Ignacio Martínez de Pisón: «Me gusta mucho hablar y escribir sobre perdedores»
Ignacio Martínez de Pisón / Escritor. El autor vuelve con «Derecho natural», su primer libro tras ganar el Premio Nacional de Narrativa
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El autor vuelve con «Derecho natural», su primer libro tras ganar el Premio Nacional de Narrativa
La Transición es el marco temporal en el que se mueve Ángel, el joven protagonista de «Derecho natural» (Seix Barral), la nueva novela de Ignacio Martínez de Pisón. La obra contiene momentos y personajes memorables, como el padre de Ángel, un actor de películas de tercera fila que también se gana la vida como imitador de Demis Roussos. Todo ello contado con el talento habitual del autor.
–¿Por qué los primeros años de la Transición como telón de fondo de «Derecho natural»?
–Siempre me ha gustado escribir historias ambientadas en esa época. Creo que los escritores de mi generación debemos dejar la memoria de la España que nos ha tocado vivir, la de ahora, y fijarnos en aquella etapa en que ocurrían cosas. Pasar de una dictadura de casi 40 años a una democracia no era fácil. Eran años convulsos en los que sucedían cosas que nos interesan. En algún momento de la novela hablo de cómo los personajes se reiventan, cómo hacen tábula rasa con su pasado y deciden ser diferentes de lo que son. Hay realmente como un corte histórico que libera a la sociedad de su pasado y le permite construir uno nuevo: gente que había sido franquista, se reivindicaba como demócratas de toda la vida. Fue un momento de transformación general y eso es lo que es la novela: a través de personas no muy relevantes vas entendiendo los cambios en la sociedad.
–¿Y por qué Demis Roussos?
–El otro día me decía un crítico musical que Demis Roussos perdió la batalla musical contra Abba: de Abba hay musicales y nostalgia de su obra mientras que Demis Roussos ha pasado al anonimato. Me interesaba, no tanto por lo de ser banda sonora de los años 70, como por el hecho de ser un fracasado. Su paso a los 80 fue bastante lamentable y se convirtió en un hombre que tenía que escribir libros por encargo sobre su régimen de adelgazamiento, algo que era falso, porque perdió peso por una depresión. Después tuvo su momentito pequeño de gloria cuando en el secuestro de un avión él iba dentro y, por una vez, volvió a salir en televisión, pero quedó de nuevo olvidado. Me gusta mucho hablar y escribir de perdedores, y que se gane la vida alguien que imita a Demis Roussos, hace que el personaje sea más lamentable. Ese es el registro en el que quiero moverme que es el del humor.
–Otro de los marcos en el que se ubica es en el del cine de serie Z de los 60 y 70.
–Sí, de hecho el proyecto original era hablar más de estas películas de hombre lobo y «spaghetti weterns» español, pero el personaje fue engordando y se convirtió en este doble de Roussos. Había leído algunos libros de memorias, como los de Jesús Francos y Paul Naschy, y me gustaba ese aire zarrapastroso con el que hacían las películas, dejando deudas aquí y allá. Me gustaban esas trampillas para saltarse la censura, con versiones en España en las que las chicas iban tapadas mientras que en la versión para el extranjero iban medio desnudas. Ese mundillo era interesante para mí y tampoco se ha escrito tanto de ello en las novelas.
–Además incluye personajes reales como Paco Rabal, José María Nunes o Paul Naschy.
–Sí, en el libro hay muchos reales haciendo pequeños cameos como Nunes –al que conocí en su barrio del Carmelo–... Era una industria que iba de lo más pobretona haciendo películas comerciales con falsos nombres extranjeros, pero también el de la Escuela de Barcelona, que se hacía con muy pocos medios. Nunes rodaba haciendo las colas de película que le regalaba un amigo suyo productor, de manera que no tenía que gastar en laboratorio.
–¿Se podría calificar «Derecho natural» como su obra más humorística?
–A veces uno no sabe por qué los personajes incitan a sufrir situaciones cómicas. Esto es lo que me pasó con este libro en el que los personajes siempre los voy presentando en una situación humorística, incluidas esas dos hermanas gemelas que no lo son porque ni siquiera son hijas de la misma madre. Esos equívocos dan lugar a situaciones de humor, pero el humor en la literatura no es de risa como en las películas porque a veces, poco a poco, se va tiñendo de melancolía o de tristeza. Creo que el registro en el que quería moverse era ese: que hubiera humor, pero que al mismo tiempo fuera una novela seria. El mismo título, «Derecho natural», es muy serio, como un tratado para estudiantes de Derecho. Aunque hablar de la vocación de jurista del narrador ayuda a entender el contexto histórico, con una España con una legislación a medio hacer, donde faltan muchas leyes.
–Podría parecer que este novela está conectada con otras anteriores suyas, como «Carreteras secundarias».
–Por la relación del padre y el hijo. Creo que todos mis libros tienen muchas vías de conexión entre ellos. Y es verdad que esa constante disputa entre padre e hijo que al mismo tiempo es un aprendizaje ya estaba en «Carreteras secundarias». Pero esta novela tiene ecos de otras mías, como «El tiempo de las mujeres» donde ya aparece el 23-F como elemento importante. Aquí vuelve a aparecer, aunque de manera episódica. Me parece que lo normal es que las novelas de un autor se parezcan entre ellas porque comparten un ADN y un mismo foco de inquietudes y temas preferidos. Lo raro es que cada libro fuera completamente distinto al anterior. Siempre hay un aire de familia.
–¿Cierra la Transición como tema?
–No lo sé. El próximo será una investigación histórica que acaba a mediados del XX.
«Derecho natural»
Ignacio Martínez de Pisón
seix barral
448 págs.,21 eur.