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La Joven Orquesta de la Unión Europea da la nota

La formación, que cuenta con 34 músicos españoles, está agotando entradas en su gira por distintas ciudades europeas: desde Viena hasta Amsterdam, pasando por Bolzano y Berlín

La Joven Orquesta de la Unión Europea
La Joven Orquesta de la Unión Europealarazon

La formación, que cuenta con 34 músicos españoles, está agotando entradas en su gira por distintas ciudades europeas: desde Viena hasta Amsterdam, pasando por Bolzano y Berlín

Cuando se habla de música clásica no es raro que la imagen que aparezca en la mente sea la de rostros serios, corbatas y bastones, meñiques estirados y ambiente elitista. Parece que hasta no llegar a una edad adulta es tabú comentar que vas a ir al teatro a ver una orquesta o una ópera. Sin embargo, hablar de un mundo sin conocerlo no queda lejos de la ignorancia. La clásica, al igual que todo tipo de música, ofrece sensaciones: desde erizar la piel hasta conectar con la capacidad de una persona y su instrumento de hacerte levantar del asiento. Y, para conseguir esto, hacen falta años de trabajo, dedicación y, sobre todo, vocación y energía. Todo esto, que se lo digan a la Joven Orquesta de la Unión Europea (EUYO). Actualmente, los músicos que componen esta agrupación están recorriendo diferentes ciudades europeas llenando importantes teatros, embobando a viandantes en las calles y rompiendo silencios en museos. Se podría incluso hablar de éxito: en su último concierto en Bolzano, el pasado martes, agotaron por sexta vez las entradas con un público que se entregó con la misma fuerza que los propios músicos emplearon para interpretar a Mahler. Sin embargo, aún conociendo el caso de la EUYO, parece que la música clásica sigue atascada en un tópico tradicional y aburrido.

Según datos del INAEM, España es el país con más representación en esta orquesta. Con siete más que el año pasado, en esta temporada -hicieron una gira a principios de año y en los meses de verano están realizando la segunda ronda- son 34 jóvenes españoles los que han pasado la prueba de acceso, siendo Polonia el segundo país con más representación y Reino Unido el tercero. Sin embargo, este hecho son meras cifras teniendo en cuenta que la EUYO no toca en España. Rosa de Valme García (violonchelo), de 24 años, Daniel Munarriz (percusión), de 22, Belén Barberá (viola), de 23 y Salomé Osca (viola), de 22, no entienden por qué hay tanto talento español y, aún así, es de los pocos países que no acoge conciertos de la EUYO. “Entendemos que la cultura de música clásica en España es menor que en la de otros países europeos, pero seguro que si la orquesta tocara en nuestro país las entradas se agotarían igual”, explican. Y, de la misma manera que no entienden que no haya conciertos en ninguna fecha de la gira en ningún teatro español, también lo achacan “a la poca visibilidad que se da a la EUYO en medios de comunicación”.

El proyecto de esta orquesta nació en 1976 y, desde entonces, se ha convertido en una de las mejores agrupaciones jóvenes a las que se puede acceder en Europa. Según los cuatro músicos mencionados, el objetivo de su trabajo “está orientado a transmitir el espíritu joven en la música clásica, además de ofrecernos a nosotros la oportunidad de formarnos como profesionales”. Para ellos y sus compañeros, el disfrute está asegurado. La complicidad gana por goleada a la competitividad y, a pesar de hablar distintos idiomas y ser de culturas diferentes, la energía que desprenden es palpable. Prueba de ello es la tradición que mantienen de tocar el pasodoble “Amparito Roca” al final de cada cita poniéndose de pie, mezclados e incluso saltando sin permitir que se les escape ni una sola nota. “Sabemos que estamos para compartir y aprender y eso es lo que hacemos”, explican, añadiendo que, aún siendo un colectivo de gran nivel y calidad, no tienen motivos para mirar a nadie por encima del hombro.

Los colores de la música

Las pruebas de acceso contaron con una fase, excepto en aquellos países con más solicitudes, como fue el caso español que tuvo dos. Una vez dentro, el reto está en “tocar sinfonías difíciles con directores muy buenos”. En esta ocasión el tour cuenta con dos batutas: Vasily Petrenko y Stephane Denève. Una vez que Peter Stark prepara todo un trabajo inicial para cuadrar y pulir las obras, la EUYO se expone a ensayos para absorber el talento de ambos directores. “Petrenko nos pone en el contexto de la obra antes de tocar”, explican los músicos, “nos ayuda a encontrar los colores en la música por nuestra cuenta”. Por su parte, añaden que el caso de Denève es diferente, pues “propone tempos e ideas diferentes a las que teníamos interiorizadas”. No es en vano recalcar algo en lo que todos están de acuerdo: la oportunidad de hacer un trabajo de experimentación que en una orquesta profesional, sea por cuestión de tiempo, no se podría contemplar.

Viena, Praga, Berlín, Bolzano, Amsterdam -esta tarde tocan en la sala Concertgebouw de la capital holandesa-, Hamburgo y Grafenegg disfrutan hasta el fin de la gira -18 de agosto- de un verano cálido apaciguado por la musicalidad de la EUYO, tanto dentro como fuera de sus teatros. Tal está siendo la acogida de sus conciertos que, además de haber colgado el cartel de agotadas en varias ocasiones, hubo una experiencia que a todos se les quedó grabada. En el Konzerthaus de Berlín la música no solo sonó dentro, sino también en la calle: se pusieron grandes pantallas y altavoces de tal manera que el público se sentó en suelos y bordillos para disfrutar en silencio de piezas de Beethoven. “Fue muy emocionante”, recuerdan de una experiencia en la que el público pasó de estar escuchando a cantar al unísono el Himno de la Alegría al final del concierto. Juventud, calidad y, sobre todo, ganas de dar a conocer la música clásica como una experiencia diferente y llena de vida.