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La Guerra Civil, por soleares

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Hace más de cuatro décadas, aquel joven guitarrista se lió la manta a la cabeza y se fue a tocar a restaurantes de Londres. Ya ven, así se empieza. Hoy es uno de los españoles más conocidos en el mundo anglosajón. Paco Peña (Córdoba, 1942), solista de tronío y persona de voz suave y maneras sencillas, vive a caballo entre su Córdoba natal y Londres. Y este verano regresa al Festival de Edimburgo, un raro honor –no son muchos los españoles invitados a la prestigiosa cita de artes escénicas– para el estreno absoluto de «Patria», el nuevo espectáculo de su compañía flamenca (The Edinburgh Playhouse, 27 y 28 de agosto). Un título que trata de un asunto controvertido: la Guerra Civil. El guitarrista acaba de presentar en Australia otro montaje recién estrenado, «Flamencura», «una idea de lo que son los ingredientes que hacen al flamenco ser lo que es», cuenta Peña, que atendió a LA RAZÓN desde las antípodas. «Es un espectáculo que mira por que las cosas sean auténticas y proyecten emociones», continúa...
-Supongo que esa búsqueda de autenticidad es una constante en su obra, en su trayectoria con su propia compañía.
-A mí me interesa eso. Estoy muy orgulloso de haber salido adelante transmitiendo una cultura que adoro. Estoy muy conectado a la tradición, a esas esencias. Para mí es un honor que me ofrezcan una plataforma donde poder expresar con honradez esa cultura. Si acaso tengo éxito, me encanta, pero sobre todo porque sirve para que el flamenco se vaya reflejando por otros lugares.
-En ese sentido, es embajador del género: llega donde otros no alcanzan y le conocen bien fuera de España.
-Sí, he tenido esa suerte. Salí hace muchos años y resulta que los públicos estaban ávidos de escuchar algo nuestro. Si apuntas de forma fidedigna a nuestra cultura, eso conmueve y la gente lo aprecia. Y cada vez más. Con los años, he visto que hay cada vez más deseo de acercarse al flamenco.
-Con tanto tiempo en Londres, ¿no corre riesgo de volverse más «british» y perder un poco el duende?
-(Risas) Creo que no, pero no puedo ser juez de esa cuestión. Aunque diría que no, que si aprendes de otras culturas, como la británica, eso te enriquece. Vas viendo otros horizontes y se amplía la mente. Y si eres español, que lo soy, no cabe duda, entonces abarcas un poco más. Y eso es bueno.
-Entonces, pese a la distancia, sigue siendo cordobés de pura cepa...
-Por supuesto. Tengo casa en Londres y en Córdoba. Londres es una plataforma muy útil para salir de viaje; si voy de gira, partir desde allí es más fácil. Es una gran ciudad. Pero, al mismo tiempo, estar en Córdoba, con mi gente, me nutre para lo que hago. De hecho, cuando monto mis espectáculos, lo hago en Andalucía y los artistas son de allí.
-Va estrenar «Patria» en el Festival de Edimburgo...
-Me honra mucho que me inviten a esos lugares. El Festival es una maravilla. Este año es el centenario del comienzo de la I Guerra Mundial. Con vistas a observar ese gran momento histórico, este año tiene un tema: la guerra. Me han invitado a que yo proponga mi parte y me he fijado en la nuestra, la española. Yo no la conocí, pero sí la posguerra y los comentarios de tantísimas personas, los sufrimientos de ambos bandos y en toda España. Ahí hay un gran contenido emotivo que se puede proyectar, y es lo que pretendo hacer.
-Es un tema que aún escuece. Los esfuerzos de los últimos años, sobre todo la Memoria Histórica, parecían destinados más a dividir que a unir a un país ya de por sí muy dividido. ¿Cómo lo ha planteado?
-Buena pregunta. Es lógico que uno tenga tendencia hacia un bando o el otro, de una filosofía u otra. Somos personas y sentimos lo que sentimos. Pero a mí me conmueve el sufrimiento de España entera. Importa, filosóficamente y en la tragedia de quienes sufrieron, que fueran de un lado o del otro. Pero realmente sufrió España: la gran tragedia destrozó al país. Todos se merecen ser recordados en cualquier propuesta artística. Yo no voy a dejar a nadie de lado.
-El país estuvo, y sigue estando, muy ideologizado, con opiniones polarizadas. Parece que usted quisiera suavizar...
-Sí. Al mismo tiempo, hay que plantear las cosas. No quiero y no puedo ser blando. Si soy artista, quiero convencer. Pero lo mismo se puede convencer planteando una problemática de una filosofía o de la otra. Lo mismo que fue una barbaridad cargarse a García Lorca y a tantos otros, me conmueve el gesto del general del otro bando al que, estando al frente de la defensa del Alcázar, le mataron a su hijo.
-¿Cómo se plasma eso en escena? ¿Habrá una nueva composición musical?
-Está aún en proceso. Cuando te proponen una cosa así, el listón está bastante alto. Tengo varias ideas... Lorca, por ejemplo, va ser prominente, por aquello de que desapareció justo al principio. De una forma estúpida, se perdió uno de los personajes más importantes de la cultura española. Él revisó muchas obras del folclore andaluz y español. De hecho, tocaba el piano y hay grabaciones. Voy a usar algunas para crear piezas basadas en ellas y le iré dando forma al espectáculo. Contaré algunas anécdotas, pero no de forma literal, para retratar el sufrimiento, pero al mismo tiempo la gran alegría del pueblo español, su enorme capacidad para estar alegre y ser creativo. También quiero recordar la poesía de Lorca. Me interesa proyectar cualquier cosa que sea esencial, española.
-En todas las familias de España hay historias de la Guerra Civil. ¿Le puedo preguntar por la suyas?
-Sí, claro. Un primo mío fue torturado, pero es la única evidencia que yo tengo de sufrimiento en la guerra. Lo que no cabe duda es de que había un miedo terrible. Mi familia era gente pobre. Éramos nueve hermanos y nos criábamos con el cuidado de no sacar tantas cosas que nos decían nuestros padres que no se podía hablar de ellas. Eso ya de por sí, no poder ni expresarte, es una injusticia terrible. aunque sea de forma leve, uno ya siente la violencia. Y tuvimos casi 40 años de dictadura. Qué te voy a contar. Todos hemos sabido que no se podía ser una persona. Había que ser parte de un grupo, de un Estado. Hasta ahí te puedo decir. Sé que algunos familiares míos sufrieron: mis padres oían los fusilamientos cada noche porque vivían al lado del cementerio. Eso es terrible.
-«Patria» es un título significativo, más al proceder de un artista que, aunque de forma temporal y voluntaria, y con éxito, está expatriado. ¿Valoró esto?
-No, me encanta que lo apuntes. El concepto de patria lo he usado a conciencia de que tiene cierta connotación por el nacionalismo. Aquellos señores se lo apropiaron, pero resulta que la palabra patria es bellísima. Y el concepto: la patria está muy cerca a lo que uno es, a la sangre. Yo he querido enfocarlo por ahí, por la patria chica. La patria es mi gente, el terruño, el color de la tierra y del cielo. No le he dado la connotación política o nacionalista. Sólo he pensado en el valor que tiene para todos los españoles esa tierra.
-Parece que «Patria» es un espectáculo que, sí o sí, debería verse en España...
-Ojalá, claro. Normalmente me pasa mucho que, como mi vida se desarrolla casi en su totalidad en el extranjero, sí, soy conocido y por todas partes llevo cosas, pero en España no. No sé: solamente voy donde me invitan. Y a veces soy invitado allí, pero a lugares puntuales, no masivamente. Ojalá se pudieran conocer algunas cosas de éstas.
-Da la sensación de que no se ve como profeta en su tierra.
-No lo sé, puede ser... Mi ciudad, Córdoba, me reconoció hace unos meses. Me hicieron hijo predilecto. Eso no quiere decir mucho, pero a la vez quiere decir muchísimo: es un reconocimiento entrañable. Por otro lado, España está llena de grandes artistas, y en mi género, muchísimos. Pero, como yo tuve éxito cuando me lancé fuera, seguí por ahí y no me he preocupado de hacer carrera allí. Bueno, algo se me conoce...
-Alguien que pasa buena parte de su tiempo fuera, ¿cómo ve la situación de España?
-Por desgracia, no muy bien. De hecho, no estoy nunca demasiado tiempo lejos del país. Me da mucha pena de ver tantos negocios cerrando y tanta gente joven que todavía no saben el valor de lo que pueden ofrecer porque no han tenido la oportunidad de trabajar. Creo que eso va carcomiendo la fe en uno mismo y en la sociedad. Ahora, según dicen algunos políticos, están apuntando las cosas a mejor, y me encanta. Pero mucho daño se ha hecho ya. Todo lo que se pueda trabajar para remediar eso, debemos hacerlo.