Un libro de su tía despertó su curiosidad cuando sólo tenía 10 años. “Lo vi en su casa y comencé a ojearlo, ese fue mi primer contacto con la grafología y me pareció tan fascinante que esas Navidades le pedí uno a los Reyes Magos”, esto manifiesta Macarena Arnás, que
acaba de publicar su nuevo libro, “Las firmas de Napoleón, Stalin, Hitler… y otras historias de la grafología”, con el subtítulo, “Por su forma de escribir lo conoceréis” (Editorial ALMUZARA), donde analiza hasta 72 firmas de destacados personajes que han marcado la historia, de Napoleón a Putin, pasando por Felipe V, Freud, Charles Manson, John Lennon,
Amy Winehouse, Felipe González o la reina Letizia. “La firma es
nuestro sello, nuestra huella de identidad, la manera de reafirmarnos y aporta mucha más información que una escritura formal porque es mucho más libre, en el colegio nos dan pautas para escribir, pero no para firmar y en esa libertad es donde aparecen más aspectos de nuestra personalidad”, asegura la autora que, aunque licenciada en Derecho y Comunicación, quiso profundizar en su pasión matriculándose en estudios de Grafología, Técnicas Proyectivas y Pericia, lo que
la ha llevado a trabajar como calígrafo, grafóloga, coach, colaboradora en medios de comunicación y profesora en centros culturales y universidades como la UNED.
¿La grafología es una ciencia? “Ese es al gran debate hoy, en principio no se ha reconocido así, pero es respaldada por ramas, como la justicia, la psicología, o la criminología, que reconocen su validez, yo la considero una parte de la psicología basada en estadísticas y en una serie de parámetros dentro de la escritura, como tamaño de la letra, presión, inclinación, velocidad, adornos, tachones o espacios en blanco, que al igual que los silencios, también hablan de nosotros, aunque el ser humano puede manipular todos esos parámetros -afirma la autora-, porque escribimos de forma consciente, pero sobre todo inconsciente, y eso nos aporta mucha información sobre una persona, de ahí que la justicia acepte la pericia caligráfica como prueba infalible para conocer la verdadera autoría de un escrito”, como en las falsificaciones, sobre todo las de arte, convertidas en el cuarto negocio delictivo mundial. “
Se dice que en España están los mejores peritos porque están los mejores falsificadores y entre los artistas más falsificados de la historia –explica - encontramos a Miró,
Picasso o Dalí, que tenía 678 firmas diferentes. A Miró se le falsifica porque, aunque sus cuadros son abstractos, su firma es muy legible, un tanto infantil, y se tiende a pensar que son más fáciles de falsificar y no es así, Picasso está también en la lista de más falsificados porque su firma parece fácil, pero no lo es, de hecho, dentro de su simplicidad al ser muy legible, hay mucha complejidad a la hora de falsificarla”, asegura.
Macarena Arnás dedica un capítulo a las firmas de los suicidas. “No solo quise profundizar en personajes que se habían suicidado a lo largo de la historia, también dar pinceladas para poder detectar si una persona está pasando por una depresión o estado de inestabilidad emocional, la letra nos habla de estados emocionales. En los escritos que dejaron los suicidas se detecta mucha autoexigencia, inestabilidad, una tendencia muy acentuada a la culpabilidad y una autoestima inadecuada. A veces, aunque tengamos fama y éxito profesional, en la vida personal puede haber mucha soledad. Belmonte, por ejemplo, es un personaje muy interesante desde el punto de vista grafológico,
su letra inclinada con tendencia a tumbarse indica muchísima impulsividad -que también pasa a Hitler-, y entra en bucle, que denota cierto fanatismo o ser una persona con tendencia a obsesionarse. En
Hemingway hay una inseguridad muy camuflada, en su firma tiene tendencia a ocupar zonas superiores y esto habla de un ego muy inflado y una necesidad constante de reconocimiento que puede provocar inseguridad, aunque también hay mucha creatividad y sensibilidad. Tanto Hemingway como Belmonte muestran una hipersensibilidad que hace que las personas tengan a veces actitudes muy dramáticas que en un momento concreto puede llevarlas al suicidio”, explica.
Arnás habla de “salseos” grafológicos y comienza con personas que cambian de firma cuando adquieren fama, como John Lennon o la reina Letizia, aunque son diferentes. “Lennon, es más libre firmando, su letra va en un sentido ascendente, que nos habla de un deseo de ambición cada vez más notorio. En Letizia esos cambios se dan, pero hay que contar con que los reyes están asesorados, les dan pautas y esa libertad está restringida, como la R de reina consorte, pero luego tiene rasgos que se repiten, como su tendencia a subrayar, que indican necesidad de reconocimiento, pero también carácter y una personalidad muy acentuada. Otros signos indican perfeccionismo, detallismo y ser una mujer muy observadora”, significa la autora, que partiendo de que no hay dos firma exactamente iguales, indaga en las similitudes que comparten monarcas, artistas, científicos, políticos, criminales o dictadores, como Putin, del que quiso analizar sus cambios. “Encontré una firma de 1985 y otra actual y en la primera se ven menos habilidades sociales, mucha agresividad, bastante ira y soberbia, pero también mucha constancia, capacidad de sacrificio y de perseguir sus objetivos; en la actual, aparece algo más de curva, significa una capacidad persuasiva y convincente, es decir, más habilidades sociales, sin embargo, en ambas encuentro bastante orgullo, constancia, soberbia y tendencia a ser prepotente”.
De Hitler encontró una firma con 17 años. “Me llamó la atención que en ella no hay tanta agresividad como en la última etapa, que se potencia mucho, según avanzan los años, la letra se va tumbando y se hace angulosa y esto revela un carácter pasional en sus dos caras,
el odio y el amor y habla de agresividad, terquedad y de ser una persona que cree que su verdad es la única que importa, con
ideas muy impositivas y según avanzan los años, mucho más, de hecho, la última firma la meto en el capítulo de suicidas por esa agresividad aumentada, pero también por una culpabilidad muy marcada”, significa Arnás. Y en cuanto a políticos significativo como Felipe González –prosigue-, me llamó la atención sus dotes de liderazgo, sus rasgos revelan aplomo, cordialidad, inteligencia y constancia, pero también posesividad y desconfianza, por lo que creo que es muy selectivo al relacionarse”.
En cuanto a las firmas artísticas, casi todas guardan relación con la imagen que quieren proyectar, entre ellas, la autora ha analizado las del “club de los 27”. De todos destacaría la hipersensibilidad y la autoexigencia que quizá fue lo que los llevó a refugiarse en sustancias y en excesos –explica Arnás-. En Kurt Cobain y Amy Winehouse, por ejemplo, observo además una autoestima baja y muchas carencias emocionales. En Winehouse hay también mucho perfeccionismo, rasgos que indican problemas con el pasado y una tendencia a machacarse mucho a sí misma. De Cobain destaco signos de ser una persona muy influenciable al entorno, que le importan mucho las críticas y que podría llegar una autoestima inadecuada”.
“Dime cómo escribes y te diré como reino”, titula un apartado dedicado a la firma de los monarcas. “Cuestiono un poco a la historia por muchos aspectos que descubro de los reyes y reinas, muy diferentes a lo que nos decían los libros. “Los reyes firmaban como “Yo el rey”, pero a partir de Alfonso XIII empieza a haber más libertad al firmar, que casualmente es cuando aparecen los primeros estudios grafológicos –significa-. En los Austrias, por ejemplo, cuestiono la locura de Juana la Loca, porque más que locura observo en ella una sensibilidad muy marcada y una mujer llevada por lo emocional más que por lo racional. En cambio, Felipe el Hermosos tiene todo menos hermosura, no física, sino como persona, hay mucha agresividad y lo etiqueto como “el acomplejado” porque creo que en el fondo se sentía pequeñito al lado de Juana”. Y prosigue. “Cuestiono también la prudencia de Felipe II, con buena fama como monarca, pero en lo personal lo veo muy dependiente de las personas y las relaciones, con cierta tacañería en lo material y en el aspecto emocional, y no lo veo tan prudente como se dice”. En cuanto a los Borbones hablo de la adicción al sexo de Felipe V por esa inclinación que tenía progresiva de las letras, pero también observo mucha lealtad. Me llamó la atención, por ejemplo, Alfonso XIII, que llamo “el rey Fogoso”, por las similitudes con la firma de Juan Carlos I, esa tendencia a las letras progresivas que nos hablan de un carácter pasional y de mucha impulsividad”. ¿Era felón Fernando VII? “Lo era –afirma Arnás-, y aparece una tendencia a reafirmarse constantemente y a imponer su verdad. Es cierto que tenía mucha astucia y capacidad para conseguir sus objetivos, pero con más habilidad de lo que se cree, diría que tenía bastante más picardía que inteligencia”.
La letra “g” minúscula es relevante en el ámbito de compatibilidad de pareja porque nos aporta información sobre la sexualidad. En este aspecto Macarena Arnás habla de George Clooney, pasional y selectivo en las relaciones sexuales, pero también de parejas como Lucía Bosé y Luis Miguel Dominguín y de distintos amores de Isabel Preysler. “De Bosé y Dominguín me llamó la atención que dentro de lo diferentes que parecían, eran muy parecidos en el lenguaje emocional y muy carismáticos, con una personalidad muy marcada y quizá por ese carácter tan fuerte de ambos, tenían tendencia a chocar”. De Isabel Preysler, analiza su compatibilidad con Julio Iglesias y Mario Vargas Llosa. “Según su firma es más compatible con Julio Iglesias porque los dos tienen coquetería, vanidad, necesidad de sociabilizarse y ambos son muy carismáticos. En Vargas Llosa aparece una soledad buscada muy marcada, es una persona que necesita mucho su espacio a diferencia de Isabel que tiende a la vida social, al contacto con los otros, por eso la veo más afín a Julio Iglesias. Ella es mucho más mental que emocional, por tanto actúa con mucha lógica en las relaciones y tiene facilidad para romperlas de manera pragmática cuando no funcionan o no le gustan, no es una persona nostálgica o anclada a lo emocional, es muy sociable y si hubiera sido comercial sería estupenda, con mucha facilidad de convencer y persuadir a los otros de manera natural porque tiene un carisma innato”, concluye una autora que afirma sobre la grafología, que aunque ahora escribamos menos, la escritura es inmortal porque cada escrito de puño y letra es único y esto no ocurre cuando lo hacemos en un teclado, nuestra escritura, que es un reflejo de nuestra personalidad, quedará de manera eterna, es decir, en ella, lo efímero se hace eterno”.
LOS TACHONES EN EL TESTAMENTO POLÍTICO DE FRANCO
Explica Macarena Arnás que los tachones son un signo de arrepentimiento, “nos equivocamos y queremos rectificar, y un acto de impulsividad”. Para hablar de ellos analiza el último testamento político de Franco, que está lleno de tachones. “Cuando éstos van acompañados de ciertos rasgos en la letra y de temblores, podemos hablar de mucha inseguridad y en su caso esto se ve de manera muy notoria, pero además van acompañados de una impresión pastosa con bastantes surcos de tinta, que pueden hablarnos también de un estado de salud delicado al escribir”. Y explica. “Me baso en la hipótesis del historiador Guillermo Cortázar, que afirma que el testamento fue redactado a máquina por Javier Carvajal y él lo copió de puño y letra antes de morir, aunque esto contradice la versión oficial, pero explicaría esas inseguridades, además de que es posible que tuviese problemas de visión y le costase leer lo que copiaba”.