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Chesterton: sí, siempre, a la vida

Un volumen recoge su postura contra la eugenesia. «La eugenesia y otras desgracias». G. K. Chesterton. Renacimiento. 240 págs., 18 euros. (e-book, 5,50)
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  • La Razón es un diario español de información general y de tirada nacional fundado en 1998

  • Toni Montesinos

    Toni Montesinos

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La continua presencia editorial de Chesterton es del todo justificada con títulos como éste, un conjunto de artículos escritos poco antes de la Gran Guerra que eran inéditos en España y que nos abren a un campo que caducó hace tiempo y a la vez es actual. Así lo expresa en el prólogo el profesor universitario Salvador Antuñano, que hace una interesante equivalencia entre lo que fue aquella «controversia pública, es decir, política y en el fondo filosófica», y lo que hoy se respira alrededor de «los intentos de disolución de la institución familiar» y a «la mentalidad abortista». Hablamos de la eugenesia, cuyos orígenes ya están en Platón (el término significa «bien nacido») y que defenderán científicos decimonónicos de renombre, intelectuales como G. B. Shaw y políticos como Churchill. La Sociedad Eugenésica se fundó en Londres en 1907 con el fin de divulgar la «ciencia para mejorar la raza», que los nazis llevaron hasta el horror pero que las leyes británicas ya impusieron a inicios del siglo XX, ante la indignación de Chesterton, quien denunció esa práctica que hacía legal el hecho de encarcelar a «débiles mentales» para impedir que se casaran o tuvieran hijos, de tal modo que «el vagabundo huidizo, el trabajador tímido, el rústico excéntrico fácilmente pueden ser encerrados en condiciones concebidas para los maníacos homicidas».
El autor explica que, «allá por 1913, la eugenesia pasó de capricho a moda» y lo que parecía una broma ya iba en serio: hacer superhombres, delinear las condiciones prenatales, etc. Así, con la mordacidad que le caracterizó, Chesterton destapa «la teoría falsa» en que se basan estas acciones, dando una lección de humanismo al defender al incapacitado, al desequilibrado, al diferente, pues quién no es un poco así.