Margaret Mcmillan: «La guerra siempre ha tenido glamour, ahí están los videojuegos»
La de 1914 es aún la Gran Guerra. Al filo de su centenario, que provocará un aluvión de títulos, un libro trata de responder a la pregunta clave: ¿por qué?
Es una fecha clavada en el inconsciente colectivo. Un año que arrastra en su interior una pregunta: ¿por qué se produjo? La historiadora Margaret McMillan intenta responderla en «1914. De la paz a la guerra» (Turner), un libro fundamental para comprender la Gran Guerra y el mundo que surgió de su destrucción. Y el primero entre una riada de novedades editoriales que inundarán las librerías con motivo del centenario de la contienda.
-¿Qué ocurrió?
-Europa cometió muchos errores y tuvo un mal liderazgo. Se metió en una guerra que no pensaba que ocurriría. Creían que sería muy corta, pero fueron cuatro años de destrucción y muerte.
-Era una gran momento. Había tecnología, una revolución científica...
-Los mismos avances tecnológicos que se produjeron supusieron una oportunidad y la posibilidad de mantener un Ejército armado y dispuesto para entrar en batallas durante cuatro años. Cien años antes, eso no hubiera sido posible. Hacía mucho tiempo que no tenía lugar un conflicto en Europa, y eso nos volvió descuidados.
-Mucha gente se alistó con un sentido heroico.
-La guerra siempre ha tenido «glamour», atractivo, aunque no debería ser así. Sólo tienes que entrar en una librería o en una tienda para ver la cantidad de videojuegos y libros que existen sobre el tema. También hubo un largo periodo de paz y los jóvenes la consideraban atractiva. Deseaban probar su valor. Incluso, el movimiento futurista italiano estaba cansado de la sociedad y quería que cambiaran un poco las cosas.
-Hay semejanzas entre la situación de entonces y la de hoy: revolución científica, crisis económica, nacionalismo...
-La historia no se repite nunca; pero sí, en la UE tenemos tendencia a tratar la guerra con cierta ligereza. Desde la Segunda Guerra Mundial, todos los conflictos en los que ha participado estaban lejos. La gente que vivió la confrontación de 1939 no vive ya o quedan muy pocos. La población ahora no ha sufrido esos padecimientos. Se piensa que no puede volver a suceder, pero a las personas se les ha olvidado lo que ocurrió durante esos años. Hay que luchar, por eso, contra esta complacencia. Existen elementos, en efecto, que se parecen. El capitalismo, antes de 1914, creó muchas tensiones y los nacionalismos eran más fuertes. Eso hizo sospechar a unos países de otros. Por ejemplo, en el Reino Unido se teme que se abra las fronteras a los rumanos y los húngaros. Es como si fuera a suceder una invasión. Me parece vergonzoso. No se lucha contra estas ideas. Al revés, se fomentan. Y eso es peligroso.
-Stefan Zweig habla de esa época dorada que vivió Europa hasta 1914. Tampoco sirvió para prevenir la contienda de 1939.
-En muchas ocasiones, los estallidos culturales suceden después de una catástrofe. La Primera Guerra Mundial dejó asuntos sin resolver. Se quedó una Alemania descontenta y pequeña; los estados étnicos se peleaban y el comunismo, en mi opinión, fue bastante destructivo. Además, en la población hubo un incremento de la violencia. En esos años hubose vivieron muchas tensiones.
-¿Cuál fue el papel de Alemania?
-Jugó uno principal, pero era una nación muy nueva: no sabía cuál era su rol en la escena internacional y actuaba de una manera brusca. Se creó enemigos de forma innecesaria. Por ejemplo, Gran Bretaña. Alemania optó por impulsar una flota. Por eso, el Gobierno inglés, que siempre ha sido renuente a pactar con otras naciones, buscó aliados, en concreto en Francia y Rusia. Eso hizo que Alemania estuviera rodeada. Esto permitió que Rusia pudiera actuar con más libertad en la política y en asuntos como el de Serbia.
-¿Por qué los políticos no pudieron evitar la guerra?
-A veces, en la Hhistoria, suceden accidentes y coincidencias. En agosto de 1914, se unieron las dos cosas. Los líderes de Austria y Rusia eran gobernantes que habían heredado el poder. No habían sido elegidos. En Francia estaban más preocupados en unir el país contra Alemania, y Gran Bretaña estaba concentrada en el problema de Irlanda. Los movimientos y las corrientes pacifistas que existían se fracturaron por el peso de los nacionalismos y acabaron cediendo y dando más apoyo al hecho nacional que a la los movimientos internacionales que abogaban por la paz.
-Es muy duro decir que la Primera Guerra Mundial sucedió por accidentes y coincidencias...
-Suena tremendo, pero es lo que pasó. En la Historia, muchas veces las grandes catástrofes no tienen grandes causas. En las sociedades ya existía cierta tensión debido a la propagación de cierto militarismo y el darwinismo social. La guerra estaba considerada por muchos sectores como algo casi bueno. Al escribir este libro, pensaba: «No tomes esta decisión; no hagas eso otro», porque la sensación que tenía es que era una conjunción de factores y de malentendidos. Se creía que el país de enfrente no iba a ser capaz de tomar determinadas decisiones, pero no fue así. Después, tras todas esas muertes que desencadenó la guerra, ¿cómo se iba a parar? ¿Cómo podían decir los gobernantes que todos esos sacrificios no habían servido porque no habían conseguido nada? ¿Cómo explicar que toda esa ruina y destrucción era inútil?
-La historia se le escapó al hombre.
-Sí, la historia se le escapa al hombre entre las manos. En mi país existe lo que llamamos la ley de las consecuencias inesperadas. Por ejemplo, con la guerra de Iraq, cuando intervinieron Inglaterra y Estados Unidos. Pensaban que la invasión sería un conflicto rápido y corto. La realidad es que no estaban preparados para lo que afrontaron y las implicaciones que generó después.
-La guerra del 14 ha producido mejores obras literarias que la Segunda Guerra Mundial. ¿Por qué?
-Por el horror y el «shock» que produjo en esa civilización. Pensaban que nunca podría producirse algo así. En la Segunda Guerra Mundial hubose vivieron los mismos horrores, pero daba la impresión de que existía un motivo para combatir. ¿Pero en la Gran Guerra? Es igual que en Vietnam para los EE UU. Fue un conflicto que el Gobierno no logró explicar bien, lo que justifica por qué se han escrito tantos libros y películas sobre esa intervención.
-¿Fue responsable Alemania?
-La responsabilidad está combinada. Fue una unión de factores tóxicos, no se puede afirmar que fue solamente de Alemania y Austria
-¿Fue justo Versalles?
-Parte del tratado lo fue, porque es Alemania quien atacó y el país que tenía que pagar las reparaciones en Bélgica y en Francia, y, también, porque los polacos deseaban desde hace tiempo ser independientes.
-Usted cuenta cómo, con la Gran Guerra, la población civil se convierte por primera vez en objetivo de guerra.
-La diferencia con la Segunda Guerra Mundial es que los objetivos civiles eran legítimos y, antes, no. Fue especialmente horroroso lo que ocurrió en Bélgica. Los alemanes tomaron represalias, se llevaron a la población como esclava. Hoy en día, los belgas no hablan demasiado sobre ese tema porque les cuesta.