El autor al que eclipsó Shakespeare
En 1935 se funda en Londres el sello Penguin, con el propósito de editar libros de bolsillo caracterizados por su manejable tamaño, un precio muy asequible y una cuidada calidad editorial. «Penguin Books» se revelará como una revolución editorial, acercando al lector medio el mundo de los clásicos literarios en un formato cercano y riguroso. Con la sobria imagen original que ha caracterizado a esta emblemática colección, aparece ahora en traducción al español un conjunto de autores universales que viene a ser un canon de la secular cultura occidental. Abre esta afortunada iniciativa Christopher Marlowe (Canterbury, 1564 – Londres,1593) y su «Obra completa. Teatro y poesía», un volumen de lograda ambición cuyo mejor acierto, aparte de su evidente calidad literaria, radica en la probada pericia de sus traductores, puesto que se recogen versiones de Aliocha Coll, Andrés Ehrenhaus y Andreu Jaume, responsable de la edición y autor de la introducción.
Se consigue aquí dar entidad a un poeta y dramaturgo comúnmente situado a la sombra de Shakespeare, su coetáneo e ilustre competidor literario; y también se actualiza la vigencia del teatro isabelino (bajo el reinado, entre 1558 y 1603, de Isabel I de Inglaterra), caracterizado por su ágil revisión de la tragedia clásica griega, la introducción del verso libre –carente de rima–, personajes fuertemente connotados por problemas socio-existenciales y tramas vinculadas a un claro sentido ético de la vida. Vuelven a emocionar tragedias como «La masacre de París», sobre un legendario enfrentamiento entre católicos y protestantes; «El judío de Malta», truculenta historia de odios y venganzas, claro precedente del shakespeareno «El mercader de Venecia»; «Tamerlán el grande», impresionante alegoría sobre la ambición del poder; «Eduardo II» y las peripecias sentimentales de su decadente reinado; «La trágica historia del doctor Faustus», el revisitado mito medieval del hombre que vende su alma al diablo a cambio de la eterna juventud, y que tan brillantemente abordaría siglos después Goethe; o «Dido, reina de Cartago», grandilocuente drama heróico con la Eneida como referencia. Y fascina la renovada vigencia del extenso poema «Hero y Leandro», emotiva historia de amores imposibles; o «El pastor apasionado a su amor», composición póstuma de un característico bucolismo arcádico y renacentista.
Dramatismo y pasión
Estas obras se definen por un singular patetismo dramático, su configuración histórico-sentimental, la fuerza pasional de sus protagonistas, el entretenido enrevesamiento de sus argumentos y el dominio de la versificación, que aquí se evidencia en su lograda traslación al español. Las cuidadas traducciones, el imprescindible estudio introductorio y la calidad de los textos recuperan para el lector actual la mejor tradición de los clásicos.