Música
La banda de rock más grande del mundo llega a Madrid
Rockin'1000, que empezó como una broma, presenta a mil músicos en el Civitas Metropolitano para interpretar un infalible repertorio de rock & roll
Lo describe con un sencillo ejemplo: "Cuando tienes delante a 200 baterías tocando a la vez, la tierra tiembla. Mil músicos tocando un tema de rock & roll delante de ti, es como un guantazo en la cara". Así describe Fabio Zaffagnini el espectáculo que este viernes llega al estadio Cívitas Metropolitano de Madrid, el que está compuesto por la llamada, en rigor banda más grande del mundo. Se llaman Rockin'1000 y son, literalmente, eso: un millar de músicos tocando a la vez en un estadio de fútbol un infalible repertorio de clásicos modernos del rock.
Todo empezó como una broma en 2015 en la localidad italiana de Cesena, por donde no suelen pasar las giras mundiales. Fabio Zaffagnini se lamentaba porque Foo Fighters, su grupo favorito, fueran a excluir, como la mayoría de artistas internacionales, a su ciudad de la gira. Así que tuvo una idea: quizá si conseguía que mil músicos de su ciudad interpretasen a la vez las canciones de la banda californiana, los de Dave Grohl vieran en esa muestra de admiración un motivo para tocar en Cesena. Fabio lo consiguió y el impacto de las imágenes llegaron a Grohl y los suyos. Y decidieron hacer parada en la ciudad para agradecer el entusiasmo.
La pregunta estaba, claro, servida. ¿Por qué no hacemos esto más veces? Y así fue como esta "broma que se nos ha ido de las manos", como él reconoce, se convirtió en Rockin'1000, un proyecto que ya ha hecho conciertos en Italia, Alemania, Brasil, y ahora, España. La fórmula es la misma: mil instrumentistas, "personas normales y corrientes", se sienten estrellas de la música tocando a todo volumen los grandes hits de la historia del rock. Temas como "Enter Sandman" (Metallica) o "Smells Like Teen Spirit" (Nirvana), "Seven Nation Army" (The White Stripes) entre otros muchos clásicos indiscutibles, a los que añaden, para la cita madrileña, dos clásicos del rock en castellano: "Salta", de Tequila, y "Entre dos tierras", de Héroes del Silencio.
Los retos, claro, están a la vista: contener los impulsos de un millar de instrumentistas para evitar que se salgan de la "partitura", algo, lógicamente prohibido. "Tenemos unos managers de escena que son personas bastante duras y estrictas. Unos tipos de actitud nazi que se pasan el día repitiendo: ''silencio, por favor''", ríe Zaffagnini. “No podemos dar libertad creativa a mil músicos cada vez. Tienes que conseguir que refrenen sus instintos, porque no pueden hacer cada vez lo que les de la gana, como es obvio, sino ceñirse a lo que tienen que tocar y hacerlo todos a la vez. Pero todos entienden que tienen que seguir las reglas. Y hasta ahora siempre ha ido bien a pesar de que son músicos de muchas procedencias que encajan en un momento”.
Todos los músicos llevan unos auriculares para escuchar la pista y seguirla. “Tienen instrucciones para tocar a tiempo y las notas correctas, pero tienen que hacerlo así, porque sin los auriculares, el sonido llega tarde y es un desastre”. La banda tiene cinco músicos permanentes por cada instrumento. El resto, el 90 por ciento, se seleccionan a través de audiciones en cada ciudad donde tocan. Los aspirantes se graban interpretando y la organización les selecciona después de verles como instrumentistas. “Cualquiera puede apuntarse -explica Zaffagnini-. Esa es la gracia: personas corrientes que se convierten en rockeros de estadio”, añade.
¿Qué se siente al verlo? “Es algo que nunca se ha visto antes. Es diferente de cualquier concierto al que puedas ir. Son las canciones que amamos en una forma más poderosa, tocada por gente normal... es otra dimensión de concierto. Es una experiencia que vale la pena una vez en la vida. Tienes que ir verlo. El muro de sonido es increíble”, remata.
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