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La interminable historia del cine de los 80

El reestreno esta semana de «La historia interminable» y los esperados «revivals» de «Cazafantasmas», «Alien» y «Blade Runner» se suman a la oleada de «remakes» y secuelas de grandes cintas populares de una década prodigiosa.
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El reestreno esta semana de «La historia interminable» y los esperados «revivals» de «Cazafantasmas», «Alien» y «Blade Runner» se suman a la oleada de «remakes» y secuelas de grandes cintas populares de una década prodigiosa.
¿Qué tienen en común el walkman, Maradona, la catástrofe de Chernobyl, el «Girl Just Want to Have Fun» de Cyndi Lauper o aquel «Derribe este muro, señor Gorbachov» de Reagan en Berlín? Pues que todo ello (junto con el Equipo A, el pecho de Sabrina Salerno, Naranjito y otro puñado de cosas capaces de teñir de melancolía al más flemático) son emblemas de una época, concretamente de los 80, que fue además la era dorada del «blockbuster». Nunca como entonces el cine vivió un asalto tan masivo de público y una variedad tan abismal de géneros, estilos y códigos. Probablemente nunca, tampoco, se consumieron tantas palomitas como en aquella «década prodigiosa». Quizás por ese éxito tan arrollador de la fórmula ochentera o tal vez, en opinión de algunos, por la falta de riesgo e ideas del actual cine de Hollywood, los 80 siguen vivos y vuelven una y otra vez a las pantallas, ya sea en forma de secuela, reestreno, remasterización, precuela o cualquier tipo de homenaje.

De niños a padres

El último caso de este tipo es «La historia interminable», que se reestrena mañana en cines y permitirá ver en pantalla grande este clásico del género fantástico tanto al nuevo público como a aquellos muchachos del año 1984 que hoy son ya talluditos padres de familia. La historia de Bastian, una producción de Alemania del Oeste (dirigida por Wolfang Petersen) que adaptaba la popular saga literaria de Michael Ende, arrasó en taquilla a pesar de que el autor de los libros considerase la cinta «un gigantesco melodrama comercial a base de cursilería, peluche y plástico». Con todo, y unos efectos especiales que hoy se antojan claramente «vintage», la imagen del joven soñador a lomos de Fújur, el gran dragón blanco, adentrándose en el Reino de Fantasía, ha sido todo un semillero para los nuevos creadores de un género que está más en boga que nunca y que ya durante los 80 tuvo correlatos notables como «Dentro del laberinto» (con un impagable Bowie encandilando a la jovencísima Jennifer Connolly), «Willow» o «La princesa prometida».
Aunque proveniente de Europa, «La historia interminable», de 40 millones de presupuesto, es un ejemplo destacado de la nueva ola de producción, creatividad y distrubución que comenzó a gestarse en Estados Unidos en los años 70 y que, en la década posterior, dio como resultado «pelotazos» juveniles como «Indiana Jones», «E.T, el extraterrestre», «Regreso al futuro», las continuaciones de «Star Wars» y un puñado de títulos que, de una u otra manera, han «revivido» en estos últimos años. Entre los citados, cabe destacar el reestreno nostálgico de la aventura espacio-temporal de Marty McFly el año pasado con motivo de los 30 años del estreno, el proyecto para una quinta película del arqueólogo más famoso del cine con Spielberg de nuevo tras la cámara, o la segunda juventud de «La guerra de las galaxias», con el estreno mayestático de «El despertar de la fuerza» este mismo año y el «spin off» «Rogue One» previsto para final de 2016.
Muchos de los nombres citados (y aquí habría que añadir películas como «Los Goonies» y «Poltergeist») forman parte del currículum tanto como director, creador o productor de las dos columnas salomónicas del cine popular de los 80 y aun de la actualidad: Steven Spielberg y George Lucas. Ellos, junto a otros destacados creadores como Joe Dante («Gremlins», «El chip prodigioso»), lograron dar garantías de éxito al nuevo sistema de distribución implementado por las «majors» que establecía plazos más cortos en las salas y estreno escalonado con precompra. El enorme ensanchamiento del mercado, con un público de índole mundial, permitió cifras de producción gigantescas que se recuperaban en unas no menos mastodónticas taquillas y se complementaban con una sofisticada red de merchandising y la postventa en formatos como el VHS.
Hace un par de años se confirmó que tanto «Los Goonies» como «Gremlins» (e incluso «Loca academia de Policía», una de la más recordada entre las disparatadas comedias de los 80), tendrán sendas secuelas en los próximos años. Ya tuvieron continuación en esta década (o bien «remake», «reboot» o precuela) «Dirty Dancing», «Footloose», «Fama» entre los clásicos populares del musical; «Batman», «Superman», «Mad Max» y «Rambo» dentro de las grandes sagas setenteras-ochenteras; y cintas como el inolvidable «Karate Kid». En muchos casos, la adaptación se fía a los nuevos gustos y estéticas del público (con especial atención a colectivos como las mujeres o las minorías étnicas); a veces, un cambio de protagonista es el eje sobre el que pivota el «márketing»; en la mayoría de los casos, la nostalgia es el pretexto para volver a traer a la pantalla productos que, inicialmente, deben funcionar en tanquilla.
En este sentido, de aquí a 2018, hay previstos tres estrenos que apuestan por revivir clásicos indiscutibles de los 80 como la palomitera «Cazafantasmas», una nueva entrega de la saga «Alien» y la cinta de culto «Blade Runner». De entre ellas, esta última es probablemente la apuesta más arriesgada tratándose como se trata de una película (1982) considerada como una obra maestra de componentes altamente artísticos. Denis Villeneuve (director de, entre otras, «Sicario») tendrá que echar el resto para revivir el mundo sucio a la par que poético de los replicantes de Ridley Scott.