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La huidiza memoria del relator de sus recuerdos

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“De la escritura me gusta más el sueño que el proceso. Escribir no es agradable, hay que materializar el sueño en un papel, y eso te obliga a salir del sueño”, afirma Patrick Modiano, el escritor francés que hoy fue proclamado como Nobel de Literatura de 2014.
A sus 69 años, el autor de obras como “Un pedigrí”, “La hierba de las noches” o, más recientemente, la policiaca “Para que no te pierdas en el barrio”, ve consagrada con el Nobel una carrera en la que ha coleccionado todos los galardones franceses y que ha estado acompañada de un buen recibimiento por parte del público.
Se trata del décimo quinto francés que se alza con el premio de la Academia sueca, el primero desde que lo hiciera Jean-Marie Le Clézio en 2008, un reconocimiento para un autor inusual, creador de un estilo propio, nacido de sus recuerdos, a menudo de una infancia infeliz y de un periodo, la ocupación nazi durante la Segunda Guerra Mundial, que no vivió en primera persona pero que adorna sus obras.
Modiano afirma que en parte escribe para afrontar ese pasado, que lo hace de forma natural, como una terapia, poética, contra sus padres ausentes y su adolescencia solitaria, clandestina.
“No escribo para hablar de mí ni para arreglar cuentas (...) Pero estuve marcado en mi infancia por una atmósfera, un clima, situaciones que me sirven para mis libros”, confesaba en una reciente entrevista con la revista francesa Télérama.
Nacido el 30 de julio de 1945 en Boulogne-Billancourt, en los arrabales acomodados del París donde su padre -un judío italiano dedicado a negocios, a quien el escritor nunca conoció- se había instalado junto a su madre, actriz de origen flamenco, Modiano estudió el bachillerato y, con 17 años, se lanzó a la literatura.
El único oficio que se le conoce, que comenzó en 1968 con “La place de l’Étoile” (El lugar de la estrella), su primera novela, y que a lo largo de medio centenar de obras le ha dado los más prestigiosos galardones franceses.
Así, el de la Academia francesa en 1972 por “Les boulevards de ceinture” (Los bulevares periféricos); el Goncourt en 1978 por “Rue de boutiques obscures” (Calle de las tiendas oscuras); y el Gran Premio de las Letras galas por el conjunto de su obra en 1996.
Galardones que ha recibido siempre con pudor, ausente de la primera línea, casi demasiado, con contadas entrevistas y sin promocionar sus libros, que, sin embargo, siempre han ocupado puestos de honor en las listas de ventas.
Incómodo ante el público, ante el elogio -incluso rechazó entrar en la Academia francesa-, el Nobel saca a la luz su literatura original, misteriosa, plagada de personajes nacidos de su desbordante imaginación, que con frecuencia se reencuentran de una a otra novela.
Un universo propio, convertido en un clásico ya de la literatura gala, un lenguaje sobrio, preciso, que desgrana a mano, como para que los recuerdos en los que se basa lleguen mejor al papel y que corrige poco, según confiesa.
Aunque solo reconoce un par de obras autobiográficas, todas beben de sus recuerdos, rodeados siempre de misterio, entre lo que se desconoce y lo que se oculta, como si quisiera alumbrar un pasado del que no se siente orgulloso, quizá las relaciones que durante la ocupación nazi su padre mantuvo con la Gestapo.
Una vida apartada del ruido mundano que no le ha impedido participar del mismo, en primera persona, con aportaciones al cine, como su colaboración con Louis Malle para escribir el guión de la exitosa “Lacombe Lucien” (1974), su participación en 2000 en el jurado del Festival de Cannes o la escritura de las letras de canciones de Françoise Hardy.
Desde 1970 Modiano está casado con Dominique Zerhfuss con quien tiene dos hijas, Zina (1974), y Marie (1978).