Luis García Montero: “La poesía es una forma de orientarse en la vida”
El autor publica “Un año y tres meses” (Tusquets), el libro escrito a raíz de la pérdida de su esposa Almudena Grandes
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¿Es la literatura una buena herramienta para enfrentarse al dolor ante la muerte de una persona querida? El escritor Luis García Montero se acerca a esta cuestión en su nuevo poemario «Un año y tres meses» (Tusquets), libro que recoge los versos escritos a raíz de la pérdida de su esposa Almudena Grandes.
¿La poesía, en una situación como la que ha vivido, puede ser un bálsamo?
Sí. Para quien tiene vocación poética, pues se convierte en la manera más importante de preguntarse sobre uno mismo, sobre las relaciones con el mundo, sobre las experiencias de la vida... Eso es algo que acompaña a un poeta desde que era adolescente y se dedica a la poesía. Este libro ha sido la manera de pedirle a la poesía la posibilidad de una interpelación, de buscar un nuevo sentido a la vida una vez te deja en el vacío. A partir de ahí, en todo lo que te ofrece de pensamiento, de recuerdo, de memoria, de conocimiento de la propia experiencia se convierte en un consuelo. Eso que decía Borges del oficio de convertir en palabras la vida también acompaña y te da una visión de tus sentimientos más profundos y motivos para continuar.
¿La poesía puede dar alguna respuesta ante el duelo?
Sí, en todos los matices porque se pasa del dolor a la tristeza, de los momentos más dolorosos a la convivencia con la pena. Es una manera de orientarse en la vida. Desde luego, hay motivos externos a la poesía muy importantes. Tengo tres hijos y buscar un futuro es pensar en ellos. También me veo en la obligación ética de no renunciar y buscar a la esperanza porque hay amigos que tienen la enfermedad y han logrado superarla. Están, asimismo, los profesionales que cuidaron a Almudena, los médicos que la trataron a diario, trabajan en la conciencia de que esta enfermedad puede superarse muchas veces. Hay que tener la resistencia de la esperanza. Todo eso son motivos para seguir adelante, pero la poesía te de la respuesta más íntima.
¿Era la poesía la única manera de contar lo vivido? ¿No le tentaron el ensayo o la novela?
Sí, pero hubo motivos que me ayudaron a hacerlo con poemas. Primero es que yo en lo que me siento más seguro es en la poesía, que es donde puedo responder de los riesgos y los retos. En segundo lugar, en mi historia con Almudena la poesía fue muy cómplice. Fue muy lectora de poesía. Su padre escribía poesía. A ella le llamó la atención, al principio, mi poesía. En nuestros primeros años le dediqué un libro de poemas llamado «Completamente viernes» que fue muy importante en nuestra relación. Además, cuando ella escribía, incluso en su narrativa, tenía muy presente la poesía. Una de sus novelas que considero más importantes, «El corazón helado», es un homenaje a Antonio Machado. El título sale de ese verso de «una de las dos Españas ha de helarte el corazón». He intentado aprender que la ficción literaria es un intento de buscar la verdad más personal. La ficción no puede confundirse con la mentira. Es una elaboración de la realidad. La poesía me ha ayudado a comprender que el yo biográfico, que es importante, no debe ser confundido con el yo literario que es una evolución de las verdades del yo biográfico para superar la anécdota y dar trascendencia. Me siento más seguro en la poesía porque es donde puedo pasar a ese personaje literario. Cuando me dicen los lectores que se han identificado ves esa capacidad de trascender de la confesión personal a la condición humana.
En el libro habla del amor como una luz negociada...
Es un poema dedicado a la lectura. Cuando quiero pasar del yo personal al yo literario, incluso en los momentos de más intimidad, necesito sentirme heredero de la poesía. Hay un momento en el que hablo de que esto no es un poema, sino otra cosa, y me estoy acordando de una afirmación parecida de «Poeta en Nueva York» o de los versos dedicados a la muerte de su padre de Jaime Sabines, el poeta mexicano. La luz, en la tradición literaria, es la ilustración, el conocimiento revelado, lo que uno puede comprender cuando está en un momento de miedo. Siempre me gusta escribir para dar el paso de lo cotidiano a la significación más trascendente. Ese poema lo escribí porque teníamos costumbres distintas Almudena y yo. La preocupación me despertaba, pero no me impedía quedarme dormido del día. Ella tardaba en dormirse, pero se despertaba con dificultad y más tarde. Como los dos somos lectores, había una negociación de yo aprender a quedarme dormido con su luz encendida y ella a no despertarse con mi luz. El amor es como una luz encendida que en la vida vamos negociando.