales quinielas sobre ganadores del Premio Planeta sonaba el nombre de Javier Cercas. El escritor ha tenido que esperar bastante para alcanzar el galardón que convoca el Grupo Planeta y que ayer alcanzó su edición número 68 con «Terra Alta».

Con este premio, Javier Cercas cambia de sello tras años publicando en Literatura Random House, pero también de género. Tras unos cuantos libros dedicados a bucear en nuestra historia, ya sea la Guerra Civil o la Transición, el autor de «El impostor» ha decidido cambiar de registro y adentrarse en la novela policiaca. No es un terreno que sea del todo ajeno porque ya había tanteado con ellos en «El móvil» o «Soldados de Salamina». Sin embargo, en esta nueva andadura literaria el escritor opta por hacer del género negro el vehículo con el que hablar de la realidad social y política del país, algo que no lo aleja mucho, por ejemplo, del Pepe Carvalho de Manuel Vázquez Montalbán. En esta primera entrega de lo que parece ser el inicio de una serie, nos encontramos con Melchor Marín, un ex delincuente convicto que ha acabado reconvertido en mosso d’esquadra en Gandesa. El protagonista fue uno de los policías que plantó cara a los terroristas yihadistas durante los atentados de Cambrils, en 2017. El policía se enfrenta en esta ocasión a la resolución de un triple asesinato por la que tendrá que pagar un precio elevado.

El título de la obra premiada es «Terra Alta» con la que Cercas hace historia en el Planeta es un guiño irónico a una de las obras míticas del imaginario literario catalán: «Terra Baixa», la popular obra de teatro de Àngel Guimerà. Por todo ello, el autor de «El impostor» se adentra en la actualidad catalana sin ningún tipo de censura y, para ello, nos lleva hasta Gandesa, una población situada en la tarraconense comarca de Terra Alta. No está a mucha distancia de Cambrils, uno de los principales escenarios de los atentados terroristas que padeció Cataluña en 2017.

No se puede olvidar, y esto es también importante para entender el tejido que cubre a «Terra Alta», que Javier Cercas nunca ha ocultado sus opiniones sobre la situación que actualmente se vive en Cataluña. En este sentido, especialmente en sus colaboraciones en la Prensa, se ha mostrado muy crítico con el independentismo. Eso es lo que le hizo afirmar en un periódico alemán que los políticos catalanes habían llevado a cabo «un golpe de Estado».

La realidad, el querer explicar el mundo en el que vivimos ha sido uno de los grandes objetivos de uno de los narradores expañoles con más reconocimiento internacional. Este juego entre la realidad y la ficción, entre la historia y la propia vivencia de un personaje que podría llamarse Javier Cercas, tiene su mejor resultado en «Soldados de Salamina». El título, aparecido originalmente en Tusquets, se convirtió en un superventas gracias, sobre todo, al boca-oreja. La novela ha conocido desde su primera edición adaptaciones para el cine –de la mano de David Trueba–, el teatro y el cómic, además de una versión crítica en Cátedra. La obra sobre el fallido fusilamiento del falangista Rafael Sánchez Mazas consiguió el aplauso de paladares literarios tan exquisitos como los de Susan Sontag, Mario Vargas Llosa y J. M. Coetzee, además de un número destacadísimo de traducciones, desde el chino al francés.

El éxito no hizo que Cercas quisiera seguir esta fórmula, optando por una mucho más compleja con un «yo» que habla de su paso por la Universidad de Illinois. Eso es lo que encontrábamos en la novela «La velocidad de la luz».

Pero en su siguiente libro, Cercas miró otra vez hacia nuestro pasado, optando por un camino complejo y siempre fértil para las conspiraciones. El intento de golpe de Estado del 23 de febrero de 1981, pese a la mucha tinta que sobre él se ha vertido, parecía un terreno difícil para un novelista, un lugar por el que tantos han transitado para decir lo mismo. El escritor fue distinto a todos en «Anatomía de un instante», obra que supuso su aterrizaje en Random House tras unos años en Tusquets. Cercas optó por hacer del ensayo una novela o, también si se quiere, hacer de la novela un ensayo. Para ello fijó su objetivo en un momento muy concreto de la intentona golpista de Tejero: el momento en el que el entonces presidente del Gobierno Adolfo Suárez permanecía en su escaño mientras los guardias civiles que acompañaban a Tejero disparaban sus metralletas hacia el techo del Congreso de los Diputados. El libro fue un verdadero fenómeno editorial, convirtiéndose en el más vendido en el día de Sant Jordi, además de lograr el Premio Nacional de Narrativa de 2010 y, un año más tarde, el Premio Mondello, en Italia.

Autoficción

Poco después, Cercas quiso sorprender a sus seguidores con una aproximación nostálgica y sincera al mundo de los «quinquis» en «Las leyes de la frontera» (2005). Cuatro años más tarde volvió a la autoficción en un juego interesante de espejos con «El impostor» donde abordaba la vida y las mentiras de Enric Marco, el hombre que se hizo pasar falsamente por superviviente de los campos de concentración nazis. La Guerra Civil volvió a llamar a las puertas del escritor, aunque para rescatar a un nombre de su propia familia. Eso es lo que tuvo el lector de «El monarca de las sombras» donde nos narra la historia del tío de su madre, Manuel Mena, falangista y alférez del ejército rebelde durante la Guerra Civil española, que falleció en la contienda bélica con solamente 19 años. Cercas explicó, durante la promoción de la obra, que éste había sido un tema tabú en su círculo.

En 2017, en conversación con este diario, Cercas rememoraba su carrera, apuntando que «no he buscado la trayectoria que he tenido. Le contaré una anécdota estupenda. Poco antes de que publicara “Soldados de Salamina”, hablo de cuando tenía 37 años, tenía dos o tres amigos que eran escritores y uno de ellos era Roberto Bolaño, a quien no conocía nadie en ese momento y que tenía un sentido guerrillero de la literatura. Nos llamábamos cada día por teléfono. Un día me dice: “Javier, aquí hay una antología llamada “Páginas amarillas”, publicada por Lengua de Trapo”. En ella estaban todos los escritores de mi generación. Y me dice Bolaño: “No estás, Javier. Tienes un enemigo muy serio. Aquí ha habido una mano negra”. Mi trayectoria, como dice, es la normal. No se me ocurrió, por ejemplo, enviar mis primeros libros a Anagrama porque me parecía una editorial demasiado importante, además de por miedo a que me dijeran que no. Es que, ¿cómo se me podría ocurrir con 25 años enviarle algo a Penguin Random House o a Jordi Herralde? Ni borracho. Por eso creo que mi camino es el lógico y el hecho de haber sido un escritor marginal ha sido muy bueno para mi porque me ha permitido madurar. Yo, que era un tipo de Gerona, que es como vivir en las Antillas, y que tenía amigos que eran catalanes y poetas, no podía tener la menor relación con la vida literaria española. Es decir, cero patatero. Hasta que poco después conocí a Ignacio Martínez de Pisón, Enrique Vila-Matas y Bolaño. Eso me dio tiempo para madurar e ir haciéndome como escritor».