Luis Álvarez: «En este país cometes un error y estás muerto»
Ha publicado su segundo libro «Cómo hacer posible lo imposible» mientras pone en marcha su gran proyecto: el Teatro Bankia Príncipe Pío de Madrid
Creada:
Última actualización:
Ha publicado su segundo libro «Cómo hacer posible lo imposible» mientras pone en marcha su gran proyecto: el Teatro Bankia Príncipe Pío de Madrid.
No responde a las etiquetas, pero emprende como manera de mantener el equilibrio y no caer. Convertir el Teatro Bankia Príncipe Pío de Madrid en un icono del entretenimiento está ahora entre sus objetivos. Acaba de publicar un libro «Cómo hacer posible lo imposible» (Espasa) y anda envuelto en el siguiente. Se considera un «hacedor de sueños». Con todos ustedes, Luis Álvarez. Nos reunimos con él en el propio Teatro. Las luces no dejan lugar a las sombras. El éxito. El fracaso. Siempre hay un rayo de luz en su camino.
–¿Qué es el éxito?
–La gente piensa que es algo con lo que te toca Dios, pero el éxito nunca te llega; siempre lo creas. En el libro doy las pautas de cómo crear tu éxito demostrándote que si no has llegado todavía no es por que no puedes, si no porque creías que no.
–¿Éxito para todos?
–Todos venimos al mundo con la llave del éxito, pero unos tienen que llamar a cinco puertas y otros a cien. Como decía Churchill, el éxito es ir de fracaso en fracaso sin perder el entusiasmo. Conozco a gente de muy alto nivel que tienen los mismos problemas que yo con más o menos ceros.
–¿Cuántos fracasos preceden al éxito?
–Dos o tres dice la media y seguro que los vas a tener. A mucha gente le cuesta recuperarse de un fracaso, pero hay mucha más a la que le cuesta recuperarse de un éxito. En mi empresa los llamamos «temporales desilusiones», porque cuando miras atrás, como decía Steve Jobs, te das cuenta de que los puntos rojos estaban perfectamente colocados para hacerte llegar a donde estás hoy.
–¿Cuáles han sido las desilusiones temporales más duras?
–Dos. Ninguna de las dos las pude controlar pero pasan. Había invertido tres millones de euros en el teatro y ocurrió el 11-M y no se vendió una entrada hasta octubre. Tuve que cerrar el 30 de octubre. Me arruiné y había avalado con mi casa, la de mis hermanas, mis padres... No entiendes cómo pasa. –¿Cómo se recupera?
–Tuve una huida hacia delante. Dios te puede ayudar siempre y cuando sigas caminando. Si dejas de pedalear te caes. Hay momentos en que no ves el camino y te tienes que tirar al abismo, pero hay algo que te recoge. Me fui al extranjero a buscar financiación. Cristina, la directora del espectáculo, hizo algo que nunca antes se había hecho, sacar el espectáculo de gira. El guitarrista de Queen nos prestó el dinero para hacerla. Y en Nueva York vendía la empresa. Nos hicieron ricos en un día. Poco a poco hemos visto milagros.
–¿Cuál es el éxito de verdad?
–Sentirte feliz; la felicidad única creo que es el crecimiento personal. Hay un fenómeno de adaptación hedónica que hace que todo lo que compres, ni cinco millones de euros que te tocaran en la lotería, ni tan siquiera el enamoramiento... dura más de seis meses. Lo que queda después son hábitos.
–¿En qué anda ahora?
–Intento decir que en una sola cosa. Dicen que si tienes un plan B es porque el plan A no es bueno. Mi objetivo es convertir el Teatro Bankia Príncipe Pío en un icono turístico de entretenimiento.
–Viene de Las Vegas, ¿cómo es la burocracia de este país?
–Hay una frase que dice que el análisis lleva a la parálisis y es el problema que tienen los países antiguos. Nosotros hemos tenido la suerte de que el Ayuntamiento de Madrid nos ha facilitado la licencia en lo que ellos llaman un tiempo récord, dos años. Yo encantado pero para un empresario privado dos años... La última vez que fuimos a Patrimonio la realidad era que si no se aprobaba ya no teníamos dinero para seguir adelante.
–¿Y si hablamos del mundo del teatro?
–No te puedes imaginar lo que es en este país entrar en un concurso de acreedores. Hemos hecho cuatro mil espectáculos, cometes un error y estás muerto. Trump ha tenido siete concursos de acreedores y es Presidente de Estados Unidos. Allí se entiende un patinazo. Cuando tú llamas a los que antes te hacían la pelota no te cogen el teléfono y se encargan de hundirte. Pero no hay mejor venganza que el mayor de tus éxitos. Como decía Disney, el mundo es para los creativos y no para los competitivos.