Esa turbia niña prodigio
En «Mariposa en la sombra», de Gilly Macmillan, reina la ambigüedad y nadie es quien aparenta ser.
En «Mariposa en la sombra», de Gilly Macmillan, reina la ambigüedad y nadie es quien aparenta ser.
A veces resulta difícil distinguir un thriller psicológico de una novela de misterio. Es sencillo si se compara «Perdida», la extraordinaria intriga posfeminsita de Gillian Flynn, con «Mariposa en la sombra», de Gilly Macmillan. La primera, con todas sus trampas, es un thriller de lo más deslumbrante, con un juego interno de dos narraciones y un par de personajes realmente inquietantes, mientras que la segunda se mantiene de forma sosegada y átona en la tradición de la novela inglesa sentimental de misterio. En el libro, la autora describe desde distintos puntos de vista narrativos las consecuencias trágicas de un accidente mortal de coche que conducía una menor. La intriga doméstica se ceba en los estereotipos de la familia feliz. Una apariencia superficial que niega la realidad tenebrosa que va emergiendo a medida que los personajes desvelan su intimidad.
Engaños y ocultaciones
En esta novela la búsqueda de una segunda oportunidad contrasta con la violencia soterrada, los engaños y ocultaciones de los miembros de esa familia, incapaces de recomponerse sin recurrir a un engaño mayor. A través de sus narraciones fragmentadas, el hecho criminal fortuito cometido por Zoe, una niña prodigio, y la fantasía familiar de una nueva oportunidad muestran hasta qué punto viven en una falsa sensación de normalidad. Aquí reside el misterio de los hechos que les obligan a desnudar sus sentimientos hasta completar su rompecabezas vital. Un relato sin apenas suspense, próximo a la novela de intriga sentimental para jóvenes adultos (como «Young Adults»).
El problema nace del desequilibrio que se crea entre el relato dramático y la promesa incumplida de una intriga psicológica de mayor alcance. El equívoco se mantiene hasta que el lector comprende que el oscuro relato es más interesante que la endeble trama criminal, focalizado en el dilema moral que la autora plantea al final: ¿la felicidad y la cohesión familiar exigen el sacrificio de un chivo expiatorio que compense las injusticias vividas?
El peritexto promocional la compara con «La chica del tren». Error evidente, pues ésta es una obra con asesinatos pero anecdóticos para el intríngulis criminal. Si la autora hubiera dejado claras sus intenciones como lo hizo en su primera novela, «Encuéntrame», un relato de suspense psicológico notable por su enfoque de los personajes femeninos –oscuros hasta la abyección–, las expectativas lectoras serían otras.
Así nadie es quien aparenta, ni las acciones responden a unos patrones previsibles. La ambigüedad es necesaria para mantener cierto suspense y la subjetividad de las narraciones en forma de flujo de conciencia predisponen a la creencia ciega, pero el relato exige también coherencia psicológica, algo que la autora se salta con un golpe de efecto dramático arbitrario.
El estilo literario es impecable, especialmente en la composición de personajes inquietantes por su turbiedad moral, como la niña Zoe y su desequilibrada madre. Sin embargo, son imperdonables las coincidencias criminales: dos son multitud y dicen poco de la elaboración de la trama aun pretendiendo hacer de estas coincidencias la vuelta de lo reprimido como un ajuste de cuentas inmoral.
Sobre la autora
Antes de dar el salto a la literatura, trabajó en una revista y en la galería Hayward. Su primera novela, «Encuéntrame», se publicó en 2015
Ideal para...
Amantes de los dramas domésticos que poseen una fuerte carga emocional
Un defecto
La poca consistencia que tiene la trama criminal del relato
Una virtud
Su buena factura literaria y la creación de personajes femeninos inquietantes
Puntuación
7