Juan Manuel Bonet: «Hay que seguir con la defensa del español pase lo que pase»
Juan Manuel Bonet / Director del Instituto Cervantes. Llega a la institución convencido del futuro del español y a pesar de los gestos hostiles de Trump
Llega a la institución convencido del futuro del español y a pesar de los gestos hostiles de Trump
Juan Manuel Bonet llega al Instituto Cervantes con el bagaje cultural que le ha dado su curiosidad infinita, esa propensión innata al saber y el entendimiento que le ha convertido en un hombre de conocimientos polifacéticos que impiden circunscribirle a una arista. Este país, acostumbrado a leer a las personas en una sola clave, tendrá que habituarse a él, que reúne diversos perfiles y dimensiones enriquecedoras. No es únicamente alguien a quien le gusta la literatura; es un escritor. Y si es cierto que no es el primer creador literario que ha pasado por esta institución, desde luego es uno de los pocos que suma a su larga evolución en la poesía una amplia trayectoria en el campo del arte, como demuestra su paso por el IVAM y por el Centro de Arte Reina Sofía, y la extraordinaria sensibilidad que ha probado en sus artículos y libros para adentrarse en la comprensión de la pintura, la escultura o la arquitectura. Sus años al frente de estos museos le han provisto, además, de una mirada y un oportuno aprendizaje sobre gestión. Una experiencia que le ayudó cuando tomó las riendas del Cervantes de París –hay que resaltar que Juan Manuel Bonet es el primer director que ha estado al frente de una sede antes de su nombramiento– y que, sin duda, exprimirá ahora que recoge el testigo de Víctor García de la Concha.
–Llega en un momento polémico, cuando Trump ha retirado la web en español de la Casa Blanca y muestra su hostilidad hacia los hispanos y lo hispano.
–He estado siguiendo el tema. Estos días atendí a las palabras de preocupación de Víctor García de la Concha sobre este asunto. Yo las suscribo completamente. No se termina de entender ese deseo de Estados Unidos por ignorar que tiene 55 millones de hispanohablantes y que esta minoría es cada vez más amplia. Eso, unido a otras cosas y lo delicado que es el conflicto con México, aumenta nuestra preocupación. El Cervantes va de la mano de México en Estados Unidos. Tenemos que saber que, además, de nuestros centros en EE UU, el Cervantes cuenta con el apoyo de los centros culturales y los consulados mexicanos en esta nación. La iniciativa mexicana y española es importante. La defensa del carácter español y latinoamericano es una de las marcas de la etapa de García de la Concha. Para mí es una de sus grandes aportaciones y mi interés por el continente americano no decaerá. Voy a profundizar en ese camino.
–¿Los Cervantes en EE UU deben iniciar actividades para contrarrestar la política de Trump?
–El Instituto Cervantes de Nueva York es un buen ejemplo. Tiene una actividad potente con acontecimientos culturales ligados al mundo hispanoamericano. Creo que hay que continuar con la defensa del español pase lo que pase. Esperemos que vengan tiempos más sensatos y que pase este tsunami en el cual se cuestiona nuestro idioma y a un país como México, una nación a la que España está ligada como al resto de repúblicas de ese continente.
–¿El lado americano seguirá siendo un eje del Cervantes?
–En el Instituto Cervantes de París he trabajado mucho con Latinoamérica. En esas actividades he visto lo que tenemos de común y de propio. No es lo mismo México que Perú y que el Caribe. La realidad del español es que tiene un componente de gran riqueza que aportan esas lenguas con tantos matices. Son las variantes de esos países. Víctor García de la Concha nos ha enseñado eso. Él nos coaligó a las academias de esas naciones que aceptan lo común y la diversidad. El Cervantes defiende dicha diversidad.
–¿Llega con alguna iniciativa?
–El Cervantes es la casa común de los que aman el español y quieren aprenderlo ya sea a través de la literatura, la música, el arte o la gastronomía. Lo que voy a hacer es un esfuerzo por la cultura. Es uno de los aspectos en los que debe avanzar. No se aprovecha lo suficiente el tejido de instituciones culturales. Quiero dialogar con museos de arte contemporáneo, moderno y antiguo; con fundaciones privadas, algunas de peso, y las demás instituciones que promueven la cultura, también con las de las lenguas cooficiales aunque, en este caso, hay mucha política de por medio.
–¿El español plantará cara al inglés en internet, uno de sus retos?
–El español es una lengua potente. En uno de nuestros anuarios se dice que es la segunda o la tercera lengua en internet. Yo creo que el español goza de buena salud y que no tiene amenazas, porque demográficamente crece y los idiomas de nuestro entorno han perdido posiciones, como el francés, que, a pesar de su buena diplomacia cultural, carece de la potencia del español; el italiano que, desgraciadamente, no pasa por su mejor momento; o el alemán, que, incluso con toda su influencia económica, está a la baja. Hoy los franceses prefieren matricularse en español que en alemán. Yo le veo un futuro brillante.
–¿Un aspecto que quiera trabajar?
–Hay que estar pendientes de los hispanistas, que son los que traducen a Galdós, Clarín o Lorca. Hay una pléyade en Francia, igual que en Inglaterra, Italia y Alemania. Debemos tratar con ellos. Yo no me planteo una política de ruptura. Creo que cada director tiene que añadir ramas al tronco común. Es su misión institucional.
–¿Por dónde debe expandirse el Instituto?
–El este de Europa pide más Cervantes. Hay en Viena, Varsovia, Budapest, aunque hay ciudades que no lo tienen y lo demandan. Debemos esforzarnos en África, no en el Magreb, porque estamos en Egipto, Túnez, Marruecos y Argelia, y tenemos algún aula, como en Dakar, pero es el continente más necesitado de Cervantes. Tiene sentido que estemos. En China y Shanghái también hay posibilidades de expansión, pero ya veremos.
–Hace años, los trabajadores del Cervantes expresaron malestar por sus condiciones.
–Llego a una institución saneada, con las cuentas al día, que ha capeado el temporal de la crisis. Ahora no hay que tomar decisiones precipitadas, sino resolver cosas. Siempre hay problemas, pero mejoraremos.