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José Luis Rodríguez Jiménez: «España no se marchó del Sáhara con honor»

José Luis Rodríguez Jiménez / Historiador. Aborda en «Agonía, traición, huida» la efeméride de la que ahora se cumplen cuarenta años: el final del Sáhara español

José Luis Rodríguez Jiménez
José Luis Rodríguez Jiménezlarazon

Aborda en «Agonía, traición, huida» la efeméride de la que ahora se cumplen cuarenta años: el final del Sáhara español

Ala carrera, con un régimen que agonizaba desde hace tiempo, ya sin fuerzas para concentrar sus esfuerzos más allá del Estrecho, y con prácticamente todos los países de la zona presionando para que España saliera del Sáhara. José Luis Rodríguez Jiménez –profesor de Historia Contemporánea en la Universidad Rey Juan Carlos– hace en «Agonía, traición, huida» (Crítica) la crónica de los acontecimientos que terminaron precipitándose en una marcha muy lejos de la descolonización perfecta.

–Vayamos por partes, desmenuce el título: «Agonía».

–Me refiero al fin del régimen franquista, partiendo del asesinato de Carrero Blanco y del principio del final de Franco, con lo que se comenzaron a dividir dentro del mismo bando.

–«Traición».

–España tenía un compromiso con la ONU y con los colonizados. El Sáhara había sido colonia desde 1884 y había puesto sus condiciones a los nativos con los que tenía un compromiso para propiciar la autodeterminación del territorio. En el 75 hay un cambio radical con un discurso en el que ya no pretende descolonizarlo.

–Y «Huida».

–Se marcha de forma muy precipitada, los planes se adelantan cada vez más.

–¿No hubo otra manera de salir?

–Sí claro, ayudar a la independencia del territorio o si te ves inmerso en una crisis, como la que se produjo por la tensión con Marruecos y Mauritania, lo suyo hubiera sido confiar el territorio a la ONU. Pero el Gobierno español no quiso por no dar marcha atrás a las negociaciones con Marruecos y porque la ONU pedía dejar tropas para garantizar la seguridad en la zona. Por lo que se decidió soltar lastre y librarse del problema.

–Aun siendo un territorio en el que no se había invertido precisamente poco.

–Parte del Ejército pensó salir corriendo para lavarse las manos, pero deberían haberlo afrontado. El Sáhara era importante para España por el compromiso de responsabilidad diplomática, era territorio interesante en el ámbito defensivo de Canarias y, en el plano económico, había bienes muy importantes: fosfato, cobre, aguas subterráneas, uranio y petróleo. No para quedarse con ellos, porque eran del pueblo Sáharaui, pero sí para realizar convenios. Tendrían que haber barajado otras posibilidades.

–¿Cuáles?

–Se habían barajado dos. Primero, crear un Estado asociado a España, sin independencia porque era un territorio muy grande y no contaba con preparación política, por lo que la forma más sencilla era crear convenios. Y segundo, propiciar esa independencia mediante una consulta que se había comprometido. El franquismo va dejando un legado envenenado. Entre el 74 y el 75 se trabaja durante meses por el Estado independiente, amigo de España.

–¿Qué peso tuvieron terceros países en todo el proceso?

–Mucho. Marruecos y Mauritania reclamaban el territorio diciendo que era suyo antes de la colonización. Falso. Porque Mauritania ni existía, no era más de un conjunto de tribus, y porque eso nunca fue del sultán de Marruecos. También tuvo un papel importante Argelia, que trató de perjudicar la política exterior española con el Frente Polisario y el apoyo a los independentistas canarios. Quiso más relaciones económicas con España para que le comprase más gas y que realizara más inversiones. Libia también apoyó a este grupo, ambos amigos de la URSS. Y EE UU, que consideraba que el área del Estrecho era de influencia suya, no quiso la influencia argelina-rusa, por lo que no deseaba un Estado independiente. No apoya a Marruecos contra España, pero sí quiso que la diplomacia marroquí se hiciera con la zona.

–¿Se quedaron vendidos los Sáharauis?

–La crisis de sucesión en la clase política hizo que nadie pensara en ellos. Hay una crisis económica del petróleo, el franquismo sufre una crisis internacional con fusilamientos de terroristas y en política nacional era quitarse un problema de encima. Por su parte, la situación entre franquistas se había deteriorado. La relación entre el jefe del Gobierno y Juan Carlos –Príncipe de España– tampoco es buena. Hay que pensar que una parte de los políticos dice que si nos marchamos sería mejor que lo ocupara Marruecos porque el Frente es amigo de Argelia y Libia... Aun así la opción es marcharse y no descolonizar, que es lo que se les pedía. El «lobby» marroquí también actúa para que haya gente en España que apoye los intereses marroquíes.

–¿Por qué más de uno habló de «final satisfactorio»?

–Lo dicen muchos que presentían una guerra, pero es un engaño. Marruecos no iba a enfrentarse a un ejército superior. Hassan II es muy listo, desató la crisis en el momento perfecto y ya se había preparado el terreno con la Liga Árabe, la Organización para la Unificación Africana y los gobiernos de París y Washington.

–¿Cómo fue la entrevista Franco-Hassan II?

–El marroquí hablaba de unas «magníficas relaciones ensombrecidas por unos nubarrones», que era el Sáhara, y España decía que las tierras eran de soberanía suya, que tampoco es cierto porque siempre fue de los Sáharauis. Franco cometió el error de no planificar la independencia, por lo que se hace a última hora, cuando ya no hay tiempo.

–¿Tenía sentido mantener la colonia?

–En el apartado teórico, no. En África ya sólo quedaban las portuguesas y el Apartheid en el sur. El problema es que el Sáhara se coloniza muy tarde. Ya se había descolonizado Guinea y salió mal: sin relación alguna y con un loco al frente como Macías. Si se hubiera hecho un gobierno autónomo como en Guinea en el 64 se hubieran creado unas relaciones de cara al futuro, fue un error no hacerlo.

–Y a todo esto la historia del libro va conducida por el teniente De Cárdenas y su mujer.

–Me vinieron muy bien. Fueron de las primeras personas que conocí cuando empecé a establecer contactos y su historia me ayudaba mucho. Venían de familia militar, ella nos habla de la endogamia de los militares y, sobre todo, de los africanistas. La vida de las mujeres fue muy complicada, y más fuera de la capital. Esta chica con menos de veinte años vive en el Sáhara, luego Guinea, todo el follón de la descolonización, salen a tiros, vuelven al Sáhara, tienen hijos allí...

–¿Y qué papel debe tener ahora España con el Sáhara Occidental?

–Sólo el PSOE en la oposición ha querido acercar posturas, pero en el poder... España ha jugado la carta marroquí con claridad, pese a que siga habiendo momentos de tensión. ¿En el futuro? No hay visibilidad de que cambie.

–¿Se llegó a perder el honor en la salida del Sáhara?

–España no se marcha con honor de allí, lo que no significa que los protagonistas de la historia lo perdieran, ellos simplemente cumplieron órdenes, algunos la de pagar con su vida.

El lector

«Suelo hojear a menudo LA RAZÓN, sobre todo cuando se publican textos y noticias de historia militar. La proyección del Ejército fuera de España me interesa mucho y me gusta ver de forma asidua firmas militares, como la del general Alejandre».