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Edith Wharton sin cuentos

larazon

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Se reúnen por primera vez en español todos los cuentos de Edith Wharton, la primera mujer que ganó el Pulitzer en 1921 con su novela «La edad de la inocencia» y estuvo nominada al Premio Nobel en varias ocasiones. Escribió mucho –novelas, ensayos, cuentos– y lo hizo muy bien. Su estilo inconfundible muestra un agudo conocimiento de la psicología humana y es capaz de explorar en las emociones de sus personajes con una sutileza y un sentido del humor rebosantes de ironía.
La editorial Páginas de Espuma publicará todos sus cuentos en dos volúmenes. Aparece ahora el primero de ellos con cuarenta y tres relatos y el segundo verá la luz dentro de un año. Los cuentos están ordenados cronológicamente desde sus inicios hasta 1908, traducidos por un excelente equipo de cuatro personas y con prólogo de Clara Obligado. Una gran oportunidad para comprobar la evolución literaria de una autora imprescindible.
Libre de espíritu
La exquisita edición hubiera encantado a Edith Wharton. La atractiva portada y sus colores habrían sido del gusto de la refinada dama que, entre otras cosas, era la autora. La Wharton fue una señora perteneciente a una familia adinerada que le proporcionó una exquisita educación, pero siempre se comportó como una mujer libre, de espíritu aventurero, que huía de convencionalismos y se manifestaba abiertamente aunque pudiera resultar contradictoria para los demás.
Durante la Gran Guerra recorrió los frentes europeos en motocicleta escribiendo artículos sobre aquella encarnizada lucha de trincheras y trabajó como voluntaria de la Cruz Roja, por lo que recibió la Legión de Honor. En las casi mil páginas de este libro encontramos el universo narrativo en el que se movería el resto de su vida: matrimonios infelices pero corteses, reuniones de alta sociedad, secretos bien guardados, hombres que sufren por errores del pasado y, sobre todo, mujeres, a menudo insatisfechas con esos maridos que ensucian la blancura de las primeras ilusiones como los caniches las alfombras; mujeres que saben transitar de la pasión al «afecto tolerante» que posee, «exactamente, las mismas ventajas». Unas veces hacen sacrificios en aras de ese bien sagrado llamado «respetabilidad» que exige tantas concesiones y en otras simplemente huyen para vivir una pasión auténtica. Seguramente el mejor resumen sobre su escritura sea el que hizo su amigo Henry James en una carta: «Tú eres más fuerte, más firme y más sutil que todos los otros, tú dices más y dices mejor».