Bilbao
París, años 50: la década prodigiosa de la moda
El Museo de Bellas Artes de Bilbao expone desde la semana pasada más de 300 objetos de la mejor época de la industria.
Los años 50 fueron uno de los momentos más rompedores para el mundo de la moda. La alta costura y el «prêt-à-porter» se convirtieron en dos de los negocios más pujantes de la economía francesa y recuperaron para París la capitalidad de la moda. Ahora, una exposición en el Museo de Bellas Artes de Bilbao, «Los años 50. La moda en Francia 1947-1957», reúne más de cien modelos y complementos de los principales diseñadores de la época dorada pertenecientes al museo de la moda Palais Galliera de la capital francesa, y que estará abierta hasta el 31 de agosto. La comisaria asociada y experta en historia del traje y de la moda, Miren Arzalluz, revela a LA RAZÓN las claves de la muestra.
«Ha sido un montaje muy laborioso y que exigía mucha dedicación», explica Arzalluz, que insiste en que el propio director del museo parisino, Olivier Saillard, «está muy contento con el resultado de la exposición en Bilbao, incluso ha reiterado que está más bonita que la original». Y no es para menos, el Museo de Bellas Artes se ha volcado y muestra desde la semana pasada unos 110 vestidos, 80 accesorios, documentos y archivos de las casas de la alta costura y hasta archivos fílmicos como pases de modelos de la época. La idea, según la comisaria, «es contextualizar, a través de estos más de 300 objetos en total, la edad de oro de la Alta Costura, que destacó por su búsqueda de la excelencia en todo», y que podríamos calificar, «gracias al vistosismo técnico de los creadores, como una ‘‘década prodigiosa’’». La exposición, que muestra las creaciones entre 1947 y 1957, reúne diseños de 30 modistos y modistas (hay 10 mujeres) en unos años en los que la moda «era criticada por estar dominada por los hombres, que imponían un canon de belleza». Pero llegó la ruptura: «El aspecto principal arranca en 1947 con la silueta femenina que introduce Dior; se trata de un nuevo look con una cintura muy marcada, con espaldas voluminosas, hombros redondeados y un sentido del diseño más exhuberante». La muestra hace un recorrido exhaustivo por grandes nombres de la moda como Jacques Heim, Chanel, Jacques Griffe, Pierre Cardin y Hubert de Givenchy, entre muchos otros.
Un paseo por el guardarropa
Cronológicamente, el visitante la primera prenda que ve es un dos piezas de chaqueta blanca con una falda negra que con el tiempo se ha convertido en un icono de Dior y de los años 50. El 12 de febrero de 1947 se presentó su primera colección y la entonces redactora jefe de la revista «Harper’s Bazaar», Carmel Snow, bautizó el cambio de panorama en la moda como «New Look». A partir de ahí, Miren Arzalluz nos explica qué guió el guardarropa de cualquier mujer de la época: «Primero, los vestidos de día, que ocupan tres salas con sus respectivas subdivisiones: mañana, media mañana, de viaje, vestido de almuerzo..., y así hasta 20. En esta parte destacan los diseños de Dior, madame Carven, que introdujo tejidos modestos y ligeros como el algodón y el lino, y Balenciaga, famoso por sus trajes de chaqueta. Luego llega el espacio dedicado a la moda joven, que responde a una generación que huye del clasicismo y busca líneas más asequibles; este será el verdadero germen del «prêt-à-porter». Así, aparecen vestidos de rayas multicolores, faldas acampanadas de estampados muy vivos y los conjuntos de playa, como los diseñados por Hermès. La muestra también reserva una sala para la lencería, que, como explica Arzalluz, «es fundamental; tenía la función de dar forma al cuerpo de la mujer con siluetas muy marcadas». Los hombros redondos se alejan de un busto menudo y nacen nuevas prendas como el corpiño, que acentúa la esbeltez de la cintura, la faja, que borra las caderas y comprime la espalda; el sujetador «pigeonnier», que permite escotes más profundos, y la enagüa que se convierte en la prenda favorita del momento. Las tres últimas salas están dedicadas a los vestidos de cóctel y los diseños de noche en los que destacan vestidos de Balmain, con diseños cortados sobre las siluetas con muchas curvas de Praline y Stella, musas de la marca. Miren Arzalluz nos invita a asistir a un auténtico desfile dentro de un museo y nos pone los dientes largos: «En Bilbao incorporamos algunas piezas nuevas, como un vestido de Chanel de noche, que no estaba en París y se encontró en una coleccion privada». Imprescindible.
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