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¿Pero quiénes eran?

Fumaroli ahonda en los hombres que formaron la República de las Letras
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  • Diego Gándara

    Diego Gándara

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Se dedican al «Otium scribendi» como quien hace un ejercicio espiritual y no esperan, por ello, retribución. Son parte de La República de las Letras, una república sin jurisdicción ni frontera pero que, sin embargo, existe. ¿Quiénes son los que se reconocen en ella? ¿Dónde se origina ese término y cuáles son las indefinidas reglas de esta sociedad sin votos y que descansa sobre un libre contrato implícito? Responder a todas esas preguntas e interrogantes, dice Marc Fumaroli en este libro que reúne todos sus textos sobre La República de las Letras, no es fácil, pues indagar en ello sólo puede hacerse «a tientas», aunque, como buen explorador, el catedrático ha tratado de no apartarse «demasiado de lo que es sólido e indiscutible». Es que el mismo término de República de las Letras, aunque existen testimonios de su uso durante los siglos XVI y XVII, hasta no hace mucho tiempo no había conocido, señala el autor, el favor «de la investigación histórica en un sentido amplio ni de la historiografía de las ideas».
Una nueva época
Así que Fumaroli, que conoce con detalle la cultura antigua y medieval, indagó en la gestación de esta república, impulsada por el humanismo de Petrarca y de muchos de sus discípulos, y que dio forma, también, a la Europa moderna e ilustrada. En ese sentido, en los catorce textos que componen «La República de las Letras», Fumaroli logra hacer una síntesis de lo que significó el inicio de una nueva época, especialmente en la Venecia de 1417, cuando el copista Franceso Barbaro acunó el nombre de «Respublica litterarum» a esa cofradía de intelectuales, eruditos, humanistas y misioneros que se lanzaron a la búsqueda y a la copia de manuscritos de obras antiguas ignoradas, treinta años antes de que se inventara la imprenta. «Una élite "humanista"de la cultura, de la ciencia y del gusto –concluye Fumaroli– que no había esperado la invención de la imprenta para tomar conciencia de sí misma y representar su papel en el mercado del libro o de la palabra impresa».

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