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Zaragoza

Vidas de la descolonización

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Resulta reconfortante comprobar que, más allá de justificados experimentalismos formales, la asentada tradición del realismo clásico sigue vigente y con una eficaz vocación evolutiva. Viene a demostrarlo una novela como «La buena reputación», de Ignacio Martínez de Pisón (Zaragoza, 1960), relato que arranca en los años cincuenta, en el protectorado español de Marruecos, y que avanzará varias décadas de la mano de una familia de judíos sefardíes. En el tenso ambiente de la descolonización de ese territorio asistimos a las vicisitudes del matrimonio protagonista, Samuel y Mercedes, a la ruptura generacional motivada por la rebeldía de sus hijas, a la modernidad del futuro que encarnan los nietos y, en fin, al desarrollo de una saga narrativa de denso y amplio calado literario. En 2001, Antonio Muñoz Molina publicaba «Sefarad», un libro que plantea el sentido identitario de la pertenencia a un lugar, a un origen y a una cultura que, más allá de estados y naciones, conforma la personalidad de cada cual. La novela de Martínez de Pisón se adentra en esta temática con un tono que incluye el melodrama, la reconstrucción histórica y la reflexión tolerante sobre las vivencias interculturales.

Con una lograda ambientación en la que no falta la episódica aparición de César González Ruano o referencias a María Félix y Bobby Deglané, esta crónica familiar de secretos y mentiras, enfados y reconciliaciones, es también una meditación sobre el paso del tiempo, sobre la maduración de unos personajes que acabarán encontrándose a sí mismos más allá de la consideración social –la «buena reputación» del título– que les ha atenazado durante años. Samuel, además, colabora con una red clandestina de activistas que facilita la huída de judíos a Israel; el figurado regreso, sin haber estado nunca anteriormente, a una patria de referencia moral y civil, a la búsqueda de la personal identidad perdida. Merece especial atención la criada Felisa, que asiste con temperamental decisión, entrañable y desenfadada, a esa familia lastrada por prejuiciados convencionalismos sociales; o Sara, la muchacha que huye de casa con su novio, optando por la rebeldía de una vida construida sobre su lograda emancipación.

La opresión exterior

Destaca la caracterización de personajes, los intrigantes engaños cotidianos, la mirada documental que nos lleva, en constantes traslados de una ciudad a otra, desde el desarrollismo sesentero al tardofranquismo, y la perfecta recreación de ambientes físicos y culturales. En la impecable línea del realismo clásico, denunciando toda intolerancia social, envuelta en diversos conflictos familiares y fluyendo sin cesar bajo el firme pulso del narrador omnisciente, esta excelente novela atrapa al lector en un arrebatador argumento que pretende encarar críticamente al individuo con su opresivo entorno social.