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Jota, de Los Planetas: "Granada es una tierra cainita"

El grupo, que acaba de componer un himno al Granada C. F., presenta en Madrid la versión sinfónica de «Una semana en el motor de un autobús».

De izda. a dcha., Florent, Alonso Díaz, Erik Jiménez, Jota y David Montañés, Los Planetas sinfónicos. Foto: Juan Pérez Fajardo
De izda. a dcha., Florent, Alonso Díaz, Erik Jiménez, Jota y David Montañés, Los Planetas sinfónicos. Foto: Juan Pérez Fajardolarazon

El grupo, que acaba de componer un himno al Granada C. F., presenta en Madrid la versión sinfónica de «Una semana en el motor de un autobús».

Antes de ellos, todo esto era campo. O incluso páramo. Porque, aunque hace 20 años ya había una cultura musical subterránea en España, formada de grupos como satélites lejanos, ninguno podía aspirar ni remotamente a lo que sucedió en ese 1998 con «Una semana en el motor de un autobús», el disco de Los Planetas que hizo visible ese «underground» por medio de una obra maestra que los de Granada llevan celebrando en formato sinfónico el último año. Ahora llegan a las Noches del Botánico (mañana) y al 4Ever Valencia Fest el 21 de julio.

–¿Qué aspecto de las canciones se potencia con el formato sinfónico?

–El emocional. Ese tipo de arreglos da un barniz más clásico a las canciones y se aligera la parte más violenta del rock.

–¿Tenía el disco, desde su composición, alguna veta melódica de la que no hubieran sido conscientes? Es decir, ¿han descubierto algo nuevo dentro de él que no conocían al adaptarlo?

–Tenía desde el principio un carácter de obra completa. En ese sentido, es como una sinfonía clásica. En la parte final hay referencias claras como las cuerdas de «Línea 1» o el desarrollo final de «La copa de Europa». Con el tiempo hemos descubierto ciertas similitudes con otros discos que escuchábamos de pequeños y que tenían ese carácter de obra sinfónica o de ópera como «Tommy» de The Who, «The lamb lies Down on Broadway» de Genesis o «Berlín» de Lou Reed, por ejemplo.

–Es una obra narrativa y cerrada. Existe una teoría que dice que trata sobre las distintas ambiciones de Jota y Florent en aquel momento.

–Es una teoría interesante. La parte narrativa del disco cuenta la historia de una pareja que se separa y experimenta un viaje psicodélico y emocional que conduce al narrador a una iluminación. El otro personaje, el que desaparece desde el principio, representa la otra parte de ese viaje, a veces más lúdica, a veces autodestructiva. Ese personaje que desaparece está inspirado en personajes de ficción como la Caroline-Alaska del «Berlín» de Lou Reed y también en personas reales, entre ellas, Florent, May y otros amigos de esa época. Es posible que yo viera en ese momento nuestra propia experimentación psicodélica como un paso importante en nuestra carrera y él se lo tomara de otra forma. En cualquier caso, el disco trata de ese viaje, de esa odisea que empieza con la pérdida de lo que más quieres. Y acaba con el premio de consolación de descubrir lo importante que puede ser todo ese proceso en tu vida.

–¿Es su mejor trabajo?

–No lo sé. La creación de nuestro primer trabajo, «Super 8», fue un auténtico milagro. Y su sonido amateur y ruidoso ha tenido mucha influencia en muchos grupos después. «Unidad de desplazamiento» vendió el doble que «Una semana en el motor del autobús» y contiene algunas canciones que son piezas fundamentales de nuestro repertorio, como «Un buen día» o «Santos que yo te pinté». A partir de «La leyenda del espacio» cierto público joven y moderno empieza a ver el flamenco de otra manera. Y surgen artistas que lo tratan de manera heterodoxa como Niño de Elche, Rosalía, Soleá Morente... El último disco, «Zona temporalmente autónoma», es el que más éxito ha tenido de todos, así que no sé.

–Además de su valor artístico, el trabajo supuso un cambio de paradigma para la escena. ¿Qué queda hoy del «indie»?

–A partir de ese momento empieza a profesionalizarse. Se consolida el Festival de Benicàssim, los sellos independientes, etc. Empieza a haber festivales por todas partes. Todo eso cambió por completo la cara de la industria cultural española. Con el tiempo, esa industria independiente ha ido absorbiendo parte de la tradicional, a trabajadores y artistas, que han traído con ellos viejos conceptos mercantilistas y comerciales que tienen poco que ver con la idea original del «indie»: el valor artístico como fundamental por encima del económico.

–¿Ha perdido peso el rock?

–Es una pregunta recurrente desde el principio del rock’n’roll. En el 57 ya decían que estaba muerto y lo que molaba era el twist. Pero el twist era solo una burda copia comercial. Y eso era antes de que nacieran los Beatles o los Rolling Stones. Y volvió a renacer con el punk, con Jesus and Mary Chain, con el indie, con Nirvana, con los Strokes... Lo que va muriendo es la idea conservadora, retrógrada, anquilosada y purista del rock.

–Acaban de publicar (junto a otros artistas) un himno para el Granada C.F. con cierto contenido político ¿Qué les interesa del fútbol?

–Bueno, el contenido del himno es básicamente histórico. Lo hicimos para apoyar al Granada C.F. en su lucha épica por el ascenso a Primera. También para reivindicar el fútbol como una cultura popular, nacida del pueblo y para disfrute del pueblo. Y al Granada C. F. como representante de la unidad de una tierra azotada desde hace siglos por la división y el cainismo. El fútbol es interesante porque es una de las pocas culturas reales a las que puede acceder una mayoría de la población. A lo mejor no es una cultura muy rica, pero no está perseguida por el poder.