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Leonardo Padura: «La realidad entra en mi casa sin tocar a la puerta»

Leonardo Padura / Premio Princesa de Asturias de las Letras. El escritor de la tetralogía «Cuatro estaciones» y «El hombre que amaba a los perros» repasa en esta entrevista su vida en Cuba y su relación con la novela policiaca
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  • Víctor Fernández está en LA RAZÓN desde que publicó su primer artículo en diciembre de 1999. Periodista cultural y otras cosas en forma de libro, como comisario de exposiciones o editor de Lorca, Dalí, Pla, Machado o Hernández.

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El escritor Leonardo Padura gana el Premio Princesa de Asturias de las Letras el mismo año que Estados Unidos y Cuba restablecen sus relaciones y dejan atrás la guerra fría.
Leonardo Padura, uno de los escritores más renombrados de su país y autor de una célebre saga policiaca a sus espaldas, no podía disimular su emoción al saber que era el ganador del Premio Princesa de Asturias de las Letras. Sabía que iba a ser un día movido y cuando este diario lo localizó en su domicilio en el barrio de Mantilla de La Habana reconoce que «ya llevo dos cafeteras y cuatro cigarrillos» por delante.
–¿Qué representa para usted un galardón como éste?
–Significa llegar a lo que nunca había imaginado que podía llegar. Para cualquier escritor del mundo un premio de esta categoría es una distinción muy apreciada. Imagínese usted para un escritor cubano que vive en Cuba y que durante todos estos años he tratado de trabajar con la mayor seriedad posible expresando mis preocupaciones, mis ideas, mis obsesiones; que esto tenga un reconocimiento de este tipo es algo que realmente me complace muchísimo.
–Es también un reconocimiento a la literatura cubana.
–Sí y quisiera que se leyera también de esa manera. Ser el primer cubano que lo gana por supuesto que es importantísimo. No es solamente un premio a un escritor y unos libros sino también a la literatura cubana porque por primera vez un autor cubano está en la lista de los galardonados.
–En los últimos años usted se ha convertido en la cara más visible de la literatura de su país. ¿Se siente cómodo haciendo de embajador?
–Es algo que le cae a uno como una responsabilidad por muchas razones. En vez de caminos que se bifurcan son caminos que se cruzan y le llevan hacia algo que le desborda. Lo que trato cada mañana es sentarme ante mi ordenador y escribir lo mejor que puedo y lo otro es algo que ocurre fuera de la voluntad de uno. Pero siempre me he sentido muy orgulloso de ser un escritor cubano. Si mi trabajo ayuda a otros autores cubanos del país lo asumo como otro premio que he recibido.
–Cuando se ve el listado de los ganadores del Príncipe de Asturias, el género que tiene una menor presencia es el policíaco, con excepciones como John Banville. Con usted entra por la puerta grande.
–Eso es muy importante. Entre los muchos escritores de los que soy deudor y a los que en este momento quisiera dedicar un pensamiento está Manuel Vázquez Montalbán. Creo que la literatura policíaca, desde los años 80, con escritores como Manolo, empezó a hacerse respetar realmente en el ámbito de un género que muchas personas consideraban menor, de entretenimiento y de evasión. Que se reconozca es un éxito colectivo de muchos escritores que hemos confiado que la literatura policíaca también es literatura y puede ser literatura.
–Desde que nació vive en el barrio de Mantilla, en La Habana.
–Vivo en la casa en la que nací hace 59 años. He recibido la noticia del premio a los 59 años y voy a recibirlo físicamente con 60 años en octubre, viviendo en la casa que construyeron mis padres en 1954 para que yo naciera en 1955. La primera persona física a la que le voy a dar esta noticia, además de mi esposa que está aquí conmigo ayudándome, es a mi madre, que está durmiendo en la casa de abajo, la que construyó con mi padre en el barrio en que nací, un barrio con el que tengo una relación sentimental, casi visceral, porque es el sitio origen de todo.
–Sus trabajos literarios y periodísticos los escribe desde esa casa, pero en ocasiones no han podido ser leídos en su país.
–Por fortuna, todas mis novelas se han publicado en Cuba. Precisamente este martes hablaba con la directora de la Unión de Escritores, que es la que me publica aquí, para preparar una reedición de las primeras novelas de la serie de mi personaje Mario Conde. Ahora se está rodando en La Habana una serie de televisión con cuatro películas a partir de esas novelas. El problema de las ediciones en Cuba es económico por la falta de papel y recursos, que son pequeños mientras que la cantidad de lectores es muy grande. He logrado muchos premios en mi país, pero el principal ha sido tener tantos lectores en Cuba que constantemente me preguntan por lo que escribo y qué es de la vida de Mario Conde como si fuera una persona y no un personaje. En la parte del periodismo, sí, colaboro más con agencias fuera de Cuba, pero por vía alternativa acaba circulando en el país y hemos tenido incluso la oportunidad de recogerlo en forma de libros y se ha publicado. Es una relación en ocasiones un poquitico complicada, a veces tensa en algunos momentos, pero por general ha llegado a los lectores cubanos.
–¿Qué le gusta de trabajar en Cuba?
–En Cuba y específicamente en este barrio en el que estoy la realidad entra en mi casa sin tocar la puerta. Vivo muy en contacto con la realidad cubana. Por ejemplo, en uno de los sitios en los que publico mi periodismo de muchos años con la agencia Inter Press Service (IPS), se llama «La esquina de Padura». Es el cruce de dos calles en el barrio de Mantilla, punto en el que a los cubanos les gusta pararse para conversar y filosofar sobre la vida. Yo trato de ver la realidad cubana desde una esquina de ese barrio porque se me revela muy fácilmente. Escribir en Cuba se me hace muy fácil en ese sentido de la comunicación como una realidad de la cual escribo y dentro de la cual escribo.
–Desde esa esquina de la que habla, ¿cómo ve los cambios que está viviendo la isla?
–Hay días en los que uno amanece un poco más pesimista y otros algo más optimista. Creo que por lo general todo este proceso que se ha acelerado, todavía no con grandes cambios pero sí con pequeños cambios que van teniendo su peso específico y que sumando tienen su peso en la realidad cubana. Eso me hace ser optimista. El solo hecho de que baje la tensión que durante tantos años ha existido entre Cuba y los Estados Unidos, que haya posibilidades de conversar, de establecer relaciones, de visitar uno u otro país sin que sea un calvario es importante. Hace unos días estuvo aquí en La Habana en un partido amistoso el equipo de fútbol Cosmos de Nueva York. Ojalá esa sea la puerta por la que vengan también los jugadores de béisbol porque nosotros somos más beisboleros que futbolistas, a pesar de que toda la gente que estaba ese día en el estadio aplaudía a Raúl que está ahora en el Cosmos. Ojalá que si no normales haya unas relaciones cordiales con los Estados Unidos. Es muy importante que esa cordialidad se extienda a los cubanos que viven dentro y fuera y seamos capaces de pasar por encima de muchas historias que han pasado, construyendo un país en concordia.
–¿Este proceso se puede acabar filtrando en la literatura?
–Creo que sí. Lo que pasa es que la literatura requiere su tiempo, tanto como que la novela que estoy escribiendo ocurre una parte importante en el presente. Decidí que terminara la historia el 16 de diciembre de 2014, es decir un día antes de que se anunciara las conversaciones entre Cuba y los Estados Unidos para restablecer relaciones. A partir de ahí comienza un proceso que estamos viviendo y del que es muy difícil hacer ahora literatura. Se puede escribir sobre cualquier cosa, pero prefiero escribir sobre cosas que existen realmente y este proceso está en marcha.
–¿Cómo cree que celebrará este premio Mario Conde?
–Lo tiene que celebrar conmigo porque también es un premio para él. Ese día de 1990 en el que empecé a darle forma a Mario Conde ocurrió algo muy importante en mi vida. Su hallazgo y su compañía a lo largo de 25 años es convivir con un amigo al que cada vez que he convocado me ha respondido. Ha sido un hombre de una fidelidad absoluta. Ya se puede imaginar cómo lo celebraría él: iría a casa de sus amigos y celebraría una comida pantagruélica llevando todas las botellas de ron que encontraran en el camino. Yo soy un poco menos pantagruélico en cuanto a la comida y la bebida.

Bibliografía básica

- «Cuatro estaciones» (1991-1998) Teatralogía de Mario Conde.
- «La puerta de Alcalá y otras cacerías» (1998). Cuentos.
- «Adiós Hemingway» (2001). Rescata a Mario Conde, ya retirado.
- «La novela de mi vida» (2002). La más biográfica de sus obras.
- «El hombre que amaba a los perros» (2009). Fuerte crítica a Cuba.