«El pasajero / Stella Maris», de Cormac McCarthy: La (buena) literatura sí es para viejos
El escritor, de 90 años, vuelve 16 después con dos novelas reunidas en un solo volumen que bucean en las aguas de la locura y las mátemáticas
★★★★★
Diego GÁNDARA
Cormac McCarthy ha vuelto. Dieciséis años después de publicar «La carretera», presenta dos novelas en una o una novela dividida en dos con el afán de complementarse. «El pasajero» y «Stella Maris», así se llaman ambas obras que en Estados Unidos fueron editadas de manera separada y que en la edición española se publican en un volumen de seiscientas páginas.
Un díptico en el que el autor sorprende, a sus noventa años, gracias a una trama relacionada con el mundo de la física, las matemáticas y los laberintos de la locura. Los protagonistas son los hermanos Bobby y Alicia Western, hijos de un padre que participó en la fabricación de la bomba atómica que se lanzó en Hiroshima y que años después sostienen los restos de un mundo que ha abandonado la esperanza en la humanidad y la lógica. La historia de «El pasajero» transcurre durante los años ochenta, en Mississippi, donde Booby, después de estudiar física, decide dedicarse al buceo de salvamento. Uno de sus trabajos es explorar un avión sumergido en el golfo de México y en el que de sus diez pasajeros fallecidos, aún sujetados en el avión, falta uno. El hecho no deja de asombrar a Bobby, a quien visitan en sueños la sombra de su padre muerto y la estela de su hermana Alice, ingresada en una clínica psiquiátrica en Wisconsin con el diagnóstico de esquizofrenia paranoide y que es, al cabo, el alma de la segunda novela.
Locura y hermandad
Porque «Stella Maris», que transcurre en 1972 y se basa en en las conversaciones que Alice mantiene con su psiquiatra, se centra en la locura, ya que la búsqueda frenética de teorías matemáticas originales la llevó hasta la orilla del precipio, y de cuyo hermano, Bobby, prefiere no hablar. ¿Dos novelas, pues, en una sola? Quién sabe qué se ha propuesto McCarthy al ejecutar esta obra en la que las cosas no se complementan jamás. Siempre hay un fallo en la profundidad, algo que falta y que jamás será recobrado, una relación desconocida entre las historias como un vínculo entre hermanos y que permanecen unidas sin capacidad de resolución.
▲ Lo mejor
La sorpresa que causan ambas novelas, que se sumergen en un mundo tan profundo y perplejo
▼ Lo peor
La verdad es que no tienen desperdicio estas dos obras acertadamente editadas juntas