Teatro

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Jordi Rebellón: «¿Con quién vas a compartir las experiencias de una guerra?»

Conocido por su papel de Vilches en «Hospital Central», protagoniza «El pintor de batallas» a partir del 22 de marzo en los teatros del Canal de Madrid.

Jordi Rebellón: «¿Con quién vas a compartir las experiencias de una guerra?»
Jordi Rebellón: «¿Con quién vas a compartir las experiencias de una guerra?»larazon

Conocido por su papel de Vilches en «Hospital Central», protagoniza «El pintor de batallas» a partir del 22 de marzo en los teatros del Canal de Madrid.

Hace doce o trece años quedé con Jordi Rebellón, por entonces el apasionante doctor Vilches, de la famosa serie «Hospital Central», para hacerle una entrevista para este mismo periódico. Nos citamos en el mítico Café Gijón de Madrid. Yo, que para eso era –y soy– la entrevistadora, llegué antes y me encontré a Arturo Pérez-Reverte, a quien saludé y con quien me senté en esa mesa del fondo que él solía elegir siempre. Al poco, llegó Jordi. Me despedí de Arturo y fui a charlar con mi entrevistado. Hace un par de días, Jordi y yo volvimos a quedar en el mismo sitio para hacer esta entrevista. No nos encontramos a Pérez-Reverte, pero de alguna manera estaba presente porque Jordi venía a hablarme de «El pintor de batallas», la obra de teatro que va a protagonizar en los teatros del Canal de Madrid del 22 de marzo al 16 de abril, basada en la novela del mismo título del escritor.

«Es la más personal y la más autobiográfica», cuenta Jordi. «De hecho, dice que hay en ella un 90 o 95 por ciento de él. Pérez-Reverte fue corresponsal en la guerra de los Balcanes o donde le tocara y vio todo. Y ser un corresponsal de guerra en primera línea es muy duro...», añade. Debe serlo. No hay duda. Por eso este personaje, basado en su autor, y de nombre Faulques, es un hombre serio, ensimismado, huraño y solitario. Más de uno diría que le va como anillo al dedo a Rebellón, que se hizo famoso encarnando al a veces también áspero doctor Vilches. «Bueno, él no era solitario. Era arisco porque escondía la verdadera naturaleza de su carácter. Le gustaba a la audiencia masculina porque era un buen profesional y se podía permitir el lujo de hacer lo que quería en su trabajo, y a la femenina porque os gustan los tipos que van de duros por la vida pero que en el fondo son los más tiernos del mundo. En el caso de Faulques, después de ver y vivir lo que ha visto y vivido, entiendo que sea solitario porque, ¿con quién vas a compartir esas experiencias? ¿Cómo vuelves a casa sabiendo que hay muertos y heridos a tu lado a los que tienes que dejar para pasar las noticias a TVE cuando podrías haberlos ayudado?, ¿o que has querido ayudar a alguien y no has podido salvarlo?».

No debe ser fácil enfrentarse a un texto con tanta carga emocional, y menos sin saber si un autor de la talla de Pérez-Reverte le va a dar el beneplácito. «Cuando estrenamos en Valladolid estábamos acojonados porque sabíamos que nunca le había gustado lo que habían hecho de él. O al menos no del todo. Y la verdad es que nos sorprendió porque nos dijo que era la primera adaptación de un texto que apoyaba sin fisuras, que le habíamos hecho recordar muchas cosas que tenía dormidas y que le habíamos tocado la fibra. Por eso apoyó la rueda de prensa del otro día y vendrá también al estreno», afirma Rebellón.

El de «El pintor de batallas» no es un texto sencillo. Supongo que debe ser todo un reto para un actor: «Siempre decimos que lo que estamos haciendo es el mayor reto, así que no sé si éste lo es. Sí es el texto que más me ha costado analizar para poderlo entender, porque, como dices, no es nada fácil. Está lleno de miedos, culpas, recuerdos, fantasías... Es un texto maravilloso, pero muy técnico y complicado. Y me ha costado comprender algunas cosas, porque yo leo, pero no soy un gran lector. Eso sí: hicimos mucho trabajo en equipo con Antonio Álamo, el director, y Alberto Jiménez, el actor, e hincamos el diente al texto hasta que le sacamos todo lo que le podíamos sacar. No sé si es mi personaje más difícil, porque todos tienen su dificultad, pero quizás es el más intenso».

Le pregunto si tiene más proyectos o sólo está dedicado a éste y sonríe: «No tengo nada más. De momento estoy con esto y ya me ha ido bien porque, como te decía, ha sido un trabajo muy intenso y duplicar trabajo, sobre todo con televisión, que acabas de grabar y te tienes que ir al teatro y de bolos el fin de semana que descansas, es agotador. Así que me ha ido bien dedicarme únicamente a esto; pero ya empiezo a tener ganas de hacer televisión o cine».

No es raro. Rebellón es de los pocos actores que trabajan habitualmente y, cuando no le llaman, se pone nervioso. Y, según cuenta, después de «Hospital Central» estuvo un año y medio sin hacer nada. «Y te pones a pensar, ¿qué pasa?, ¿ya no intereso?, ¿ya no me quiere nadie? Esas cosas que tenemos los actores, que somos los más inseguros del mundo. Y nos preocupamos por los trabajos porque, además, no dependen de nosotros. Estar en una cadena durante doce años, haber sido su imagen y que luego no te llamen es duro».

Le recuerdo que él es uno de los pocos privilegiados que pueden vivir de su trabajo en su profesión. El 80 por ciento de los actores no puede. «Eso es así. Y a los que podemos nos ha machacado la Agencia Tributaria soberanamente, sin tener en cuenta que éste es un trabajo temporal. Que hoy tienes y mañana puede que estés un año que trabajar». Los años corren, además, para todos. Pero para los actores con peor resultado. «En realidad es distinto para los actores que para las actrices. Yo creo que estoy en una edad muy buena para trabajar porque somos siete u ocho de mi edad, nada más. Pero esto va por rachas o nos toca mucho o no nos toca nada», afirma. Que la edad resulte peor para ellas que para ellos me hace pensar en la maternidad. «Bueno, es que los hombres siempre estamos en buena edad naturalmente. Lo que pasa es que cuanto más tarde, más cosas nos perdemos. Lo de la paternidad es una cosa curiosa. Cuando era joven, antes de casarme no quería tener hijos pensando en las guerras y el sufrimiento que hay en este mundo. Luego cambié y pensé que esto era lo que había y que, como tener hijos o no era igual de egoísta, era algo que no quería perderme. Pero, con el ritmazo que llevo, ya voy tarde». Pienso que si dudaba en tener hijos pensando en el mal del mundo, después de interpretar a Faulques, ese hombre herido por la mirada de la guerra, igual se le quitan las ganas para siempre.