Javier Sádaba: "Es mejor volverse loco que ser un idiota"
Publica "El arte de filosofar" para invitar a la gente a reflexionar, a vivir a la contra, a no conformarse con nada...
Madrid Creada:
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Bromea Javier Sádaba con que «el espíritu santo» pone palabras en su boca y que ya luego uno las interprete como pueda, que tratará de ser todo lo «conciso y sintético» que requiera una ocasión que, esta vez, es para presentar su nuevo libro, «El arte de filosofar» (Almuzara).
−No para de dar «palos», ¿lo suyo es vivir a la contra?
−Un poco.
−Da la sensación de que se ha divertido escribiéndolo, ¿no?
−Es cierto. Lo he hecho para mí, como si pensase en alto. Con respeto, pero digo lo que quiero.
−¿Es un desahogo?
−En parte sí. En este caso quería mostrarme, expandirme, expresar mis ángeles y mis demonios. Pero no es la única razón. También me interesaba que en este momento de inmenso ruido, en el que no se puede ni oír música ni entender la letra de las canciones o en el que los significados están torcidos, es importante que sepamos argumentar. Ha sido una necesidad mía. Escribo mucho, frenéticamente. Soy mayor y tengo la sensación «machadiana» de querer ir ligero de equipaje.
−Va de Aristóteles a Iribar y de la OTAN al feminismo y la democracia, entre otros muchos temas.
−Muy variado. Iribar me ha llamado para felicitarme, para recordar los buenos tiempos del Athletic y para hablar de la filosofía del fútbol, de lo interesante del juego colectivo. Todo encaja en el filosofar. Es mejor volverse loco que ser un idiota. Quería algo tipo enciclopédico en el que la cultura no sea parcial.
−En el prólogo (de Ana M. Vacas) se insiste en que es un libro «que ayuda» y no «de autoayuda». ¿Huye de esa etiqueta?
−Ese es un punto clave. Ana es mi amor. Es lo mejor del libro. La autoayuda está bien si uno se ayuda a sí mismo, como mirarse al espejo, pero no entrar a ciegas a que te ayude otro. Lo que ha ocurrido es que hay una dejación por construir un pensamiento por uno mismo y se ha tendido a la felicidad barata de la autoayuda por dinero. Son los nuevos brujos, es un retorno al primitivismo mágico. Y los jóvenes deben tener cuidado con ello.
−Decía Saramago que la gente tenía que despertar, ¿seguimos dormidos?
−Falta mucha información, y eso es cruelmente paradójico porque nunca antes hemos tenido tantas posibilidades, pero al mismo tiempo es todo falso o parcial. Tenemos obsesión por lo inmediato y por las emociones no filtradas. Tengo la obsesión de que la gente aprenda a razonar desde pequeños, desde la guardería, ir contra los tópicos porque los tópicos destrozan las neuronas y eliminan la personalidad de cada uno. No dejan que una comunidad razone y se entienda.
−¿Qué se necesita para hacer un buen análisis de una situación?
−No tengo la lámpara de Aladino; solo puedo decir que hace falta más sosiego, tranquilidad, descansillo, pararse... Parece que hay una riada que lo arrastra todo. Hay muchos intereses y no una visión general de lo que le ocurre a la gente.
−¿Qué es filosofar?
−La filosofía, en general, hay que conocerla porque es una reserva histórica. Pero filosofar tiene varios niveles: ese en el que buscamos el sentido de la vida, la muerte, de una sociedad justa...; y otro en el que uno es un profesional de ello y debe tener un conocimiento de las ciencias y de las letras, que es fundamental, en el que hasta ahora hemos tenido un divorcio. Hay que tomar distancia. Epicuro defendía que una filosofía que no cura los dolores del alma es vana.
−¿Será recordada esta época como la de la incertidumbre?
−Probablemente. Estamos en un cambio de época grande.
−¿Y eso cuánto dura?
−A veces lo provisional dura mucho, y esos procesos que se alargan son terribles. Lo viejo no ha muerto y lo nuevo no ha nacido. Yo no lo veo con pesimismo porque soy utópico, así que actuemos como si fuera a ir a mejor... por mucho que las cosas no pinten bien. Se ha producido el descenso de muchas cosas, sobre todo, en el ámbito cultural.
−¿Y en ese descenso es criticable el Bono Cultural?
−Eso es tontería, es para buscar votos. Es la visión horizontal de un pensamiento de cuatro años.
−¿Qué sería lo vertical?
−Ir a la relación con la gente. Si como profesor tuviera que poner nota a la situación actual, la suspendería. Ojalá toquemos el fondo para subir y sacar la cabeza.
−¿Hemos evolucionado por encima de nuestras posibilidades?
−Llegamos a una modernidad espléndida y hemos ido para atrás. Hay ideas presuntuosas sobre el progreso. Desde el punto de vista tecnológico estamos en el siglo XXIV, pero los sentimientos morales son de Atapuerca. Yo mismo he sido muy crítico con la Transición, fue meter todo a toda velocidad, pero no voy a entrar en si no hubo otra posibilidad. Lo que no ha habido es cultura democrática.
−Me da hasta cosa preguntarle por la realidad política actual...
−La veo mal. No tenemos que empezar de cero, pero este país debe hacer las paces consigo mismo. Yo no he votado por una actitud libertaria. Soy abstencionista activo.
−En el libro cuenta que no votar puede ser la actitud más digna.
−Antes hay que regenerar la democracia; participar en la sociedad y no en el trapicheo político.
−¿Debemos darle una vuelta a la democracia?
−Uy, más de una.
- "El arte de filosofar" (Almuzara), de Javier Sádaba, 128 páginas, 15,95 euros.