Mathias Enard: "El hombre es incapaz de quitarse la guerra de encima"
El escritor publica «Desertar», una reflexión sobre la guerra, la humanidad, las utopías a través de una historia de amor y un desertor que huye del frente
Madrid Creada:
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Mathias Enard ha enhebrado dos historias de distinto calado pero que corren en la misma dirección, como ríos paralelos. «Desertar» (Random House) nos trae el relato de un soldado que abandona sus filas y emprende el camino solitario de los que han renunciado a defender el color de su uniforme y una narración que recorre parte del siglo XX y que cuenta la relación entre Maja y Paul, una pareja abocada a defender horizontes ideológicos diferentes: la socialdemocracia y las promesas sociales de la RDA. Sobre estos puntales, el autor levanta una reflexión sobre los conflictos que han perseguido al hombre a lo largo del siglo XX y la desaparición de los grandes sueños del hombre.
En «La perfección del tiro» ya hablaba sobre la guerra. ¿Por qué le atrae este tema?
Porque la guerra es una constante que no sabemos quitarnos de encima. Viene con el hombre desde la prehistoria. La guerra es algo terrible. No solo destruye vidas, sino ciudades enteras. Tengo cierta sensibilidad hacia las vivencias de la guerra por la historia de mi familia y mi experiencia personal. Me parece que son recuerdos tristes y son casi imposibles de olvidar. Yo no quise ser periodista porque el periodismo es demasiado rápido. Lo que me interesaba hacer en el Líbano, que acababa de conocer, era dar una visión muy personal de la guerra en esa novela: de cómo destruía todo, incluso las leyes y las normas. Me explico: no se podía andar ni pasear de la misma forma durante la guerra. La geografía cambiaba. Tenías que dar mil vueltas para ir a solo cien metros. La noche no existía. Todo era oscuro o estaba demasiado iluminado por las explosiones. Uno se da cuenta de lo frágil que son nuestras existencias y formas de vivir.
"El ritmo del pensamiento no es el del tiempo actual. Estamos hipnotizados con Instagram"Mathias Enard
La guerra es una «costra muerta» que el hombre no puede arrancarse. ¿Por qué? ¿Es una consecuencia del pasado? ¿Considera que el pasado continúa haciendo historia?
El pasado tiene un papel importante. También el discurso y de cómo usamos el discurso que empleamos. Ucrania se invade para desnazificar el país... no tiene sentido. La gran guerra patriótica, el nazismo, está presente en esos discursos del siglo XX que todavía se emplean y se emplean como propaganda. Los rencores también juegan un papel relevante, sobre todo por lo que queda de esas generaciones muy presente.
En este libro asoma el Holocausto. Vemos cómo los rusos emplean Buchenwald para encerrar nazis. Hoy los descendientes de aquellos judíos usan con los demás una violencia terrible. ¿Qué podemos aprender de esto?
Es como si la violencia cambiara de mano, pero, no nos engañemos, sigue ahí. Lo vemos en Buchenwald al caer lo nazis. Este campo es muy interesante porque su memoria quedó borrada por la RDA. Destrozaron todo lo que quedaba de este uso soviético. Hubo que esperar hasta los noventa para que esa historia se recuperara. Ahora, si vas ahí, percibes lo que fue ese campo “posnazi” soviético, cuando Buchenwald era el símbolo de la lucha contra el nazismo.
"Llevamos demasiado tiempo dejando atrás nuestras esperanzas"Mathias Enard
El soldado protagonista deserta del lado vencedor. Hay un intento por recuperar la humanidad en él.
Sí, hay un intento de recuperar la humanidad incluso cuando formas parte del bando más terrible, de alguien que viene de la mascare y la tortura, pero vemos también cuánto cuesta dejar la violencia atrás. Transformar una persona para que sea otra cosa, no es fácil, por eso, estos personajes están en tierra de nadie, yéndose hacia una frontera. Están en proceso de transformación. Individuos perdidos entre la guerra y la paz. Ahí es donde se juega la humanidad.
¿Cómo ve Europa ahora?
Europa no está en su mejor momento si observamos el panorama político. Llevamos demasiado tiempo dejando atrás nuestras esperanzas. Luego está la guerra en el Este y el aumento de la extrema derecha antidemocrática en Alemania o Francia. Es un paisaje bastante triste. Pero creo que hay esperanza. En parte, en la literatura, porque la ficción, el espacio del libro, combate lo que son las televisiones, la información en directo. El libro nos deja tiempo para pensar y tomar nuestro espacio y aprender del otro. El ritmo del pensamiento no es el del tiempo actual. Estamos hipnotizados con Instagram, no pensamos, vemos cosas, pero a la vez son cosas demasiadas rápidas para ser reflexionadas. En la televisión, cuando ves una catástrofe, enseguida, encima te escriben un rótulo con el tiempo y el resultado de fútbol... No hay manera de pensar. El arte y el libro sí te dan esa posibilidad para meditar sobre los demás y nuestra posición.
"No se puede usar el pasado para poner el presente en peligro"Mathias Enard
La otra parte de la novela es una historia de amor a lo largo del siglo XX.
Paul y Maja defienden dos utopías: la que postula la RDA y la de la socialdemocracia. Las dos fracasan. Lo único que quedan para Paul son las matemáticas como única utopía absoluta. Ahí puede refugiarse en un mundo perfecto.
¿Las matemáticas nos pueden salvar?
Para mí son una solución individual, pero si lo reflexionas bien resulta un mundo muy hermoso, totalmente perfecto. Ojalá todo el universo fuera así. Son un refugio.
"Nadie tiene un proyecto definido para la UE. Ese es el problema de Europa"Mathias Enard
Queda la impresión de que hay una reflexión sobre la desaparición de las utopías. ¿Qué supone hoy que no exista un horizonte ideológico de perfección social?
Creo que la novela y la literatura forman parte de esto y nuestros sueños siguen ahí. La gente que está luchando por sus ideales y en contra del cambio climático. Es un ejemplo y es una forma de soñar muy real. Por otra parte, Europa se está cerrando al resto del mundo, como si estuviera en una torre, pero, a la vez, también existen muchas discrepancias en la UE y nadie tiene un proyecto común definido para nuestros países. Ese es el problema. Europa ha avanzado con un proyecto o con varios, pero ¿hacia dónde vamos? ¿Hacia más Europa? ¿más confederación europea? No sabemos hacia dónde queremos ir en la UE.
Parece que el hombre, en lugar de mirar hacia el futuro, mira hacia el pasado, como Putin, que busca recuperar la Rusia imperial en lugar de una Rusia de mediados del siglo XXI.
El pasado es muy útil, pero aprendemos de dónde venimos, pero no se puede usar como discurso ni mucho menos para poner el presente en peligro. El pasado no es un depósito de discursos bélicos o de ideologías rancias. Hay que encontrar la comprensión y la luz que viene de atrás.