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Premio Cervantes

Álvaro Pombo: “Nos hemos convertido entre influencers y mercachifles”

El Premio Cervantes asiste a la ceremonia de entrega del galardón, pero no pronuncia su discurso, aquejado de “fragilidad”, como España, y que fue leído por el profesor Mario Crespo

Aquejado de un estado delicado de salud, Álvaro Pombo acudió a recoger finalmente el Premio Cervantes concedido a una larga trayectoria literaria con un discurso sobre la “fenomenología de la fragilidad” bajo el brazo. Unas palabras, que, confesó por boca del profesor Mario Crespo que las leyó en su nombre, ya había escrito hace mucho tiempo “por si en alguna ocasión me caía del cielo este maravilloso premio”. “Me parece que refleja y expresa toda una fenomenología de la fragilidad hispana y de la fragilidad del mundo y de la fragilidad mía también”, dejó dicho el escritor, de 85 años. Pombo asistió, en silla de ruedas y ataviado con un gorro azul de lana, a la ceremonia en la Universidad de Alcalá de Henares, en presencia de los Reyes de España, de quienes recibió la medalla conmemorativa.

Sin embargo, como aclaró, la fragilidad “no tiene por qué ser una narrativa fragilizada o rompible. Puede ser tan inquebrantable como el propio texto de ‘’Don Quijote de la Mancha’’, o mejor aún, como el propio texto de ‘’El licenciado vidriera’’. La fragilidad de Don Quijote se expresa así: ‘’Dios lo remedie; que todo este mundo es máquinas y trazas, contrarias unas de otras. Yo no puedo más”, citó Pombo en su discurso, en el que ensalzó la fragilidad inquebrantable de Rocinante, la del licenciado convertido en vidrio, la de Sancho cuando llora al encontrarse con su jumento. Fue la peripecia de “El licenciado Vidriera” lo que centró su vínculo con la fragilidad: “¿Qué quiere decir el vidrio? Es lo rompible, lo frágil, lo opuesto al Escorial, a la Victoria. ¿Quién habla de victorias? Sobreponerse es todo, salir airosamente es todo”.

“La fragilidad es el gran tema que va con nosotros en toda nuestra vida y en todo nuestro día a día. Hoy sigue siendo, más que nunca, el gran tema: la fragilidad ante la enfermedad, ante la soledad, ante la injusticia, ante la inseguridad, ante la falta de convicciones, ante las causas perdidas. La fragilidad del ser humano ante las más diversas instituciones que parece que no le amparan a uno, en una sociedad cada vez más ininteligible”, defendió Pombo.

Para el nuevo Premio Cervantes, esto tiene una continuidad con la mismísima España. “Yo estoy escribiendo ahora una novela sobre la liquidación del colonialismo español -dijo el escritor, que se refería, con toda probabilidad, a “Una ventana al norte”, publicada en 2004-. La fragilidad de España nos lleva una vez más a levantar una capilla a Santiago Matamorosy luego los moros matan a los españoles de Santiago Matamoros: fue el desastre de Annual, la fragilidad de España. Ahora nadie se bate en duelo por su honor ni por el honor de España ni por el del tato. Nos hemos convertido en influencers y mercachifles”, afirmó, y lo enlazó con un recuerdo familiar.Nosotros, los labriegos castellanos, los Pombo García de los Ríos, logramos hacer, en durísimos quince años de trabajos, la primera explotación agraria ejemplar de España”.

Sobre la fragilidad, continuó Pombo adentrándose en la psicología de Cervantes. “La situación clínica en los últimos años de vida de Don Miguel es que se encuentra, primero en una edad avanzada que le hace propenso a achaques de todo tipo y a un cansancio crónico y a unas deudas crónicas”, recordó. Según el escritor, Cervantes tenía, quizá, arteriosclerosis o cirrosis hepática. “Con todo esto encima, con setenta años, está llegando al final, ha escrito ya todo lo que tenía que escribir,pero está llegando al final con relativo y admirable buen humor”, enfatizó.

Y concluyó Pombo su discurso de forma magistral: “Don Miguel de Cervantes fue un hombre profundo y pobre, al decir de Ortega y Gasset. Es muy posible que, para alcanzar la grandeza en España, para superar la fragilidad, tengamos todos que llegar a la profundidad y la pobreza. Ahí se desharán los encantamientos. Ahí se romperá por fin el cristal. Ahí se hará fuerte lo frágil. Y los héroes seguirán recorriendo el imperio de su palabra incesante”.

Tras el discurso del escritor, tomó la palabra el Rey Felipe para clausurar el acto y que destacó dos aspectos de la obra literaria de Pombo. "Comenzaré por la bondad: el interés poético y literario por la bondad resulta sorprendente, porque diríase que la maldad –y conste que me refiero al ámbito literario─ ofrece más posibilidades. Tal vez en esto Cervantes sea un gran precedente. Lo que caracteriza la moral del caballero andante es “desfazer entuertos”, la lucha por la justicia y la ayuda al débil. “He cumplido gran parte de mi deseo ─dice don Quijote─ socorriendo viudas, amparando doncellas, favoreciendo casadas, huérfanos y pupilos”. Su lema es grande y sencillo: “Perdonar a los humildes, castigar a los soberbios y socorrer a los miserables”", enumeró Felipe VI.

"Álvaro Pombo ha comentado que Dostoievski intentó durante toda su vida contar la historia de un hombre bueno, y no lo logró a pesar de sus esfuerzos. Pombo no es un ingenuo. No piensa que todo el mundo sea bueno, sino que sería deseable que lo fuera. De hecho, ha retratado con profundidad personajes malvados en alguna de sus obras, como Los delitos insignificantes, ''Contra natura'' o ''El Exclaustrado'', pero siempre ha presentado la maldad como un fracaso, como una oportunidad perdida, insistiendo en la vulgaridad del mal. No hay en él nada grandioso. En cambio, la bondad le parece lo inaudito, lo brillante, la gran creación", ensalzó el monarca.

En este sentido, pasó al segundo tema tema central en la obra de Pombo: "la verdad". "También aquí Cervantes sirve de precedente. Por cierto, hago notar, si nuestro autor nos lo permite, que la edad le ha conferido un noble aspecto quijotesco. El mismo Alonso Quijano afirma: “Las órdenes de caballería nos mandan que no digamos mentira alguna”. Añade: “Andan entre nosotros siempre una caterva de encantadores, que todas nuestras cosas mudan y truecan, y las vuelven según su gusto y según tienen la gana de favorecernos o destruirnos”. Y termina con una afirmación tajante: “Yo sé quién soy”", citó el Rey.

Abrió la ceremonia de entrega del premio en el Paraninfo de la Universidad de Alcalá de Henares el ministro de Cultura, Ernest Urtasun, quien destacó de Pombo que sea “un verso único, suelto y excepcional, en medio del gran texto de las letras españolas contemporáneas”, al que describió también como “el exiliado, al borde de la historia, siempre en el mismo lugar. El exclaustrado al que este claustro reclama, para devolverle su asiento en este mediodía de cipreses y andanzas caballerescas”, dijo Urtasun. “En lo narrado, en lo dicho y lo escrito, encontramos el sentido profundo de las cosas. Esa es una de las grandes lecciones de Álvaro Pombo. Nos enseña que las novelas son el adentro, el ágora en el que las cosas ocurren, el espacio en que se intercambian las ideas y la lucidez. Una brillantez que nunca es impostura, pues fluye de manera orgánica en la voz de cada personaje”. Urtasun destacó que en el linaje de Pombo están “el esperpento de Valle-Inclán y los legados filosóficos de Ortega, de Jean Paul-Sartre y de su maestro José Luis Aranguren. La poesía de Rilke, de Elliot". Sin embargo, se refirió también a su vínculo con Cervantes: “¿No es acaso todo lo que vibra en la obra de Álvaro Pomboel alimento esencial de Don Quijote? ¿No comparten uno y otro los mismos anhelos y beben del mismo venero, la fuente inagotable de lo real?”.