José Manuel Lara, de tinta y papel
Era un ávido lector, de esos que podían empezar y acabar varios libros durante un fin de semana. El olor a tinta y el tacto del papel fueron inseparables compañeros de viaje. Presidente de uno de los grupos editoriales más importantes del mundo, su pasión era una, la de editar.
Era un ávido lector, de esos que podían empezar y acabar varios libros durante un fin de semana. El olor a tinta y el tacto del papel fueron inseparables compañeros de viaje. Presidente de uno de los grupos editoriales más importantes del mundo, su pasión era una, la de editar. Y si hubiera tenido un poco más de tiempo habría querido cumplir un sueño, volver a hacer de pequeño editor, «volver a decidir las cubiertas de un libro, volver a pisar la imprenta, sentir sus olores... Cuando me dediqué a ello fue la época de mi vida en que más me divertí», decía. Hoy, cuando se cumple un año de su desaparición, le recuerdan sus escritores, a los que cuidó hasta el extremo, con los que compartió momentos de incertidumbre y días de gloria. Eduardo Mendoza y Carmen Posadas, ambos ganadores del Premio Planeta, el primero en 2010 y la segunda en 1998, y el director del Instituto Cervantes, Víctor García de la Concha, rememoran en un sincero homenaje a quien fue un hombre universal que hizo de la Cultura, con mayúsculas, el eje de una vida intensa.