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José Antonio Marina: «Las redes sociales nos han convertido en animales domesticados»

Publica «Historia universal de las soluciones», donde reflexiona sobre la política, las sociedades contemporáneas y los motivos que impiden al hombre atajar los problemas actuales cuando dispone de suficientes medios para resolverlos
El pensador José Antonio MarinalarazonLa Razón

Madrid Creada:

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Todo libro proviene de una preocupación. La de José Antonio Marina surge de una realidad: el fracaso de la tarea política y la incapacidad de los gobernantes para superar los retos que presenta nuestra sociedad: el cambio climático, la inteligencia artificial, el auge del autoritarismo, la influencia de unas narrativas que superan y doblegan la voluntad de los ciudadanos. Una serie de desasosiegos que le han empujado a escribir «Historia universal de las soluciones» (Ariel), un volumen alentado por «el hecho de que hoy nos angustian y hacen desgraciados problemas que podríamos resolver, pero que no resolvemos. Me parece urgente saber responder a estas preguntas: ¿Por qué si somos tan inteligentes hacemos tantas tonterías y brutalidades? ¿Por qué seguimos siendo el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra?».
¿Hoy en día está fracasando la inteligencia?
La especie humana ha progresado en todas las dimensiones que pueden medirse. Vivimos mejor, vivimos más tiempo, ha aumentado la salud de las madres, que mueren menos al parir, y los derechos han crecido... hemos progresado, pero el problema es que los progresos sufren colapsos terribles. No hemos consolidado nuestros progresos. En el siglo XX tuvimos cantidad de fracasos: dos guerras mundiales, genocidios, hambrunas inducidas, como la de China o Ucrania... No acabamos de estabilizar nuestros logros. Esto hace que seamos una especie perpetuamente en precario. Hay que reflexionar sobre los mecanismos de estos fracasos para encontrar las soluciones.
Mecanismos de estos fracasos, dice...
Estos empiezan por la creación del enemigo. A los enemigos se los crea. Hay un grupo o una nación que obstaculiza tus deseos de poder o de expansión. El enemigo es dar paso a un proceso de deshumanización que conduce a que no importa lo que les ocurra a los demás o que, incluso, los puedas matar. Se establecen sistemas de pérdida de compasión. Si estudias la evolución de la sensibilidad de los alemanes bajo el Tercer Reich, nos damos cuenta de que eran personas normales, que no se volvieron locos, pero que estuvieron sometidos a un intenso proceso de reeducación que creó en ellos esta insensibilidad que se manifestó en su crueldad de la que no tuvieron conciencia. Esto nos hace pensar que nadie está libre en acabar o verse arrastrado por un proceso similar. Debemos estar alerta.
«Hemos caído en la fascinación de los "influencers", en lugar de caer en la rebeldía»José Antonio Marina
¿Por qué no resolvemos los problemas en este momento?
El origen de este libro fue tratar de contestar a esa pregunta. Por qué no respondemos a las cuestiones que nos angustian. Se ha creado lo que llamo una confabulación de lo irremediable. Se ha llegado a la conclusión de que las cosas son como son. Se ha adoptado esa actitud. Aceptamos una impotencia confortable. Reconocemos lo que es malo, pero también que no podemos hacer nada. La postura es aguantar en un nicho de confort.
Eso no es bueno.
En efecto, es una mala actitud y, frente a ella, necesitamos una actitud heurística, de resolución de problemas. En el campo personal, cuando un individuo se siente impotente, que no puede cambiar su entorno, lo que ocurre es que se deprime. La depresión es el reconocimiento de que no puede hacer nada, de que el mundo se ha convertido en un lugar inhóspito y amenazador. La gente ha caído en esa actitud. Eso explica parte del consumo de drogas. Las drogas son una mala solución al problema, pero si no resolvemos el problema... Aún creemos en el prestigio intelectual del pesimista, pero el pesimista, como el escéptico, nunca ha hecho nada. Es la gente optimista, como los científicos, los que consiguen las cosas. El pesimismo es un aliado del poder. El pesimista es conservador a ultranza. Si no me puedo enfrentar al poder, para qué preocuparme. El poder está encantado con ciudadanos pesimistas, porque son vulnerables. Esa actitud explica que tantas personas sean piezas fáciles de cazar.
«El pensamiento crítico aumenta nuestra resistencia al adoctrinamiento y el barullo de las ideologías»José Antonio Marina
¿Fáciles de cazar?
El ser humano ha estado siempre, hasta la Revolución Francesa, bajo un régimen de obediencia. La virtud que se estimulaba más, desde el punto de vista político y religioso, era la obediencia. Lo que daba seguridad y coherencia al poder es que el pueblo fuera obediente. La Ilustración fue una llamada de rebeldía. Es cuando los individuos ya no quieren ser mandados y rompen esas creencias. Pero siempre que se producen esos movimientos de liberación se producen movimientos a la contra para restaurar sistemas de autoridad. Son los extremismos, las distintas ultraderechas. Hoy esos movimientos de rebeldía no saben qué hacer y eso produce mucha angustia. Vivimos un instante de desconcierto. Vivimos un síndrome de inmunodeficiencia social.
¿Puede aclarar esa idea?
Igual que los cuerpos producen anticuerpos para producir patógenos, las sociedades también lo hacen para defenderse de los peligros. Esto pasó en los años veinte y treinta del siglo XX, con el auge de los autoritarismos. En aquella ocasión no se supo distinguir cuál era el peligro.
«Uno de los motivos de que esté fracasando la izquierda es que ha olvidado de su aspiración universal. Solo defiende identidades particulares»José Antonio Marina
¿Y en la actualidad?
Nuestro sistema inmunológico está deprimido porque no sabe distinguir en la actualidad los problemas. Hemos aceptado la corrupción sin protestar, algo que parecía imposible antes; fomentamos una bipolaridad política feroz, un virus que no reconocemos como perjudicial, y también está el auge de los regímenes autoritarios, incluso dentro de las naciones democráticos, pero que no se considera un peligro. Hay que reactivar nuestro sistema inmunológico.
¿Cómo?
Hay que crear una vacuna contra la estupidez, contra el horror. No debemos esperar que vengan a salvarnos, como en la pandemia. Estamos oyendo cosas que hace poco nos hubieran parecido inverosímiles, como que personalidades relevantes del ejército americano puedan decir que en cinco años podría haber una guerra civil en Estados Unidos o que Ucrania es el prólogo de una nueva guerra mundial. ¿Cómo es posible que estemos en esta situación después de toda la experiencia que tenemos. ¿Qué es lo que hace que aceptemos esas afirmaciones y no se sepa qué hacer?
«Qué mas quiere el poder que todos los ciudadanos estén sometidos y crean que no se puede hacer nada»José Antonio Marina
¿Entonces?
Debemos aumentar nuestro talento político. Hay una separación: la sociedad política y la civil. La política es la que declara las guerras, no la civil. Y aquí hay un matiz. Se ha separado la sociedad política y la civil. Es un disparate. Se supone que la sociedad civil no tiene política, pero al hacer eso se está negando la democracia, que dice que el poder político es de todos. Cuando el poder político solo recae en los gobernantes, y no en los gobernados, y ellos toman decisiones con independencia de los ciudadanos, se puede llegar a que los políticos tomen decisiones en contra de los ciudadanos, como una guerra. Pero nos hemos acostumbrado a eso. Pero la política solo es el arte de buscar soluciones para la convivencia de los ciudadanos. Hay que recordar eso porque se ha olvidado.
«Hay una decepción general de los políticos. No están a la altura»José Antonio Marina
La confabulación de lo irremediable.
Justo. Pensar que no existe solución. Bueno, pues no es verdad. Qué más quiere el poder que todos los ciudadanos estén sometidos y crean que no se puede hacer nada. A esto ha contribuido la filosofía, que no cumple con su obligación en este momento. Uno de los motivos de que esté fracasando la izquierda es que ha olvidado de su aspiración universal. Solo defiende identidades particulares. Pero la razón siempre ha sido la defensa contra el poder injusto. Si rechazo o prescindo de la posibilidad de cambiar las cosas, me ato de manos y pies. Hay que alertar y recuperar el optimismo de la inteligencia. Nuestros problemas pueden tener solución. Pero en la política se aplica la lógica del enfrentamiento, de destrozar al adversario, y no es necesario. Eso solo anima la desconfianza de los políticos.
Eso es un problema.
Sí. Hay una decepción general de los políticos. No están a la altura porque son víctimas también de esa confabulación de lo irremediable. Han pensado que los enfrentamientos son inevitables y solo plantean la política en formato de conflicto. Todos los partidos quieren ser el único partido, aunque eso no lo vayan a confesar en público. Creen que así ellos lo harían maravillosamente. Los otros, piensan, son los culpables de que ellos no puedan ejercer bien su plan político... Es un mal enfoque, porque todos sabemos qué ocurre cuando solo hay alguien en el poder.
¿La solución?
El pensamiento crítico. Es lo que aumenta nuestra resistencia al adoctrinamiento y el barullo de las ideologías. Hay tanto ruido que las personas no saben con qué quedarse y terminan diciendo que se desentienden de todo. Optan por refugiarse en el campo privado, en el sentimiento de la impotencia. O bien se pasan al extremo contrario y me convierten en parte de un sistema autoritario de derechas o izquierdas, a ver si así arrasan al enemigo. Hay que recuperar la confianza en la inteligencia y favorecer la cultura de la solución, porque cada vez que renunciamos a esa posibilidad, colaboramos con lo peor de lo peor. El auge de los autoritarismos en las democracias es preocupante. Hay que rearmarse intelectualmente. El pensamiento crítico ha decaído. Se niega. Esto tiene implicaciones políticas. Una es Trump.
Y están las redes.
Los «influencers» son unos chisgarabises. El hecho de que aparezcan, y que sean apoyados por los medios, quiere decir que existe una generación que quiere ser influida. Hemos caído en la fascinación de los «influencers», en lugar de caer en la rebeldía. Y la atracción del «like», que es un sistema de premios inmediato. Cualquiera que sepa de psicología sabe que está basado en un tipo de refuerzo positivo condicionado para domesticar a los animales. Las redes sociales nos han convertido en animales domesticados. Lo que nació como una herramienta revolucionaria para liberar a la humanidad se ha convertido en una industria muy potente.