Ver la luz en medio de la oscuridad
«Escribid desnudos, escribid con sangre, escribid como si viviérais en el exilio y tuviérais que recordar cada detalle de vuestra casa», aconsejaba hace muchos años a sus alumnos del taller de escritura creativa Denis Johnson, escritor americano de culto, ganador de un National Book Award por la extraordinaria «Árbol de humo» y uno de los más interesantes autores que ha dado la literatura estadounidense en los últimos años. No solo por las imágenes poéticas de sus cuentos y novelas y por la profundidad con que caracteriza a sus personajes, sino también por su vida de perdedor legendario que, pese a todo, logra redimirse una y otra vez gracias al poder salvador que a veces tiene la literatura, la escritura.
Fallecido hace un año como víctima de un cáncer feroz, poco antes de morir Johnson pudo terminar, sin embargo, los cinco cuentos que conforman «El favor de la sirena» y que ahora, doce meses después de su muerte, se convierten en su primer libro póstumo. Cinco cuentos en los que Johnson, con su prosa hipnótica, vuelve a adentrarse en un universo cotidiano para dotarlo de una inmensa e incómoda belleza, más allá de que ese mundo, por momentos, parece derrumbarse lentamente, cercado por la muerte, y sin que nada pueda detenerlo. Segunda colección de cuentos después de esa maravilla que es «Hijo de Jesús» y vigésimo libro (aunque póstumo) de su obra, en «El favor de la sirena», Denis Johnson, presenta una visión de la vida entre melancólica y desesperada, bastante semejante al espíritu de aquel libro, pero matizada por esos momentos fulgurantes, epifánicos, capaces de arrojar un poco de extraña luminosidad en medio de tanta oscuridad.
En el primer cuento, y que da título al libro, Johnson pone en escena a un hombre de mediana edad, que vive en San Diego, que está casado y que, desde hace años, se dedica a la publicidad. Más allá de su éxito relativo, le duele un pasado herido, compuesto por remordimientos y arrepentimientos por las cosas que no ha hecho y por las oportunidades, como dice el personaje, que ha dejado pasar.
Escritura que redime
El resto de los cuentos se mueven en un mismo territorio, con hombres y mujeres que no hacen otra cosa que conjurar la muerte que les acecha. Un personaje, por ejemplo, recuerda los años que pasó en prisión, rodeado de extraños delincuentes; otro, escribe cartas desde un centro de desintoxicación y salda cuentas con las personas que, a lo largo de su vida, despreció y amó a partes iguales; otro más, un escritor cuyo cuerpo comienza a mostrarle su fragilidad, acepta con resignación que sus amigos empiecen a morirse, aunque le queda el consuelo, como al propio Johnson en los últimos años de su vida, de redimirse con la escritura. A la larga, tan parecido, por momentos, a Denis Johnson, escribir es algo fácil. «Da igual lo que te pase, lo pones en la página, le das forma y enfoque». Eso sí: es importante escribir desnudo, escribir con sangre, como un exiliado que desconoce cuál es el camino que ha de llevarlo, otra vez, a casa.