L.A. y otras bestias, en El Tomavistas

El festival madrileño vuelve este fin de semana: tres días con Goldfrapp, Lori Meyers, Los Punsetes y con el artista mallorquín, entre otros, que presenta su disco «King Of Beasts»

Hay una cosa que Luis Albert Segura, L.A., no puede dejar de hacer: concebir los discos como superproducciones de Hollywood en versión extendida. «Yo creo que este es una muy extendida, ‘‘redux’’, como el montaje de ‘‘Apocalypse Now’’», bromea el músico mallorquín sobre el contenido de «King Of Beasts» (Sony), su nuevo álbum, que, con interludios y todo, tiene 17 cortes y más de una hora de duración. «Tengo esa frustración de ser director, no lo puedo evitar», comenta. Aunque conociendo su obsesión por el detalle, de la que hablaremos más adelante, por el bien de los técnicos de imagen, casi mejor que siga en la música. Presenta sus nuevas canciones en el Festival Tomavistas, que este fin de semana se celebra en Madrid (de hoy al domingo, Parque Enrique Tierno Galván), después en el ciclo 43 On The Roof (varias ciudades), en Barcelona (25 de mayo) y Valencia (26). Más tarde, en el Weekend Beach (5 al 7 de julio) y en el Low Festival (28 de julio).

Hablábamos antes de un artista meticuloso. «En este álbum casi perdemos la cabeza. Hay canciones que tienen 84 pistas. Porque, bueno, pues usas tres micros para la caja de la batería, otros cinco aéreos, y vas sumando... y cada micro es un track. El otro día, por primera vez, abrimos las pistas en el estudio para ver qué contenía cada una. Y nos preguntábamos: ‘‘¿Realmente hemos metido eso?’’. Porque al escucharla sólo había un pitidito inaudible... ¿De verdad? Pues sí, porque en el estudio Toni (Noguera, productor del trabajo) y yo somos iguales. Nos engorilamos con cualquier cosa».

En el origen del trabajo, según el músico, está una forma de trabajar diferente. «Es el resultado de siete meses de laboratorio, de hallar la textura perfecta y la caja adecuada, un trabajo de orfebrería que yo no sabía a qué iba a sonar, pero con el que quería buscar por ciertos recovecos de la actualidad musical», explica. Segura ha estado escuchando a Solange, Kendrick Lamar o Kanye West. «Hombre, no me iba a poner a rapear, pero me he adentrado en un universo desconocido como el uso de ‘‘samplers’’ y de tecnología que da como resultado una producción que me interesaba. En algunos casos se nos fue por completo la cabeza y hay algunas canciones en un cajón bastante locas». En efecto, el disco mantiene la esencia de su sonido de rock clásico y es coherente con su carrera, pero sí que hay detalles, novedades que le dan una forma nueva a su sonido. «Estaba en Los Ángeles cuando salió ‘‘Good Kid M.A.A.D. City’’ de Kendrick Lamar, que fue un choque. Me hizo recordar que de adolescente me gustaban Run DMC o A Tribe Called Quest. Después, ‘‘The Life of Pablo’’ fue un puñetazo en la cara. Cuando en el estudio nos quedábamos atascados, nos preguntábamos qué haría Kanye West en nuestro lugar», bromea. Todo comenzó con una trampa sutil de Toni Noguera. «Después de mucho sin juntarnos, quedamos para ‘‘hacer’’ un café. Y me trajo una maquinita de una compañía que se llama Teenage Engineering, que es algo así como un Ikea de la electrónica. Un cacharrito que montas y ensamblas tú y que puedes personalizar. Y me encantó. Nos pusimos a trabajar y entonces me di cuenta de que me había tirado el anzuelo y que había picado por completo».

Sin embargo, no hay película sin contenido. «No tengo una historia en el disco, pero sí una imagen, África. Cuando estábamos empezando con los primeros temas, vi una imagen de National Geographic. Un león, con el título ‘‘King of beasts’’. Y me pareció arrollador. Yo soy leo y me encontraba en un momento emocional personal y familiarmente delicado. En ese momento, me di cuenta de que quería tener al lado un león que me protegiera. Me siento con energías pero necesitaría alguien grande y fuerte que me ayude. Así que me he montado una historia de que el rey de las bestias en realidad son las canciones y que pueden lanzarte un zarpazo si te metes conmigo», señala Segura. «Me gusta la idea de subirme al escenario con mi película montada, y que vaya creciendo». En este álbum, ha vuelto a grabar todos los instrumentos. «No, no me fío de nadie... Y menos, cuanto mayor me hago. Eso lo dice mucho mi padre, que fuera hay una jungla y que más te vale apañártelas tú solo. Es muy mallorquín, aunque yo no soy tan extremista», ríe. «Tengo mi banda en Mallorca y todos colaboran, pero muchas veces la canción sale de repente en el estudio y no puedo esperar a ver si viene uno a tocar la guitarra para esa parte y tener parado el proceso. Es una locura. Yo soy impaciente y a veces nos entra la fiebre y hay que aprovecharla. Así que tengo colaboraciones, por supuesto, de algunos amigos, pero el 98 por ciento lo acabo haciendo solo. Porque así soy yo...».

L.A. era, en efecto, la ocupación «alternativo» de Segura cuando lo formó hace 13 años y lo compaginaba con otra banda, en la que tocaba la batería. Desde el comienzo ha sido su proyecto personal. «Me interesé siempre por trabajar con productores que cogieran mi canción y la vistieran con su ropa. Me gustaba Richard Swift por sus cuatro instrumentos y su estudio en el fin del mundo, como te interesa Roger Waters por su bigotito y su no sé qué. Tiene sentido que sea así. Pero en este disco el riesgo es todo mío. Si me la pego, no tengo ningún escudo».