Balas de tinta

Si hubiera que escoger cuál es la mejor novela sobre nuestra Guerra Civil, más de uno apostaría por «La soledad de Alcuneza». Es la tercera parte de una trilogía en la que su autor, Salvador García de Pruneda –militar, diplomático y escritor (1912-1996)–, describe las andanzas de su protagonista durante el conflicto. Alcuneza, que así se llama el personaje, es un hombre joven afable, reflexivo, generoso. Cómo teniente de caballería, también tiene algo de romántico: asistimos, efectivamente, a las últimas cargas de caballería en nuestro país. Aun así, la novela y la mirada de Alcuneza tienen poco de romántico. La prosa es clara, clásica, bien articulada, y la narración, también clásica, sin una trama fija, va construida al modo cervantino o barojiano, siguiendo las idas y venidas de Alcuneza y su batallón por toda España. No hay política, salvo una escena de diálogo entre compatriotas enfrentados, reunidos a la fuerza durante una noche. Parece una glosa de «La velada en Benicarló». La auténtica protagonista es la guerra: el medio y el paisaje, los desastres, las virtudes que pone en juego, también la poesía de lo militar, atenido a la realidad más prosaica de las cosas. La soledad llega al final, cuando, en una escena de alto contenido simbólico, un poco cómica también, Alcuneza comprende que la guerra ha terminado. Estamos ante un ejemplo de gran literatura, que muchos tendrán la ocasión de descubrir ahora. Todo un privilegio, que conviene no desaprovechar.