Escritores

Paulina flores tiene mucha vida

Paulina flores tiene mucha vida
Paulina flores tiene mucha vidalarazon

No busquen innovación en el idioma, tampoco provocación, deconstrucción estilística o desfragmentación estética. No hay nada de todo ello en estos nueve relatos que conforman el debut de la escritora chilena, sino algo más profundo, más sutil y más complejo: el perfecto oído para colocar el ángulo de visión sobre lo importante y desenfocar, hasta diluir, la guarnición de un relato. Identidad, mentira, desamparo, patetismo... Sabe escuchar lo que debe y desoír lo anecdótico en una dura lucha de perspectivas narrativas basadas en escenas cotidianas, con una limpia y cuidada mirada irónica: bloques de viviendas, jóvenes que trabajan en bibliotecas o en restaurantes de comida rápida, padres que familia que no encuentran empleo, desclasamiento. Mucha culpa, mucha vida y mucha disputa por la vida, mucho dolor y demasiados planes rotos; proyectos de vida cercenados, inconclusos «como manzanas a medio comer». Personajes con carne, piel y huesos cuyos sueños nunca se cumplen, como nos recordara Natasha Ginzburg.

«¡Qué vergüenza!» asusta, y lo hace por su precisión al relatar estas historias de «clase media-baja» en las que arranca un trozo de la vida de sus personajes, lo ensancha y le da altavoz, poniendo el foco en el preciso instante en el que «se piensan» para llegar a comprenderse. Frente a ese espejo les vemos y nos vemos. Sin reivindicación alguna, pero con una sensata intención social basada en lo netamente literario, nada panfletario: complejidades, búsquedas, compasión o perversidad. Marida lo bello y lo amargo, lo cotidiano y lo inaudito de forma muy verosímil con un estilo minimalista, limpio y de una efectividad incómoda, apabullante.

No podemos resumirlos todos pero ya deben haberse formado una idea –sobrecoge «Laika», una historia de pedofilia protagonizada por una niña que quería ver ovnis–. Lean a la autora que, con 25 años, ganó el Premio Roberto Bolaño por el relato que da título a esta obra –aunque no sea el mejor del conjunto– y que también le valió el galardón del Círculo de Críticos de Arte. Léanla, porque ella siente vergüenza y ha nacido para contarlo.